Las pinturas rupestres de Brasil: ¿el legado de nuestros antepasados? Michel Justamand

Pinturas rupestres do Brasil: o que nos legaram nossos antepassados?

Michel Justamand *

Traducción: Enrique Vetterli Nuesch

Escena de los cérvidos – São Raimundo Nonato – PI

Resumen

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Este artículo anhela suplir una laguna aún existente en el ámbito académico sobre pinturas rupestres brasileñas, presentándolas en investigaciones antropológicas y arqueológicas, motivado por la falta de una discusión más profunda acerca de los orígenes de nuestros ancestrales  y de sus prácticas artísticas e históricas en Brasil. Se sabe anticipadamente que dicha laguna no será totalmente suplida, pero se pretende hacer un aporte para el planteamiento de un cambio en los modos de mirar, de entender y de referirse a los “orígenes” de los primeros habitantes de esta tierra, que transmitieron lo que sabían acerca de la tierra a sus actuales ocupantes. Es fundamental que sus trazos originales, en formas de dibujos de hasta 30 mil años en las rocas, sean conservados, para que las generaciones futuras tengan también la oportunidad de observar y hacer sus propias interpretaciones de este acervo cultural representado por las pinturas rupestres.

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1. Las pinturas rupestres en Brasil: una discusión actual

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Las pinturas rupestres, como forma de rescate de la memoria cultural de grupos de los primeros habitantes de Brasil, ha sido un objeto de estudios y debates. KaKa Werá Jecupé, indio txucarramãe e historiador, relata en sus escritos lo que le ha sido legado por sus padres, abuelos y bisabuelos:

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«La memoria cultural también se da a través de la grafía-dibujo, la forma en que se guarda la síntesis del desarrollo, que consiste en escribir a través de símbolos, trazos y formas y dejarlo registrado en el barro, en las hojas de palmera transformadas en tiestos, en la pared y hasta en el cuerpo, por medio de pinturas hechas con jenipapo y urucum.»  (JECUPÉ, 1998, p.26)

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Por esa razón, los arqueólogos tienen un rol fundamental en la construcción de la memoria de los primeros pueblos ancestrales del país. Un trabajo que consiste en:

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«Hacer que los objetos hablen, que digan sobre sí mismos y sobre los hombres que los fabricaban. Y es posible, a través de la arqueología, saber cómo ocurrió el desarrollo de la tecnología, los modos como se adaptó la naturaleza, el provecho de recursos naturales, el desarrollo del arte, la dispersión de grupos, los contactos entre culturas diferentes.» (IDEM, ibídem, p. 30).

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Loredana Marise R. Ribeiro, historiadora, al discutir la tradición y las rupturas en el arte rupestre de Minas Gerais, habla del reaprovechamiento de los grafismos hecho por varios grupos:

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«Esas figuras reutilizadas y las relaciones entre grafismos que perduran junto a las diferentes ocupaciones estilísticas de los soportes del sitio indican que grupos étnicos distintos manejaron y compartieron bienes culturales.» (RIBEIRO, 1997, p.182)

 

Mário Pedrosa, un crítico de arte que ha elaborado fundamentos teóricos para explicar la evolución del arte desde las formas más primitivas hasta el arte moderno, ofrece una enorme contribución cuanto identifica “fuerzas humanas” y “significado mágico” en las pinturas rupestres:

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«Aun en Brasil se conocen dibujos en las piedras al margen de los ríos, que son relativamente rayados en la roca, como una especie de gravado. Se componen en parte por figuras geométricas y en parte por formas humanas. Se cree que el punto de partida de los dibujos eran las rayas dejadas sobre las piedras por el atrito de la cuerda utilizada por los salvajes para tirar la canoa hacia el margen del río. A dichos dibujos se les sumaron interpretaciones de significado mágico.»  (PEDROSA, 1995, p. 216).

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Pedrosa también comenta las representaciones de animales y el vigor de las figuras producidas en las rocas:

 

«En las obras de arte primitivas, en las más célebres representaciones de animales del arte de las cavernas, las formas dictadas por los accidentes naturales de los muros y rocas serían, (…), Completadas para darnos aquellas figuras de vigor extraordinario.» (IDEM, ibídem).

