La lucha armada en la Venezuela siglo XX, 1960 – 1994. El “Diario de Combate” de Roberto Rincón Cabrera

Pedro J Figueroa Guerrero*

Resumen

Palabras clave:

Lucha armada Venezuela – Venezuela 1960 – 1994 –Insurgencia guerrillera Venezuela

Abstract

The armed struggle in 20th century Venezuela was a complex process, often mistakenly perceived as confined to the 1960s-1970s. In reality, it was a socio-political and military dynamic that extended much further, until 1994. This article delves into the inner workings of the «Campaign and Combat Diary» kept by Roberto Rincón Cabrera, Commander of the «Américo Silva» Guerrilla Front (FAS), which operated until 1994 in the eastern part of the country. Rincón Cabrera joined the armed struggle in the late 1960s within the Revolutionary Left Movement (MIR), later becoming one of the founders of the Red Flag Party (BR) in 1970, continuing under the banners of the insurrectionary struggle. He led the last guerrilla segment operating in the country, which unilaterally demobilized in 1994, amidst the particular conditions of the national political situation marked by a severe deterioration of the political model established in 1958 and the occurrence of two civil-military insurrection attempts in 1992. This text is the second volume of the series: Sources for the study of insurgency in Venezuela, 20th century, from the «Francisco Tamayo Yepes» Anthropological Museum of Quíbor, Lara State, Venezuela.

Keywords:

Armed struggle Venezuela – Venezuela 1960 – 1994 – Guerrilla insurgency Venezuela


Introducción

De muchas de las singularidades que podrían mencionarse de la historiografía venezolana correspondiente al periodo republicano, una protuberante, es la de contar con no pocos problemas y segmentos temporales, francamente soslayados y omitidos como objeto de estudio. Temas o periodos que, a la luz del nivel de análisis y atención de los investigadores, lucen tremendamente limitados y constreñidos dentro del conjunto de la producción del conocimiento histórico general en el país. Esos vacíos y omisiones contrastan con otros problemas y lapsos temporales a los que los investigadores han dedicado ingentes esfuerzos de estudio.

En ese ámbito, desde nuestra perspectiva, podrían mencionarse segmentos como, por ejemplo, todo el tiempo posterior a la última gestión de gobierno de Antonio Guzmán Blanco, es decir, un poco más de la última década del siglo XIX. Todo el lapso temporal 1887 – 1898, presenta un vacío y grave limitación de análisis histórico, que, de ampliarse, se podrían subrayar, entre otros tantos problemas, como el pulso del proceso de penetración de los capitales extranjeros en el país y del capitalismo mismo. Con muy poca o casi nula atención también, la dinámica política y la ponderación de las administraciones gubernamentales de Hermógenes López, Juan Pablo Rojas Paúl, Raimundo Andueza Palacio, Joaquín Crespo e Ignacio Andrade, tiempo sobre el que se explayan infinidad de otras cuestiones económicas, sociales, culturales, diplomáticas, militares, jurídicas, de gestión y un largo etcétera. Un más amplio y crítico análisis de ese periodo, podría abundar en la interpretación y comprensión del complejo siglo XIX y de los inicios del XX.

Otro segmento que pudiera servir como ejemplo de los que se indican acá, ya en el siglo XX, es el atinente al tiempo histórico entre el 24 de noviembre de 1948 y el 23 de enero de 1958, que se ha conocido como Década Militar o Dictadura Militar, lapso que ha estado sometido a una especie de execración y de condena socialmente institucionalizada y oficializada ([1]). Particularmente considerado como periodo único y continuado de violencia, terror estatal y de total entrega de la soberanía nacional, pero, sobre el que algunos trabajos serios de los últimos tiempos, conminan a la reflexión crítica y revisión de dichas valoraciones, que parecen contener solo partes de la realidad.

La llamada etapa democrática o del Puntofijismo, 1958-1998, es una fracción temporal y problemática sobre la que es importante avanzar para superar toda la gruesa capa de denuestos e invectivas que han recaído sobre él en los últimos tiempos, a los efectos de abordar su examen crítico y reflexivo a la luz de la ciencia de la historia, con criterio de totalidad.

Otra porción de la historia nacional, con grandes distracciones y limitaciones en su estudio, es de la Lucha Armada del siglo XX, respecto a la cual ha dominado, como componente resaltante, la errónea noción de que sólo responde a la década 1960 – 1970, cuando en la realidad fue un proceso que se amplió hasta mucho tiempo después, hasta 1994.

La lucha armada en la Venezuela siglo XX, 1960 – 1970

En el entorno de las valoraciones de las líneas anotadas, definimos a la lucha armada en la Venezuela del siglo XX, como el proceso desarrollado en el marco de los comienzos del periodo de democracia representativa, 1958, definido por la insurgencia en armas de los factores principales de la izquierda revolucionaria de entonces. Constituida por el Partido Comunista de Venezuela (PCV) y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), además de segmentos de otros partidos como Unión Republicana Democrática (URD), de distintos vectores políticos y sociales, así como de sectores de la Fuerza Armada Nacional, contra el gobierno dirigido por Rómulo Betancourt y Acción Democrática (AD) coaligado con el partido socialcristiano Copei (Comité de Organización Política Electoral Independiente) y Unión Republicana Democrática (URD). Sobre los hombros del PCV y del MIR recayó e peso fundamental del proceso de lucha insurgente.

El proceso insurgente, tenía como objeto desplazar a los factores políticos del Establecimiento en el manejo del Estado y gobierno, con la intención de construir una alternativa de gestión y resultados distintos para el país. Se desplegó, en términos de lucha guerrillera urbana y rural, con combinación de todas las formas de lucha, legales e ilegales, armadas y pacíficas, clandestinas y abiertas, públicas y de masas, parlamentarias incluso, además del concurso de dos alzamientos militares y participación de importantes sectores de las Fuerzas Armadas Nacionales.

