Homenaje a uno de los más controvertidos mitos de Hollywood
Carolina Crisorio
Me he preguntado por qué me ha afectado escuchar la noticia del fallecimiento de Marlon Brando. No alcanza con enumerar las cualidades sobre las que todos (y todas) hablan: inteligente, sensual, maestro en un estilo de actuación en el que podía hacer, con un gesto milimétrico, el pasaje de un tierno niño a un psicótico brutal, o al revés. Tal el caso del Stanley Kowalski de Un tranvía llamado deseo (A streetcar named desire, 1951), la magistral obra de Tennessee Williams que le permitió su lucimiento junto a Vivian Leigth y su primera nominación al Oscar, dirigidos por Eliah Kazan.
Brando, queriéndolo o no, marcó toda una generación de actores como Dustin Hoffman o Robert De Niro, para la cual el método Stanislavsky de actuación se transformó en una meta casi sacra. Ya en sus comienzos, para preparar su primer papel en la pantalla grande como un paciente parapléjico permaneció un mes inmovilizado (The men, 1950). Seguir leyendo «Marlon Brando o el cansancio de la rebeldía»