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Fayga Ostrower, investigadora de arte que discute la relación entre la mirada y el mundo circundante, explica que:

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«Acompañando la conformación natural de la misma roca, o sea, aprovechando ciertas cavidades y protuberancias que pudieran sugerir las formas del animal, el artista gravaba los surcos de las líneas de contorno y coloreaba las áreas con pigmentos naturales: tierra, que son los tonos ocre, almagre para el rojo, carbón para el negro.» (OSTROWER, s/fecha, p.168).

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En ciertas pinturas los animales representarían también a los ancestros; aparentemente, los animales tenían un doble significado: al mismo tiempo que era necesario matarlos para sobrevivir, también representaban a los ancestros de los hombres. Ostrower aún deja claro que los hombres podrían dominar y poseer a los animales a través de las imágenes. La actitud que los dibujos trasmiten es de profundo respeto. (IDEM, ibídem, p. 168-9).

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1.1 Aspectos relevantes de las pinturas rupestres

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Otros aspectos  ofrecidos por las pinturas rupestres a los investigadores son los hábitos diarios y los eventos singulares en la vida social de los grupos, como lo indica la Fundación Museo del Hombre Americano:

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«Algunas representaciones humanas se presentan revestidas con atributos culturales, como adornos de cabeza, objetos ceremoniales en las manos etc. Son abundantes las composiciones de grafismos representando acciones ligadas tanto a la vida de todos los días como a las ceremoniales, y éstas constituyen la especificidad de la tradición del Noreste.» (FUMDHAM, 1998, p.62).

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Escena de los atributos culturales – São Raimundo Nonato – PI

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Sobre las relaciones entre tiestos hechos por los grupos indígenas actuales y las artes más antiguas, Ana Claudia Oliveira explica que el hombre necesitaba comprender y articular el mundo a su alrededor de forma que le fuese benéfico, y para ello utilizó las pinturas rupestres:

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«El hombre paleolítico, al articular el mundo por imágenes, movido por sus necesidades específicas, concibe imágenes en forma plástica para (re) conocer, (re) procesar y (re) almacenar su ambiente circundante, pues de ello depende su supervivencia.» (OLIVEIRA, 1987, p.55)

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La antropóloga e investigadora del Parque Nacional da Serra da Capivara – PI, Anna-Marie Pessis, precisa que, al principio, la actividad pictórica tuvo una función individual y lúdica, que en el futuro se volvió procedimiento con una función social (PESSIS, 1999, p.69). Las pinturas permitían las relaciones sociales a todos los que participaban de la cultura local en ese determinado espacio/tiempo, entre hace 12 mil y seis mil años.

 

Pessis y Niéde Guidon, arqueóloga jefe hace más de 30 años de las investigaciones en São Raimundo Nonato – PI,  afirman que las pinturas rupestres están distribuidas por todo el mundo conocido y fueron producidas casi al mismo tiempo, hecho este que ratifica su importancia sociocultural para los habitantes locales y para los grupos que estuviesen de paso por aquellos caminos:

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«Los descubrimientos más recientes confirman que los registros rupestres prehistóricos aparecieron de forma casi concomitante, en Europa, América, África y Australia. La universalidad de esta actividad no relacionada con las técnicas de subsistencia indica la importancia de los registros rupestres en el desarrollo de las sociedades prehistóricas.» (GUIDON y PESSIS, 1992, p. 19).

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Fabíola A. Silva, antropóloga que estudia la presencia de las artes en la vida de grupos indígenas antiguos y actuales, apunta algunas posibles utilidades (como el control de recursos naturales, rutas de pasaje e indicaciones de locales para explotación) de las pinturas por la sociedad productora. En esta cita, se destacan el control y la explotación de recursos naturales:

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«(…) la distribución del arte rupestre, (…), indicaría un nivel significativo de control de los recursos naturales de parte de las poblaciones que lo produjeron. Las localizaciones de estos vestigios se constituirían como verdaderas rutas de conexión entre esas áreas de explotación de recursos naturales, e igualmente, como indicación de locales específicos de explotación de determinados recursos.» (SILVA, 1996, p.19)

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1.2 ¿Para qué servían las pinturas?

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En Brasil, los arqueólogos apuntan hacia la posibilidad de que las manifestaciones rupestres hayan servido para la comunicación entre grupos, o aun para que otras poblaciones advenidas al mismo lugar en algún tiempo posterior las usaran como “modelos”, pintándolas por encima y/o completándolas.