La noción socialmente aceptada y admitida en el país, común y que se ha naturalizado fuera de nuestras fronteras, define el lapso temporal 1960 – 1970, como el marco de su desarrollo y finalización. Empero, ello no se corresponde con la verdad histórica: la lucha armada fue un proceso continuado que se extendió más allá de los límites temporales del año 1970, culminó en 1994, con la desmovilización unilateral del último foco armado rural existente en el país a ésa fecha: el Frente Guerrillero “Américo Silva” del partido Bandera Roja. Se trató, de un proceso constante y único en el que, sin embargo, se incluyen rupturas o quiebres en algunos aspectos y en el que, también, se pueden determinar dos momentos, fases o etapas claramente definibles: una primera entre 1960 y 1970 y una segunda entre 1970 y 1994. Cada una de ellas, extendida en un contexto y particularidades que les son propias y les definen, marcadas por un conjunto de condiciones políticas, económicas, sociales, culturales, geopolíticas, geográficas, jurídicas y militares tanto de orden internacional como nacional, pero que no rompen o fragmentan el proceso mismo.

La dinámica de desarrollo de ambos momentos temporales de la lucha armada fue tremendamente compleja y dialéctica. Así, entendemos que las condiciones, distintivos y características que evidencian y tipifican las dos fases que se señalan, pueden delimitarse puntualmente y de ello hemos reflexionado en otro trabajo y escenario ([2]).

El proceso de lucha armada en la Venezuela del siglo XX, 1970 – 1994

Si bien, en abril de 1967 el Partido Comunista de Venezuela anunció formalmente lo que ya venía efectuándose en los hechos, y que fue el abandono de la táctica de lucha armada, también en el seno del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), se venía operando una dinámica en igual sentido y se inicia en 1964 con los debates entre algunos miembros de su Dirección, desde la cárcel, que comienzan a discutir, sotto voce, sobre abandonar la vía armada o continuarla. Con posterioridad, a lo interno del partido se fue desenvolviendo un proceso de “Cuestionamiento Interno” en el que se evidenciarían las graves realidades de la organización, de su estructura político militar, del movimiento armado en general y, sobre todo, respecto a la continuidad o no de la vía armada de lucha.

El proceso terminará en el desgajamiento de la organización en tres segmentos, donde estaban sectores de la juventud del partido, la dirigencia fundacional y el Frente Guerrillero “Antonio José de Sucre”, – el otro Frente Guerrillero del MIR, el “Ezequiel Zamora”, recién había sido disuelto y muchos de sus efectivos trasladados al FG “Antonio José de Sucre”-. El grupo de fundadores de la formación política terminó rescatando y sosteniendo el nombre de Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) que impulsará la vuelta a la legalidad y la cesación de la lucha armada.  Mientras, los otros factores decidirán dar continuidad a la insurgencia en armas ([3]) y fueron los núcleos de donde surgieron Bandera Roja (B.R), la Organización de Revolucionarios (O.R).

El segundo momento del proceso, culminará en 1994 con la desmovilización unilateral del Frente Guerrillero “Américo Silva” (FAS) del partido Bandera Roja, respondiendo a nuevas condiciones políticas del país surgidas de los alzamientos militares de 1992 y de una grave crisis política nacional.

El tema general de la lucha armada en Venezuela ha sido objeto de estudio y referencia de múltiples investigadores, sin embargo, estimamos que no se ha logrado estructurar un análisis con perspectiva de totalidad de ese largo trajinar de lucha ([4]). Una característica destacada de la cuestión lucha armada está en que el grueso de las investigaciones atiende casi exclusivamente al lapso temporal 1960-1970 ([5]) y que gran parte de los trabajos que se han concretado, responden esencialmente al área testimonial y se limitan a la recopilación de los mismos. En general, sobre ella han prevalecido representaciones e interpretaciones definidas por la parcialidad de su perspectiva, por lo incompleto de su construcción, por la escasez o inexistencia de contenidos con nuevas visiones, reflexiones y análisis que trasciendan los esquemas de la historiografía sobre el tema que, en rasgos globales, está marcada, además, por una limitada elaboración teórica reflexiva y analítica.

Desde el Departamento de Investigaciones del Museo Antropológico de Quíbor “Francisco Tamayo Yepes”, en el Estado Lara, han visto luz dos resultados editoriales y de investigación, en el marco del proyecto “Fuentes para el estudio de la Insurgencia en Venezuela, Siglo XX”.  El primero de ellos, Dos testimonios: Ricardo Ochoa y Francisco Jiménez (El Viejo Ruperto) y el segundo, Roberto Rincón Cabrera. Diario de Combate.  Septiembre 28 de 1981 / septiembre 29 de 1982([6]). Ambos trabajos se inscriben en la segunda fase del proceso de lucha armada venezolano del siglo pasado (1970 – 1994) y respecto del segundo de ellos, el Diario de Combate de Roberto Rincón Cabrera, que recién ha visto la luz pública, haremos algunas consideraciones en las cuartillas que siguen, atendiendo a la gentil invitación de la Revista Ariadna Tucma.

El Diario de Combate de Roberto Rincón Cabrera

Roberto Rincón Cabrera, se integró a la lucha armada revolucionaria en Venezuela a finales de los años 60 del siglo XX, en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), luego formaría parte de la generación de fundadores del Partido Bandera Roja (BR) en 1970, para proseguir bajo las banderas de la lucha insurreccional. Dirigió el último segmento guerrillero que operó en el país, que se desmovilizaría unilateralmente en 1994, bajo particulares condiciones de la situación política nacional signada por un grave deterioro del modelo político implantado en 1958, habiendo ocurrido dos intentos de insurrección cívico militar en 1992, como evidencia de ello.

El documento que señalamos es el Diario de campaña y combate que llevaba Rincón Cabrera, como Comandante del Frente Guerrillero “Américo Silva” (FAS) que funcionó hasta 1994 en el oriente de Venezuela.  Dicho Frente Guerrillero, fue el último de los focos de resistencia armada revolucionaria que operó en el país, adscrito al Partido Bandera Roja ([7]). Conocido entre sus compañeros como “El Catire”, llevaba un diario de notas en el que recogió las incidencias de las actividades de la guerrilla entre febrero de 1981 y septiembre de 1982, en el texto apenas se presentan las que corresponden entre septiembre de 1981 y septiembre de 1982. El Diario original consta de tres cuadernos. Los dos primeros los perdió El Catire, en un combate en mayo de 1982 y sus anotaciones de esos primeros cuadernos cayeron en manos de la policía. El tercer cuaderno, lo pierde y llega también a manos del gobierno, el 04 de octubre de 1982, en el combate de Cantaura, donde muere, en un desigual enfrentamiento junto a otros 22 de sus compañeros.

