Bolívar e Irvine. La naciente política exterior de la tercera República

Las goletas Tigre y Libertad habían sido capturadas por la flota republicana comandadas por el Almirante Brion  cuando intentaban burlar el bloqueo del Orinoco a fin de evitar el abastecimiento de los españoles sitiados en Angostura y en los Castillos de Guayana La Vieja. Eran propiedad de los armadores estadounidenses Peabody, Tucker y Coulter y habían sido contratadas por el gobernador español de Guayana Lorenzo Fitzgerald.

Las naves fueron  apresadas en fechas distintas. La Tigre salió del Orinoco con la misión de traer armas, municiones y tabaco que habían sido comprados por Fitzgerald al comerciante británico Lamson. El 17 de marzo izó velas en Salem, puerto del estado de Massachusetts en Estados Unidos y entró en  puerto en el Orinoco el mes de abril. Posteriormente, saldría llevando otro cargamento cuando fue capturada el 4 de julio de 1817. Por otro lado, la goleta Libertad había salido de Martinica en junio, cargando municiones. Ya navegando por el río se encontró con los buques patriotas que lo bloqueaban y, no obstante le advirtieron que estaba violando el bloqueo y le dieron órdenes de devolverse, intentó regresar de manera furtiva para remontar el Orinoco, cuando fue apresada por la escuadrilla del Capitán de Navío Antonio Díaz. (Fernández, 2012) Salto de página

A pesar de la controversia de la Florida y la situación de las goletas capturadas, Bolívar recibió a Irvine en medio de grandes expectativas acerca de su misión. El 13 de julio había escrito al General Páez anunciándole la llegada del agente diplomático estadounidense e informándole que al día siguiente presentaría sus cartas credenciales con lo cual podría comenzar a realizar sus funciones. En la comunicación al general llanero, exteriorizaba una gran esperanza cuando le explicaba que “De antemano, aseguro a Us. que las hostilidades entre el Norte América (sic) y la España, han comenzado ya, apoderándose los primeros de San Agustín, capital de la Florida. La guerra, pues, entre estas dos potencias, no admite duda, y nuestro reconocimiento es una consecuencia necesaria de ella” (O´Leary, Op.Cit). Lamentablemente, muy pronto sus expectativas iban a ser frustradas.

La benevolencia del Libertador para con el visitante se manifestó en la recepción que le ofreció el 19 de julio cerca de las 12, hora en que el Jefe Supremo recibía a las autoridades civiles y militares según reseñó O´Leary (1881) en sus memorias. El enviado especial de Estados Unidos se presentó escoltado por el Almirante Brion recibiendo los honores correspondientes a su dignidad. Bolívar manifestó el regocijo del gobierno y pueblo de Venezuela por tener en su territorio  al representante de un gobierno por el cual los venezolanos siempre han manifestado “sentimientos de predilección”. Irvine respondió en términos similares, procedió a entregar sus cartas credenciales, le obsequió una biografía de George Washington y  se retiró. Esa misma noche, el Jefe Supremo dio un banquete en honor del agente estadounidense al cual asistieron las más altas autoridades civiles y militares de Venezuela.  Según el despacho del Correo del Orinoco (1998) en su N°5 del 25 de julio  “…nadie podía contener en su corazón los ardientes votos que hacía por la amistad y la unión eterna de la América del Norte con la del Sur.  Es increíble el entusiasmo que inspiraron los brindis del Gefe Supremo a la salud del PRESIDENTE DE LOS ESTADOS UNIDOS JAMES MONROE, una vez el Soldado y siempre el Abogado de la Libertad…”[1]. Y agrega más adelante para finalizar “En suma, la satisfacción que reinaba en este Convite, sólo puede compararse á la que experimentan quando inesperadamente se reconocen y se abrazan dos hermanos”[2]

Todavía exultante, consecuente con el entusiasmo propio de su personalidad, Bolívar le escribe a Páez el 1° de agosto informándole que ya Irvine había presentado sus cartas credenciales, hace una  muy positiva y optimista reseña  del cometido de Irvine. Circunscribe la misión de éste al examen de la situación en Venezuela para informar a su gobierno al respecto. El mensaje del Libertador a Páez está plagado de alabanzas al estadounidense, llega a decir que éste le “…ha hablado con amistad y sinceridad…”. Apunta que el diplomático le ha asegurado que su país está dispuesto favorablemente hacia  Venezuela y que la guerra de Estados Unidos con España es inevitable, toda vez que las acciones bélicas habían comenzado muchos meses antes con la invasión comandada por el general Jackson a las Floridas (O´Leary, Op.Cit).