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Los escritos de Guidon y Pessis hablan sobre las pinturas rupestres de São Raimundo Nonato – PI, en donde existen tres Tradiciones (a las que se suman las sub-tradiciones) de pinturas rupestres, o sea, Geométrica, Agreste y Nordeste. En dichas tradiciones se habrían utilizado, para las mismas pinturas, significados diversos de interpretación o, para pinturas diversas, los mismos significados; dos culturas opuestas representan una misma idea a través de dos grafismos diferentes, y una misma forma puede tener significados diferentes en otros contextos.

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Las culturas se intercambiaban y se relacionaban para poder entender los signos producidos por los grupos diferentes. Si en otro momento una misma pintura tiene una interpretación diferente en cada grupo, esto sugiere que las poblaciones cambiaron informaciones y la reutilizaron de otras maneras.

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En otro texto, Guidon analiza superposiciones de tradiciones rupestres, buscando indicar la forma de “mezclarlas”  empleada en la producción de pinturas:

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«Con frecuencia, las figuras Agreste se realizaron en el interior de paneles Nordeste, lo que dificultó los trabajos en la segregación de tradiciones. Es también bastante común hallar grafismos de esta tradición sobrepuestos a los de otras tradiciones. El estudio de este procedimiento de superposición ha permitido identificar la existencia de un criterio de elección del espacio pictórico que le es proprio a la tradición del Agreste cuando ésta comparte un espacio material con la tradición Nordeste.» (GUIDON, 1992, p.46).

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“Compartir” un espacio entre tradiciones significa que las poblaciones dividieron experiencias, conocimientos e informaciones en un mismo espacio, probablemente en periodos diferentes. A través de las pinturas rupestres, transmitieron sus relaciones de cómo vivir en aquel determinado local.

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Seguramente, esos locales eran en gran parte reocupados, puesto que se encuentran cargados de informaciones acerca de su entorno. Consecuentemente, los nuevos ocupantes podrían decodificarlas, como lo muestra el arqueólogo Schmitz, que desarrolla sus investigaciones en la región centro-oeste de Brasil:

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«Los principales sitios se localizan en abrigos rocosos, cuevas y cavernas e indican una cierta estabilidad de (re) ocupación, tanto en las capas sedimentales como en las pinturas e las paredes.» (SCHMITZ, 1999, p.57).

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Era muy importante conocer los medios de subsistencia, para no perder tiempo diariamente durante la búsqueda por comida (caza/pesca y/o colecta de frutas). Por eso, las pinturas rupestres tuvieron el rol de retratar, con cierta precisión, cuál era la base económica en los locales en donde se dibujaron e informar qué existía en ese medio:

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«La base económica seguía siendo la caza, la recolección y la pesca: las pinturas rupestres retrataban con detalles la evolución sociocultural de esos grupos durante por lo menos 6 mil años, lo que constituye uno de los más largos e importantes archivos visuales sobre la Humanidad, disponible, hoy, en el mundo.» (GUIDON, 1992, p.43).

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Escena de la división de tareas de la caza – São Raimundo Nonato – PI

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Las tradiciones de pinturas rupestres de São Raimundo Nonato (PI) permitieron que ideas, técnicas y prácticas se incorporaran en las sociedades que no las tenían, pero que compartieron los mismos espacios socioculturales y crearon formas de expresión:

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«Durante el periodo inicial del estilo Serra da Capivara, la región era poco habitada. Sabemos que otros grupos, minoritarios, compartían el mismo espacio con las comunidades culturales de Serra da Capivara. Grupos que no tenían el dominio de la técnica gráfica, pero que incorporaron a sus culturas esta práctica rupestre de las comunidades dominantes. Estas poblaciones son responsables por otra tradición de pintura rupestre existente en el Nordeste de Brasil, la tradición Agreste.» (PESSIS, 1989, p.14-15).

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1.3 ¿Cuáles eran las funciones de las pinturas rupestres?

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El arqueólogo Paulo Seda, que en sus investigaciones busca interpretaciones para las pinturas rupestres, explica que éstas surgieron como un acontecimiento natural en nuestra evolución. Considera que las pinturas rupestres son las representaciones gráficas del lenguaje, y en consecuencia habría comunicación e historia:

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«El surgimiento del arte representa, pues, un acontecimiento natural dentro de la evolución física, mental y sensorial del Homo Sapiens: nasciendo de la formación del conjunto intelectual lenguaje-grafismo, significa la representación gráfica de la magia del lenguaje.» (SEDA, 1997, p.150).