El material transcrito, llegó a nuestras manos a través de Ricardo Ochoa, quien nos informó haberlo recibido de Manuel González Meyer ([8]). Cuando consultamos a González sobre el documento, nos señaló que le fue entregado por un antiguo combatiente del Frente Guerrillero “Antonio José de Sucre”. Nos relató que el personaje estuvo algún tiempo en el Frente y que salió del mismo a recibir tratamiento médico; luego, se apartaría de la lucha política activa y se dedicaría a su vida particular. González le inquirió por el origen del documento y el amigo le respondió que no podía darle mayores detalles. González tomó como buena aquella respuesta, por cuanto la persona señalada, como se dijo, tiene mucho tiempo desligado de la vida política activa y siempre se mantuvo como compañero de ideas, aliado y solidario. 

   Con el documento en mano, nos dispusimos a su lectura serena y posterior transcripción, en la que nos ayudaría nuestra hija menor Daniela Valentina. Vendría luego la tarea de calmada relectura y ordenamiento del contenido del material. De aquella fecha a hoy ha pasado casi dos años.

Empezamos dando ordenamiento lógico al texto general. En algunos segmentos, la transcripción de la Disip tenía un nivel de desorden en el que se perdía la continuidad cronológica de los hechos. Lo que nos inclina a pensar que o bien pudo ser copiado por distintos mecanógrafos o el responsable no tuvo el debido cuidado de mantener el ordenamiento de las realidades que se relatan.

El 20 de abril de 1982, el Catire Rincón reseña lo siguiente: “…apenas es un año y dos meses de anotaciones”, es decir, que lo habría iniciado en febrero de 1981.  Sin embargo, el compendio que llegó a nuestras manos abarca sólo sus escritos entre el 28 de septiembre de 1981 y el 29 de septiembre de 1982, un año casi exacto. Las notas entre febrero y agosto de 1981, seis, casi siete meses de anotaciones, no aparecen en el material transcrito recibido.

El 17 de mayo, cuando comienza el tercer cuaderno, reitera el lapso temporal que cubrían sus escritos: “Perdí dos cuadernos que resumían un año y pico de anotaciones. Se quedaron en el morral, que no pude traerme del Combate de Barbacoas donde ocurrió la toma del campamento.”  Los lapsos más largos en que no hizo anotaciones, un poco más de ocho días sin dedicarse al Diario, coinciden con momentos apremiantes propios de la dinámica guerrillera.  El 12 de julio de 1982, escribió que llevaba “Casi un mes sin anotaciones”, concretamente desde el 17 junio, y no explica razones. Otros momentos de ausencia de escritura, responden a salidas de la guerrilla para reuniones de su partido. Queda tras el velo de la historia el paradero de esos seis o siete meses de anotaciones faltantes entre febrero y agosto de 1981.

Los tres cuadernos, ya en manos de la policía política, Disip, fueron transcritos en algún momento indeterminado posterior. En 2007, Manuel González Meyer hizo breve referencia a la existencia del Diario en el Programa de televisión En Confianza dirigido por el periodista Ernesto Villegas ([9]). Pedro Veliz Acuña ([10]), nos informó que, a finales del 2010, el periodista Roger Santodomingo del periódico de Caracas, Tal Cual, comenzó a publicarlos por partes, pero no culminó la serie completa.

La realidad de que el documento testimonial del Catire Rincón estuvo en manos de la policía política, lo transcribió y pudo manipular, nunca dejó de rondar nuestras ideas. Una de nuestras preocupaciones apuntaba a la ponderación de autenticidad del mismo y a la precisión de su exactitud y veracidad, es decir, lo que los historiadores denominamos crítica externa e interna. Por ello la lectura minuciosa y el constante ir y venir en las consultas e indagaciones de quienes le conocieron y / o supieron de algunos de los pasajes que refirió Rincón en sus anotaciones.  En ése ámbito, fue esencial la colaboración de muchos consultados, así como cardinal el desarrollo de varios años de investigación sosegada, de pesquisa y archivo de fuentes para el estudio de la lucha armada en Venezuela siglo XX, así como nuestro previo examen y conocimiento del período histórico de la segunda fase de dicha lucha entre 1970 y 1994.

Un vector de imponderable soporte fue el conocimiento, de forma directa, por nuestra militancia en BR, del contexto general en el que se desarrolló la vida del partido por esos años. Ello coadyuvó para identificar con un nivel de certidumbre, elementos clave del documento como son las referencias de algunas situaciones, la dinámica de trabajo y funcionamiento cotidiano de la guerrilla, fechas de eventos, entre otros factores, que eran de conocimiento y discusión en los organismos del partido por aquella época. El haber podido contrastar buena parte de las referencias de Catire con actores en algunos de los hechos, fue de honda significación sobre todo para ratificar circunstancias, fechas, hilvanar eventos, relacionar personajes y otros elementos que trata el Catire en sus escritos.

 El Diario del Catire tiene definida condición de documento histórico y de ello no tenemos duda alguna. Los datos que aporta y el ambiente contextual que rodea las realidades y circunstancias del Frente Guerrillero y de Bandera Roja, le otorgan esa condición. Ello vale, más allá de las estimaciones que puedan hacerse para ponderar la actividad política concreta y las perspectivas de Bandera Roja como formación política y del Frente Guerrillero “Américo Silva”. Y vale también, a pesar de las circunstancias de que se trata de un Diario de campaña, de las notas del Comandante de una Unidad militar guerrillera y que el autor sabía perfectamente que podían caer en manos del enemigo en cualquier momento, como efectivamente ocurrió. Por ello, el carácter de su contenido es puntual y fue hecho esencialmente con el sentido de conjunción de anotaciones para posteriores escritos, reflexiones o análisis. Sobre este respecto, el Catire, cuando detalla que sus dos primeros cuadernos de notas ya están en manos del gobierno, acotaba el 17 de mayo:

“Sé que estarán esos dos cuadernos muy bien guardados hasta que los recuperemos de los archivos de la policía política cuando triunfemos. Continúo con las anotaciones, aun a sabiendas de que les puede tocar la misma suerte que las anteriores, pero con la seguridad, de que serán un punto de referencia para la reconstrucción de la historia del Frente (FAS)”.

No estaba equivocado el Catire.

Este Diario en particular tiene sobre sí, la susceptibilidad que se tiene con respecto a las fuentes orales y de la memoria, que refieren al nivel de fiabilidad de las mismas, con la circunstancia adicional, de que se conoce después que ha sido transcrito por la policía política del Estado. Como sucede ante cualquier documento de primera mano, el investigador responsable, al momento de trabajar y procesar un testimonio debe darle la consideración de una fuente sujeta al análisis y crítica que establece la metodología de la historia científica a los efectos del escrutinio de la verificación.

Con todo, el Diario constituye ya, una valiosa contribución para nuestro más cabal entendimiento de las condiciones en que la táctica política de lucha armada fue concebida, conducida y aplicada durante esos años de la segunda fase de la lucha insurgente en Venezuela, y, sobre todo, de la actitud práctica y valoraciones de un segmento importante de quienes la desarrollaron en el plano de la realidad concreta.

El contexto en el que Roberto Rincón escribió

Es importante hacer algunos breves trazos -aunque sean generales-, de las realidades en las que se desarrollaba la situación política de Venezuela, así como a lo interno de BR, en aquella coyuntura de principios de los años ochenta, con el objeto de que el lector pueda tener una perspectiva que dibuje aquel entorno y le sirva de referente histórico para mejor comprensión de esta segunda fase de la lucha armada en el país.

En 1980, previa consulta a la militancia, los organismos de dirección de Bandera Roja emprendieron la tarea de la preparación del primer Comité Central de la organización que tendría carácter provisional, hasta la realización de su Primer Congreso. Dicha entidad asumió la dirección partidista en aquel momento político que se consideraba altamente complejo.

El primer pleno del Comité Central (provisional), acordó para aquella coyuntura una táctica ofensiva, en función de consolidar los espacios ganados por la organización en el movimiento de masas, levantando una propuesta alternativa frente a la crisis y desgaste del sistema liberal burgués vigente desde 1958, y, en particular del gobierno de Luis Herrera Campíns.

Para Bandera Roja, se trataba de acelerar los procesos sociales, agudizar los enfrentamientos de clases y fortalecer una alternativa revolucionaria para el país. En ese marco general, en el plano militar, la organización se planteó que el Frente Guerrillero, el FAS, ampliase su operatividad con la disposición de que los Comités Políticos Regionales (CPR) de la organización, aportaran su cuota de combatientes, de manera de hacerse presente con acciones de propaganda armada que permitieran poner en el tapete la existencia de un ejército revolucionario en construcción, con la disposición de asumir los retos de la dinámica política del momento. En ese contexto de valoraciones y decisiones, debe entenderse la actividad general del Frente Guerrillero que reseña Roberto Rincón Cabrera en su Diario, que, como sabemos apenas resume el lapso temporal de un año entre septiembre de 1981 y septiembre de 1982([11]).  En cualquier caso, Bandera Roja consideraba que las acciones desarrolladas por el FAS, irían abonando el camino para convertirse en un importante centro de actividad y proyección revolucionaria. 

Algunos triunfos en elecciones sindicales en importantes empresas de la Región de Guayana, donde se encuentran las empresas básicas de minería del país, la victoria obtenida en la huelga textil en aquellos años y otros avances organizativos en el frente obrero, fueron considerados por BR, como correspondientes a un momento de auge de las luchas de masas, donde era necesaria una actitud ofensiva y audaz que potenciara las posibilidades que se les abrían a los revolucionarios.

Dentro de esa compleja madeja de circunstancias, se decide, entre otras cosas, suspender la salida del Periódico Que Hacer y el funcionamiento de los Comités de Luchas Populares (CLP) en función de hacer el trabajo de masas de manera más directa y de abrir una referencia pública como dirección política de las luchas del pueblo, más directamente como partido. Además, se decide emprender los esfuerzos por abrir un nuevo Frente Guerrillero, esta vez en el occidente del país, y al efecto, se designaron las responsabilidades del caso ([12]). 

A lo interno de la estructura organizacional nacional, se decidió la rearticulación del partido en ocho Comités Políticos Regionales (CPR) que sustituirían a los tres grandes Distritos Políticos Militares de los primeros años de la organización. De esta manera se atendería el trabajo de crecimiento partidista en la gran mayoría de los estados y regiones del país. Se conformaron, también, las Comisiones Nacionales de Propaganda, Finanzas, Organización, Internacional, Militar y de Masas. Y, a nivel internacional, se establecieron relaciones formales con el movimiento comunista marxista leninista mundial, participando la organización en varios eventos de partidos afines en América Latina.

No es muy difícil colegir que el gobierno, valoró como un peligro el posible desarrollo de aquella organización y de las posibilidades insurgentes que podrían presentarse en no muy largo tiempo. En tal sentido, decidió abrir una ofensiva que pusiera orden en casa, por un lado, reprimiendo al movimiento de masas, y por otro, concentrando su acción en torno al partido y su frente militar, principales peligros en ese momento.

Quienes tuvieron militancia activa y orgánica en BR por aquellos años, podrán recordar que, dentro del orden regular del funcionamiento e informaciones internas de la organización, se remarcaban las atinentes a las de inteligencia, que reportaban la decisión de alta política gubernamental de acabar con el Partido a como diera lugar. Incluso, la información llegó a conocerse entre algunas instancias de la izquierda legal y parlamentaria de aquellos días, desde donde se hizo llegar a BR las advertencias correspondientes.

La policía política, Disip, contaba con un departamento especial para tratar todo lo concerniente a los partidos ligados a la subversión y una especie de sección particular para Bandera Roja, donde estaban adscritos todos o buena parte de los tránsfugas y delatores que habían pasado por la organización.  

La primera medida de gobierno fue reprimir a todos los dirigentes gremiales revolucionarios vinculados al Comité de Luchas Populares (CLP), y la policía procedió a detener, en una primera oleada, a sindicalistas de Guayana y Maracay, dos regiones de importante presencia y trabajo obrero de BR.  

A partir de 1982 comienzan a dar resultado las labores de inteligencia contra BR que dieron sus primeros frutos: detenciones que abarcaron a buena parte del Comité Político Nacional (CPN) y el Secretariado Nacional ([13]). A las direcciones de varios de los Comités Políticos Regionales del país, acciones que resultaron en numerosos cuadros encarcelados y procesados por los tribunales militares ([14]). En medio de la ofensiva represiva del gobierno, sus voceros ya anunciaban el fin de la organización y de las guerrillas ([15]), al tiempo que también se afincaba en la represión de disturbios estudiantiles en la capital del país y en otras ciudades ([16]). La acción fundamental del gobierno se centró contra el Frente Militar de la organización, ello lo refleja el Catire en sus reseñas respecto a los movimientos de la Disip y del Ejercito y los enfrentamientos que libró la guerrilla con dichos cuerpos ([17]), que ejecutaron, en el contexto de la táctica ofensiva del FAS ([18]).