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Argumenta igualmente que buscar una función única para la pintura rupestre sería limitar la capacidad humana:

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«En las sociedades primitivas la función esencial del arte no es hacer magia, sino iluminar y provocar la acción. Sin embargo, esta base mágica no puede ser negada, pues en todas sus formas el arte siempre posee un poco de magia: el arte es necesario para que el hombre se vuelva capaz de conocer y cambiar el mundo. Pero el arte es también necesario por la virtud de la magia que le es inherente.» (IDEM, ibídem).

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El arte funcionaba como promotor de la capacidad del hombre para “conocer y cambiar el mundo”; el hombre podría, por medio de sus conocimientos culturales adquiridos, transformar lo que conocía y cambiar su vida.  Otra función para las pinturas rupestres sería marcar el tiempo:

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«Se debe destacar que sería ingenuo por nuestra parte creer que algún pueblo podría no tener la necesidad o un modo de marcar el tiempo (sean ellos cazadores o colectores o aun culturas más complejas).» (IDEM, ibídem, p.160).

Escena de las embarcaciones – Seridó – RN

Las pinturas rupestres mostrarían los lugares de vivienda, de rituales y de socialización (religiosa y/o familiar):

 

«Cualquier habitante indígena podría identificar sin equívocos o problemas el “paredão das araras”, en donde se encuentra el mejor material para hacer instrumentos de piedra, el inmenso salón cubierto de la “mulher pintada”, en donde cabía todo el grupo en las estación de la lluvia; la aldea cerca del “lajedo das cobras”, en donde el joven agricultor elegía su novia.» (SCHMITZ, 1984, p.31).

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Schmitz aun dice: podría servir también para marcar y delimitar el territorio de cada uno de los grupos (IDEM, ibídem). Esto indica que los antiguos habitantes del local también se preocupaban con sus límites territoriales, con sus “propiedades” colectivas, como garante de supervivencia.

 

1.4 Qué muestran las escenas rupestres

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En las pinturas hay escenas de caza, rituales, sexo, parto, entretenimiento, domesticación de animales y plantas, entre otros motivos cotidianos de ese periodo:

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Escena del parto – São Raimundo Nonato – PI

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«Como todos los pueblos, los antiguos habitantes de São Raimundo Nonato han dejado vestigios de sus crónicas sociales y diarias. En este caso, los vestigios quedaron registrados en las pinturas rupestres, cuyos primeros trazos –manchas deformadas y tímidas – fueron pintadas con pigmento vegetal rojo hace 32 mil años. El arte figurativo sólo apareció hace 12 milenios, con representaciones de plantas, figuras humanas, objetos hechos por el hombre, figuras geométricas de significado ignorado y dibujos de capivaras, siriemas, jaguares, tatús y cérvidos. Algunas pinturas muestran escenas de caza, combates, luchas individuales, ejecuciones, relaciones sexuales –algunas caracterizadas por la presencia de un observador- y partos. Otras representan ceremonias de significado ignorado, en las que se ven hombres ornamentados con grandes coronas de plumas; filas de gentes comandadas por un tocador de trompa y figuras con maracás (instrumentos que se tocan sacudiéndolos) en sus manos.» (GUIDON, 1990, p.42).

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Escena de lucha – São Raimundo Nonato –PI

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Los habitantes de mucho antes de 1500 pintaban en las cavernas y paredones lo que de más interés observaban en su entorno, a lo largo de sus vidas, para que pudiesen enseñarlo y trasmitirlo. Así, todos aprendían a reconocer las costumbres de la cultura local.

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Sobre algunas interpretaciones de las pinturas rupestres

 

Gabriela Martín, arqueóloga que estudia en la región noreste la sub-tradición Seridó de la Tradición Nordesde de Rio Grande do Norte, apunta que la actitud normal de las personas cuando se encuentran con los paneles de pinturas rupestres es la de buscar un significado inmediato, o sea, buscar una “lectura” de lo que ahí está escrito o se ha intencionado contar (MARTIN, 1997, p.248).

 

Mientras que la tendencia de la arqueología:

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«Es, no interpretar las representaciones rupestres, sino nada más que describir lo que allí hay, lo que se puede ver, pasando a análisis más técnicos que interpretativos, basándose en criterios técnicos que valorizan saber cómo los grafismos fueron hechos, qué recursos materiales se emplearon y, principalmente, cuáles grafismos se pueden considerar como representativos de una tradición rupestre determinada.» (IDEM, ibidem).

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Por lo tanto, la ciencia arqueológica no hace interpretaciones, sólo describe técnicamente las pinturas. Pero otra tendencia, de la cual uno de los autores ya se ha citado, busca interpretar, aunque de forma hipotética, las pinturas rupestres, como es el caso de Pedro Inácio Schmitz.

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En el artículo O lajedo Soledade: um estudo Interpretativo, de Leila Serafim Pacheco y Paulo T. de Souza Albuquerque, se hacen interpretaciones sobre las pinturas. Se trata de un estudio que apunta hacia la necesidad de interpretaciones del mencionado local de Rio Grande do Norte; éstas permiten abrir camino hacia nuevas investigaciones interpretativas. Investigadores como Fabíola Andréa Silva igualmente incentivan la interpretación de pinturas en el mundo.

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¿Tenían las pinturas rupestres también funciones pedagógicas?

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Martin explica que existían redes de comunicación social por las que habría trasmisión de información por medio de las generaciones, y que la herencia cultural también participaba de esa red de comunicaciones. (IDEM, ibídem, p.308)

 

Luego, las pinturas rupestres podían ser enseñadas a futuros grupos y tendrían la capacidad de integrar socialmente al grupo, y éste comprendería el legado que se le había dejado. Era como si hubiesen participado de una escuela, en donde aprendían y enseguida trasmitían sus mensajes. Esta agregación volvería posible la supervivencia económica, cultural y social de los grupos usuarios.

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Así, las pinturas rupestres, producidas de acuerdo con lo que se observaba en el local circundante, eran portadoras y capaces de trasmisión de sentido, como  signos que se trasforman unos en otros en la mente humana.

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Según el concepto de Peirce, autor que investigó la interpretación de los signos, si existe comunicación, entonces existe historia, pues el gesto, la palabra, la imagen y/u oralidad tienen el mismo valor funcional de trasmisión de comunicación, independiente de la materialidad. Las pinturas rupestres, entonces, son signos no-verbales que actuarían de la misma forma que los verbales en la trasmisión de conocimientos.

 

Las pinturas rupestres tienen movimientos, señalando las acciones y emociones de las personas:

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«Las figuras humanas caminan, saltan, corren y bailan con movimientos graciosos, lanzan sus dardos o atacan con tacapes o hachas. Algunas son estáticas pero revelan una expresión emocional por la posición de los brazos, de la cabeza y del cuerpo.» (MARTIN, 1982, p.56)

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Escena de la danza – São Raimundo Nonato – PI

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Martin sugiere que, por tales motivos, las pinturas podrían haber posibilitado una mayor relación (recorrido de comprensión, aprendizaje y de utilización) entre los individuos de la sociedad y de todo el medio –social y biológico- circundante.

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Martín también describe las acciones que aparecen en las pinturas:

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«Esta Tradición Nordeste es caracterizada por la presencia de ciertas composiciones gráficas, grafismos de acción que representan acciones de la vida cotidiana y ceremonial. Son temas sexuales, de violencia, de cacería y rituales ceremoniales, cuyos componentes y distribución persisten en las diversas manifestaciones de la Tradición Nordeste de Brasil.» (MARTIN, 1989, p.21)

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Escena del ceremonial – São Raimundo Nonato – PI

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Para enfatizar aún más las informaciones  sobre las acciones en las pinturas rupestres, Pessis aporta los siguientes datos:

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«Entre las tradiciones de pinturas rupestres identificadas en la región, la tradición Nordeste es la más importante y se caracteriza por componerse de figuras humanas y animales, frecuentemente dispuestos de una forma en que representan acciones de la vida cotidiana y ceremonial del hombre de la pre-historia. Estas representaciones gráficas son reconocibles por cualquier observador.» (PESSIS, 1989, p. 11).

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Las acciones que representan la vida cotidiana señalaban que las pinturas, probablemente, habían sido para los antiguos habitantes de Brasil (nacionalmente, no apenas en Nordeste) una indicación acerca de qué actitudes tomar y en qué momento en sus prácticas sociales y culturales.

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Escena de los acróbatas en São Raimundo Nonato – PI

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Pensando sobre la cuestión de los hábitos representados en la pinturas rupestres de la tradición Nordeste en Brasil, Pessis y Guidon señalan:

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«El trazo que marca esta tradición es el hecho de que estos grafismos pueden estar agenciados, representando acciones. Los temas de tales acciones se pueden reconocer, en la mayoría de los casos, como ligados a técnicas de subsistencia y a actividades cotidianas o ceremoniales.» (PESSIS y GUIDON, 1992, p. 23).