Finalmente, la táctica gubernamental vio sus frutos ese mismo año con la detección y ataque al campamento de la guerrilla en el sitio de Los Changurriales del Morocho Evans, cerca de la población de Cantaura, Estado Anzoátegui, el 04 de octubre de 1982, donde mueren 23 compañeros, entre ellos Roberto Rincón Cabrera.

La operación Cantaura, no sólo fue una acción militar que se constituyó en un combate abiertamente desigual, de uso desmedido de una fuerza de cientos de efectivos del gobierno contra una guerrilla que no alcanzaba la cincuentena de combatientes ([19]). Fue, además, el producto de un paciente trabajo de inteligencia en el que jugó papel principal el logro de la infiltración de la guerrilla ([20]), escenario éste último que aún está abierto a un estudio histórico de mayor dimensión.

Bandera Roja ha reconocido que el año 1982 representa uno de los momentos más críticos de su historia, cuando casi tres cuartas partes del C.C. (provisional) va a parar a las cárceles, y es golpeado con tanta magnitud su Frente Guerrillero (FAS), que fue casi destruido. En algunas publicaciones se ha afirmado que el Frente Guerrillero “Américo Silva”, desapareció como tal, a raíz del combate de Cantaura. Ello no se corresponde con la realidad. Suficientes evidencias históricas han estado presentes en el universo del estudio académico y del análisis político que evidencian que el FAS continuó con vida efectiva hasta 1994. Se reinician las tareas de reconstrucción del Frente, y las mismas se ejecutan en un período de alrededor un año, desarrollando una táctica esencialmente defensiva y de conservación de sus fuerzas y de operatividad encubierta de unidades urbanas, para los efectos de recuperación de recursos financieros, militares y operativos en general. 

Habida cuenta de los cambios operados en la situación política nacional después de los intentos insurreccionales de 1992, BR fue, obviamente, ajustando su táctica política a la realidad objetiva nacional, que puso en primer plano otras circunstancias y por ello en 1994, el Frente Guerrillero “Américo Silva” fue desmovilizado de manera unilateral.   

Los golpes de 1982, significaron, sin duda, un duro revés para la táctica que BR había aprobado. Empero, el gobierno de Luis Herrera Campíns, continuó en sus labores de inteligencia y represión, a sabiendas que aun cuando duros y significativos, los golpes dados al aparato subversivo, no lo habían acabado ([21]). En la continuidad de sus acciones represivas, el gobierno centró sus esfuerzos sobre los presos políticos, sobre el movimiento estudiantil ([22]) y en dar continuidad a la actividad de hacer desaparecer a BR del espectro político nacional ([23]).

No empañaremos estas líneas con frases grandilocuentes ni consignas tan de moda por estos tiempos. Catire solo fue una individualidad revolucionaria más. Humilde, sencillo, solidario, combativo e indeclinable que perteneció a una amplia generación de hombres y mujeres que buscaban una sociedad distinta y mejor, y se jugaron el todo por el todo para evidenciar sus verdades. Nada más y nada menos. Lo mismo hicieron y hacen cientos de miles de latinoamericanos y de revolucionarios en todo el planeta.

La Operación Cantaura. 0ctubre 4 de 1982

El miércoles 29 de septiembre de 1982, Roberto Rincón hizo las últimas anotaciones en su Diario. Cuatro largos días en silencio de escritura, cosa que no era habitual en la costumbre de Catire.

El lunes 4 de octubre de 1982, se dio la diana a las 5 de la mañana y se inició la rutina regular de la guerrilla. La patrulla de reconocimiento salió a su recorrido y regresó sin novedad. El personal de cocina comenzó a hacer el fogón. Aproximadamente a las 5.45 a.m., se escucha el ruido de un motor en el aire y exactamente en la cocina cae la primera bomba.

Comenzaba la fase operativa de la operación militar del gobierno con la participación de personal militar de los componentes Ejército, Aviación y funcionarios adscritos a la Disip. La denominada Operación Cantaura, tenía como objetivo expreso, la completa liquidación de los guerrilleros. Aquella bomba causó los primeros heridos y desconcierto, el Catire Rincón, Primer Comandante del Frente, increpa dando órdenes, en un intento, infructuoso, por dar rápida organización a la defensa del campamento, mientras caen otras bombas.

En un extremo de aquel perímetro se organiza una columna dirigida por los mandos fundamentales: el propio Catire Rincón (1er Comandante), Emperatriz Guzmán (La Chepa) (3er Comandante) y Sor Fanny Alfonso (Patricia) (Primer Oficial), que se enfilará en dirección de la carretera nacional buscando cruzarla e intentar romper por allí el cerco que evidentemente ya tenía montado el enemigo. Al otro extremo del campamento, en medio de los primeros disparos, otra columna dirigida por Alejandro Velásquez Guerra (el Camarita) (4to Comandante) y Enrique Márquez (el Gato – Florencio) (2do Comandante), busca el sentido contrario de la primera y romperán el cerco adentrándose en el monte. 

Ya marchando, en ésta última columna, el Gato, como también se le conocía a Enrique Márquez (Florencio) pregunta: ¿y el catire?, ¿Dónde está el catire? – y si mediar más, sale de la improvisada formación rumbo a la primera columna. De esa primera formación no quedó ningún sobreviviente: chocó de frente con el grueso del cerco que había tendido el enemigo. La segunda columna se disgregó en varios grupos monte adentro, después del primer choque con el enemigo, donde ya estaban desplegadas unidades de aniquilamiento que definitivamente no lograron su objetivo.

Parte de la segunda agrupación, de la que rompió el cerco, se topó y sometió a una patrulla enemiga y se vio obligada a usar el último recurso ante el Oficial jefe de la patrulla del gobierno ante su intento por desarmar a uno de los efectivos guerrilleros. El resto de  soldados, aun cuando quedó desarmado, no vio afectada ni un ápice su integridad física y moral.

El otro lado de la historia es conocido. Los compañeros que no murieron combatiendo fueron rematados estando heridos, rendidos o sin municiones para seguir peleando, la orden de no dejar un sobreviviente fue cumplida en la persona de los capturados. Las circunstancias del asesinato de los heridos y detenidos se conocen primeramente por el testimonio directo de dos compañeros que estuvieron en el combate y formaron parte de la columna que se retiró vía al monte ([24]). Con el correr del tiempo, comenzaron a conocerse nuevos detalles, por comentarios y testimonios de efectivos de las fuerzas armadas que participaron en esa operación, mientras cumplían su servicio militar obligatorio. A través de ellos se supo que la orden recibida fue terminante: no se tendrán detenidos ni prisioneros. 

Cantaura, fue un combate abiertamente desigual. Los guerrilleros murieron en su ley, combatiendo según lo que había sido su norma de vida y conducta: luchar hasta vencer o morir en el intento. De ellos se resalta su ejemplo de rectitud. Ahora bien, el que las fuerzas gubernamentales hayan eliminado a heridos y capturados constituye flagrante crimen de guerra, un acto delictivo que condena la misma jurisprudencia del Establecimiento del sistema mundo capitalista. Los hechos de criminalidad gubernamental ocurridos en el combate de Cantaura, es lo que se ha determinado como masacre. 

De acuerdo con el Informe final de la Comisión de Estado por la Justicia y la Verdad, en el Comando de la operación estuvieron un Oficial General, ocho Oficiales Superiores, veinticuatro Oficiales Subalternos, trescientos setenta y ocho efectivos de tropa, y noventa y seis funcionarios de la Disip ([25]), informaciones de amigos provenientes del mismo Ejército y de los cuerpos de seguridad del Estado en la época, señalan un número que sobrepasa los mil efectivos. Los funcionarios pertenecientes a la Disip, fueron dirigidos por su Director General, el director de inteligencia y el director de operaciones de ese organismo policial, para la fecha: los ciudadanos Remberto Antonio Uzcátegui Bruzual, José Domingo Yépez y Henry Rafael López Sisco ([26]).

Al final de la transcripción del Diario, la policía política hace la siguiente acotación mecanografiada:

El 04 de octubre en el sector de Mare – Mare, cerca de la población de Cantaura, Estado Anzoátegui, a las 06:00 horas, personal de la Dirección de Operaciones (Comandos) conjuntamente con los Batallones de Cazadores Genaro Vásquez, Campo Elías, Carvajal, Baca, Zaraza, Rondón y una cuadrilla de las F.A.V [Fuerza Aérea de Venezuela] compuesta por dos (2) aviones Camberra y dos Bronco OV-10, se enfrentaron a los integrantes del Frente Américo Silva (FAS) brazo armado del movimiento Bandera Roja, y en un combate de dos días, resultaron muertos el sub-Inspector de la Disip Antonio Lira García, el Capitán del Ejército Paolini y los terroristas:…

La responsabilidad política e histórica de los crímenes de Cantaura, recae primero en la persona del Presidente Luís Herrera Campíns, del Ministro de Relaciones Interiores Luciano Valero, del entonces Ministro de la Defensa General Vicente Narváez Churión. Todos los demás responsables, están señalados en el Informe Final referidos arriba.

Los caídos, nuestros caídos…

Roberto Antonio Rincón Cabrera (Sergio), Primer Comandante.

Enrique José Márquez Velásquez (Florencio), Segundo Comandante.

Emperatriz Guzmán Cordero (Chepa), Tercer Comandante.

Sor Fanny Alfonso Salazar (Patricia), Primer Oficial.

Carlos Jesús Arzola Hernández (Eduardo), Segundo Oficial.

Antonio María Echegarreta Hernández (Ramón), Tercer Oficial.

Carlos Alberto Sambrano Mira (Jaime), Cuarto Oficial.

Mauricio Alejandro Tejada Zapata (Plaza), Combatiente.

Eusebio Ricardo Martell Daza (Domingo), Combatiente.

Carmen Rosa García (Rosi), Combatiente.

Nelson Antonio Pacín Collaso (Víctor – Freddy), Combatiente.

Diego Alfredo Alfonzo Carrasquel (Alejandro), Combatiente y Logístico.

Jorge Luis Becerra Navarro (Gilberto), Combatiente.

Rubén Alfredo Castro Batista (Alexis – Alfonso), Combatiente.

Beatriz del Carmen Jiménez (Maira), Combatiente.

María Luisa Estévez Arranz (Natascha), Combatiente.

Euménides Ysoida Gutiérrez Rojas (Heidi), Combatiente.

José Antonio Zerpa Colina (Ciro), Combatiente.

Luis José Gómez (Pomponio), Combatiente.

Baudilio Valdemar Herrera Veracierta (Robin), Combatiente.

José Miguez Núñez (Rivas), Combatiente.

Julio César Farías Mejías (Miguel), Combatiente.

IldemarLorenzo Morillo (Rafael), Combatiente.

La publicación del Diario de Combate de Roberto Rincón Cabrera no es sino un sencillo y definido homenaje a él y sus compañeros de lucha y sueños. Desde donde quiera que se encuentren hoy, deben estar seguros que sus sueños y esperanzas siguen crudos en las ideas y empeños de quienes les sobrevivimos. –


Notas

* Pedro J Figueroa Guerrero. Doctorante en Historia (Universidad Nacional Experimental “Francisco de Miranda”. Núcleo Barquisimeto, Venezuela), Magíster en Historia (Universidad Centro Occidental “Lisandro Alvarado” UCLA. Barquisimeto e Investigador Museo Antropológico “Francisco Tamayo Yepes”, Quíbor, Estado Lara, Venezuela.

[1]  Nelson Paredes Huggins, “La política petrolera de Pérez Jiménez” en Tierra Firme, Revista de Historia y Ciencias Sociales, Caracas, octubre-diciembre 1986, Año 4-Vol. IV. No. 15, p. 358.

[2]  Seminario de Memoria Histórica sobre la Lucha Armada en el Oriente de Venezuela, Escuela de Historia de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Caracas, 15 y 16 de noviembre de 2023, disponible en la web en: https://escuelanuestraamericavenezuela.blogspot.com/search?updated-max=2023-11-13T08:34:00-08:00&max-results=7&m=1

[3]   Entrevista realizada por Agustín Blanco Muñoz a Moisés Moleiro, en Agustín Blanco Muñoz, La lucha armada: tres comandantes de la izquierda revolucionaria, Caracas, UCV, Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, 1982, p. 210.