 

Las actividades de subsistencia presentes en las pinturas son las más importantes, pues a partir de la producción de alimentos y de la salud social se trasmiten los conocimientos que tuvieron influencia sobre los hábitos de cacería y colecta de los grupos.

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Escena de la caza colectiva – São Raimundo Nonato – PI

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El uso de los nombres de Tradición para las pinturas rupestres

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Varios arqueólogos (Prous, Martin y Guidon), aunque diverjan acerca de los nombres, utilizan el término “tradición” para la similaridad en diversas formas de pintura rupestre. Éstas son símbolos e imágenes que llevan formas de trasmisión de las culturas, acciones y pensamientos para la posteridad de los grupos.

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Edithe Pereira, arqueóloga que estudia las pinturas rupestres de la región norte, comenta que:

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«El significado contenido en las pinturas y grabados rupestres elaborados por los pueblos prehistóricos se perdió en el tiempo. Lo que antes fue un mensaje entendido y compartido por muchos, es hoy imposible de develar. Sin embargo, la forma concebida y plasmada en la roca se conservó a lo largo de los siglos, llegando a nuestros días como testimonios de la expresión cultural de un pueblo. Conservar y difundir este patrimonio arqueológico es nuestro deber.»  (PEREIRA, 1999, p.20).

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Así, vemos que las pinturas rupestres (que se pueden considerar como arte) le permiten al historiador que, a través de las interpretaciones (o aun insinuaciones) de la arqueología y de la antropología, imagine, vea, constate o trasmita a los demás cómo era el mundo, el ambiente y el cotidiano vividos por los hombres y mujeres.

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Aun que no se consideren como arte, las pinturas rupestres serían de gran importancia social e histórica para la comunicación humana. Sugieren una forma de trasmisión sistemática de informaciones grafiadas y se encuentran dispersas por todo el territorio brasileño. Su desarrollo sigue determinados patrones, cuya repetición y/o diferenciación vuelven posible la identificación de subcategorías que hacen parte de una misma tradición (o sub-tradición y/o estilo).

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Las pinturas rupestres son vestigios dejados por los hombres, como lo dijimos, en todo el mundo. Luego, se pueden utilizar como materiales de estudios por historiadores. Así, todos los vestigios del pasado son considerados como dichos materiales para el historiador: la pintura, el cine, la fotografía; han sido incluidos como fuentes de la historia y, por lo tanto, pasibles de interpretación historiográfica.

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Conclusión

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Este estudio buscó mostrar la presencia de las pinturas rupestres por todo el territorio nacional, y en especial las producidas en la región nordeste. Además de mostrar su importancia sociocultural para los primeros ocupantes del país, pero no solamente para ellos sino para todos nosotros hasta hoy.

 

La práctica rupestre permitió a los primeros brasileños el ejercicio de la comunicación no-verbal, por medio de símbolos reconocibles por ellos en ese periodo. Tal vez nunca lograremos interpretarlos hoy como lo hacían los primeros habitantes del país, pero no podemos despreciar este monumental acervo cultural del cual disponemos y que debe ser resguardado por todos.

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En este estudio igualmente se mostró una parte del modo de vida de los primeros habitantes locales, o sea, que eran cazadores, colectores y pescadores que vivían, muchas veces, en harmonía con la naturaleza circundante, tomándole solamente lo necesario para sus vidas, sin exageraciones o desperdicios. Se constató que tenían momentos de entretenimiento y diversión en sus objetos musicales, además de practicar sus rituales y ceremonias.

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Las pinturas rupestres hoy deben ser analizadas como tantas otras fuentes históricas que revelan el pasado de muchos habitantes, pues cuando son interpretadas revelan la existencia de grupos históricos de los que  poco o nada se sabe.

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NOTA

* Michel Justamand  es profesor de Antropología de la Universidad Federal de Amazonas – UFAM; Historiador, habilitado en Filosofía y Sociología; Master en Comunicación y Semiótica y Doctor en Antropología por la Pontificia Universidad Católica de São Paulo. Articulista de la revista Espaço Académico, con textos sobre pinturas rupestres. Autor de 13 libros, de los cuales seis tratan de las pinturas rupestres brasileñas.

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Ariadna Tucma Revista Latinoamericana. 7. Marzo 2012-Febrero 2013. Volumen I

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