[4]  Difícil incluir los trabajos de Agustín Blanco Muñoz en esa tipología. Sus trabajos más representativos sobre el problema lucha armada, sin contar los testimoniales, son:  Venezuela 1958 otra derrota popular (1991), Venezuela 1960, ¡La lucha armada va! (1992); Venezuela 1961 ¡disparar primero y averiguar después! (1992);Venezuela 1962 El Carupanazo la chispa que no incendió la pradera (1994); Venezuela 1962 – 1963 El Porteñazo trágica expresión de una aventura (1994); Venezuela 1963 – 1965 Lucha armada y paz democrática(1997); Venezuela 1965-1967 La violencia paz – democratizada (2001); Venezuela 1967 – 1968 Lucha armada y juego electoral (2004); Venezuela 1968 – 1971 El extremismo pacificado y enfrentado (2004); Venezuela 1972 – 1980 De la pacificación asesina al caso Niehous (2004). 

[5] Sobre el problema, en nuestra perspectiva, los dos investigadores que con más ahínco y responsabilidad se han dedicado al mismo son Pedro Pablo Linarez y Agustín Blanco Muñoz. 

[6]  Figueroa Guerrero, Pedro J, Dos testimonios: Ricardo Ochoa y Francisco Jiménez (El Viejo Ruperto). Fuentes para el estudio de la Insurgencia en Venezuela, Siglo XX. Entrevistas, introducción y notas Pedro J Figueroa Guerrero. Quíbor, Museo Antropológico de Quíbor “Francisco Tamayo”, Centro Nacional de Estudios Históricos (CNEH), Edición Digital, 2da. Edición 2021, 259 p.  Disponible en la web en: https://archive.org/details/dos-testimonios-r.-ochoa-y-f.-jimenez-2021 . Y el otro: Rincón Cabrera, Roberto. Roberto Rincón Cabrera. Diario de Combate. Septiembre 28 de 1981 / Septiembre 29 de 1982. (Introducción y notas Pedro J Figueroa Guerrero). 172 p. Venezuela, Museo Antropológico de Quíbor “Francisco Tamayo”, Centro Nacional de Estudios Históricos (CNEH), Edición Digital, Edición 2023, 136 p. / Colección: Fuentes para el estudio de la Insurgencia en Venezuela, Siglo XX. Disponible en Internet en Archive Digital Library, en la siguiente dirección web: https://archive.org/details/roberto-rincon-cabreradiario-de-combate

[7]   El partido Bandera Roja nace en 1970 y agrupó a ex militantes del MIR que consideraron necesario sostener en alto las banderas de la lucha armada. Se conformó alrededor del Frente Guerrillero “Antonio José de Sucre” (FGAJS), que venía operando desde 1967 bajo la dirección del MIR en el oriente del país. Siguió actuando, ahora bajo la conducción de Bandera Roja (BR) hasta 1976, cuando BR sufre una división interna y la fuerza guerrillera quedó en la dirección de otra formación política, Bandera Roja Marxista – Leninista (BR -ML). Esta última, tuvo corta vida y con ella también se disolvió el Frente Guerrillero. BR, por su lado, prosiguió su vida activa y constituyó una fuerza guerrillera rural propia, el Frente Guerrillero “Américo Silva” (FAS). Roberto Rincón llegó a ser su Primer Comandante, hasta que cayó en combate en 1982. El episodio fue un desigual combate entre la guerrilla y una muy numéricamente superior fuerza militar combinada del gobierno, el mismo se ha conocido en la historiografía política del país como “La Masacre de Cantaura”.  En el enfrentamiento murieron 23 combatientes. La estructura de retaguardia de BR y del FAS logró poner a buen resguardo a los sobrevivientes y a principios de 1993 se inició el proceso de reconstrucción del Frente Guerrillero, lo que se consiguió en poco más de un año, para seguir en sus tareas políticas y militares.

[8]  Manuel González Meyer y Ricardo Ochoa. Ambos iniciaron sus pasos en la lucha revolucionaria en las filas del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en los años 60. Ambos, también a finales de la década, se alinearon con el sector que persistía en la continuidad de la lucha armada y son parte de la generación fundadora de Bandera Roja (BR). González Meyer, fue integrante de una de las promociones de combatientes de la Escuela de Cuadros “Salvador de la Plaza” en el Frente Guerrillero “Antonio José de Sucre”. Fue miembro del Comité Político Nacional de BR y de su Comité Central. Hace varios años abandonó su militancia en Bandera Roja. Ricardo Ochoa (Sierra), también fue miembro del Comité Político Nacional de BR y de su Comité Central. Fue el Comandante del Frente Guerrillero “América Silva” (FAS), en la etapa de su reconstrucción después de 1982. También, hace varios años abandonó su militancia en Bandera Roja.

[9]  El Programa televisivo se realizó en 04 de octubre de 2007 en ocasión de los 25 años de los hechos de Cantaura. En el mismo estaban Rafael Hurtado Bravo quien presentaba la primera edición de su trabajo Cantaura: La masacre anunciada y González Meyer en representación del Comité “Cantaura por la verdad y la justicia”. En un momento del Programa, al referirse a otros eventos de las lides guerrilleras del FAS, señaló: “Aquí en mis manos yo tengo el Diario de Roberto Rincón Cabrera, que fue Primer Comandante del Frente «Américo Silva», que cayó por supuesto en manos de los cuerpos policiales y que bueno nos llegó a nuestras manos…”; el programa puede consultarse en la web en:  https://www.youtube.com/watch?v=UJ8TrXhVRwE 

[10]   Pedro Veliz Acuña inicia sus travesías como revolucionario en la década de los años 60. Formó parte del contingente de revolucionarios que funda Bandera Roja en 1970, partido en el que aun milita y es Presidente. Ex preso político. Fue el primer Comandante del Frente Guerrillero “Américo Silva” (FAS), miembro del Comité Político Nacional y del Comité Central de BR. Fue detenido en 1981 y le sucedió en la responsabilidad del FAS, Roberto Rincón Cabrera.

[11]  El Frente Guerrillero “Américo Silva” (FAS) se hace conocer públicamente el 14 de agosto de 1977, al realizar la operación “Vicente Contreras Duque”, de rescate de 13 prisioneros políticos que se encontraban recluidos en la Cárcel Nacional de La Pica, en Maturín, Estado Monagas. Uno de los fugados sería precisamente Roberto Rincón Cabrera.   

[12]  Los Comités de Luchas Populares (CLP), así como los Comités de Lucha Obrera (CLO) y en el frente estudiantil los Comité de Lucha de los Estudiantes Revolucionarios (CLER), fueron, por varios años, la fachada o careta legal de Bandera Roja en esos ámbitos y el periódico Que hacer, su vocero.  El nuevo Frente Guerrillero planificado funcionaría en el occidente del país, entre los estados Yaracuy, Lara y Falcón.

[13]   Ver: “Capturado Gabriel Puerta. La Disip investiga conexión entre Bandera Roja y el M-19”, en El Nacional, Caracas, Domingo 11 de abril de 1982; Ezequiel Díaz Silva, “La concha de Gabriel Puerta está en Montalbán”, en El Nacional, Caracas, lunes 12 de abril de 1982; Francisco Gómez, “Ayer se practicaron nuevas detenciones. Verifican conexiones del M-19 con Bandera Roja en documentación incautada y en interrogatorios a Puerta Aponte”, en Ultimas Noticias, Caracas, lunes 12 de abril de 1982

[14]   “Otro golpe a «Bandera Roja» asestó la Disip con la captura de un jefe del «Frente Américo Silva»”, en Ultimas Noticias, Caracas, 27 de abril de 1982; Zoraida Carvajal, “Las guerrillas tienen las horas contadas. La Disip desmanteló el Frente «Américo Silva»”, en El Diario de Caracas, Caracas, 29 de abril de 1982. “La Disip desmanteló al frente «Fabricio Ojeda»”, en El Diario de Caracas, Caracas, Domingo 09 de mayo de 1982. “Detenidos en Aragua y Guárico. Pasados a los tribunales militares los 16 dirigentes de Bandera Roja”, en El Nacional, Caracas, 10 de mayo de 1982; “En zona guerrillera. Batida general realiza DISIP conjuntamente con el Ejército”, en El Mundo, Caracas, 12 de mayo de 1982.

[15]  “Las detenciones fueron un trabajo de investigación. Valero [Luciano Valero, entonces Ministro de Relaciones Interiores]: «Las guerrillas estarán liquidadas antes de diciembre»”, en El Diario de Caracas, Caracas, 14 de abril de 1982. “El Ministro Valero Estos hechos prueban que les quitaremos las armas si no se acogen a la pacificación”, en El Nacional, jueves 13 de mayo de 1982

[16]  Ver: “Segundo dia de disturbios en el 23 de enero. Mataron a un policia e hirieron a dos estudiantes” enEl Nacional, Caracas, 12 de mayo de 1982. “Luciano Valero considera que hay orientación política. En los disturbios hay una finalidad no istitucional”, en El Diario de Caracas, Caracas, 13 de mayo de 1982.

[17]  “Hubo un nuevo encuentro con Bandera Roja en Anzoátegui. Murieron dos Disip y cuatro guerrilleros”, en El Diario de Caracas, Caracas, 13 de mayo de 1982; Evaristo Marín, “Choque armado cerca de Barcelona. Muertos cuatro guerrilleros y dos agentes de la Disip”, en El Nacional, Caracas, jueves 13 de mayo de 1982.

[18]  Evaristo Marín, “Asaltados por guerrilleros puestos policiales de Santa Inés y Bergantín”, en El Nacional, Caracas, 03 de agosto de 1982.

[19]  “Nosotros éramos cuarenta. Éramos más, pero en ese momento en el campamento éramos apenas cuarenta”, es el testimonio de Cándido Montilla, combatiente y sobreviviente del combate de Cantaura, Ver: Defensoría del pueblo, La masacre de Cantaura. 30 años, Caracas, 2012, p. 33 y ss. Otros de los consultados en nuestro trabajo ratifican la información.   

[20]  Ver testimonio de Ricardo Ochoa en Pedro J Figueroa Guerrero, Ob.CitDos testimonios: Ricardo Ochoa y Francisco Jiménez…, p. 62 y ss.

[21]  Ver: “El Ministro de la Defensa en Cantaura. Las guerrillas no se han acabado”, en El Nacional, Caracas, martes 12 de octubre de 1982, p. D-13 y “Luciano Valero. El gobierno será inflexible contra la subversión y la delincuencia”, en El Nacional, Caracas, martes 12 de octubre de 1982.

[22]  “Agredidos los presos políticos del cuartel San Carlos y sus familiares” en Caracas, El Mundo, 20 de febrero de 1983.

[23]  “El sustituto de Puerta. Capturado en Maracaibo un guerrillero”, El Diario de Caracas, Caracas, 16 de abril de 1983; “Frustraron los planes para reactivar «Bandera Roja». En Maracaibo coordinaban tres nuevos frentes guerrilleros”, en Caracas, El Diario de Caracas, 19 de abril de 1983, p. 11; Ezequiel Díaz Silva, “Con la captura de Guzmán Cordero descubierto plan para cobrar 40 millones por secuestros”, en Caracas, El Nacional, martes 19 de abril de 1983. “Brigada «Trino Barrios» de Bandera Roja desmanteló la DISIP en audaz operación” en El Mundo, Caracas, 08 de junio de 1983. Ezequiel Díaz Silva, “24 presos. La Disip desmanteló en Bolívar Comité Político de «Bandera Roja»”, en El Nacional, miércoles 08 de junio de 1983. “Gigantesco operativo de la Disip. Desmantelado Comité Político de Bandera Roja en Caracas”, en El Nacional, Caracas, jueves 23 de junio de 1983. 

[24]  Ver: Defensoría del pueblo, La masacre de Cantaura. 30 años, Caracas, 2012, p. 33 y ss; allí se transcribe el testimonio de uno de esos sobrevivientes donde se ratifica lo aquí afirmado.

[25]   Informe final. Contra el silencio y el olvido. Por la verdad y la justicia. Informe de la Comisión de Estado por la Justicia y la Verdad contemplada en la Ley para Sancionar los Crímenes, Desapariciones, Torturas y otras Violaciones de los Derechos Humanos por Razones Políticas en el Período 1958-1998. Febrero de 2017, p. 206 y ss. Disponible en la web en:https://justiciatransicional.org.ve/wp-content/uploads/2018/11/Informe-CONTRA-EL-SILENCIO-Y-EL-OLVIDO-POR-LA-VERDAD-Y-LA-JUSTICIA.pdf

[26]  Informe final. Contra el silencio y el olvido. Por la verdad y la justicia…, p. 207.

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