La Edad Media y el cine: Lo religioso, lo divino y sus vínculos con el poder. II

Segunda parte

Norberto Aguirre *

Castillo de Urquhart, Lago Ness. Escocia. Foto: Carolina Crisorio

En al artículo anterior había analizado el abordaje hecho por la cinematografía occidental a la problemática del estado y los grupos sociales durante la este arbitrario e impreciso período conocido como Edad Media. En él se esbozaron ciertas temáticas de singular importancia pero que en función del espacio requerido para la nota y la necesidad de circunscribirse a uno o dos objetos específicos, esto a los efectos de lograr una mayor claridad en la exposición, me llevaron a dejarlos de lado. Uno de ellos hacía referencia a  la visión que nos transmitían diversos cineastas sobre las religiones, las creencias y lo sagrado durante estos siglos.  Sobre este aspecto me detendré en este artículo.

 

 

Como sucede respecto al tema del Estado y de los grupos sociales no todos los directores y guionistas han analizado el tema que nos compete bajo un mismo prisma; sin embargo  mas allá de estas diferencias, sustanciales en algunos casos, quizás sea posible encontrar algún patrón común que conecte todas estas visiones y que haya ayudado a conformar parte del imaginario actual sobre las religiones  y lo divino durante the middle ages. Para ello tomaré como material central de análisis los films Flesh and Blood (Conquista Sangrienta) del director oriundo de los Países bajos Paul Verhoeven, ya trabajado en el artículo anterior,  junto con “Le nom de la rose” (El nombre de la rosa) del francés Jean Jacques Annaud y la islandesa “I skugga hrafnsins” (La sombra del cuervo) de Hrfan Gunnlaugsson..

 

El concepto religión expresa, a nivel general, las relaciones que establece el hombre con lo sagrado. Desde ya que estas relaciones no son iguales en todas las civilizaciones y a través de los distintos períodos históricos. Asimismo el concepto de sagrado, este de origen griego, tiene también disímiles significados. Sin embargo, respecto de este último y a los efectos de simplificar este artículo,  podemos concluir siguiendo a Kirk[1] que lo que nuestra cultura “occidental” entiende por sagrado esta muy cerca del vocablo griego hieron. Este expresa lo divino; todo lo que se halla relacionado con este, como ser los cultos, los ritos, los mitos; todo aquello que procede de un orden trascendente originado en la voluntad divina( tanto lo referente al orden del mundo como a un  orden social) y todo lo que escapa a una explicación racional. Es en este contexto que nos vamos a adentrar en los aspectos religiosos en la cinematografía de la Edad Media.

Un primer aspecto a destacar es que por lo general en los filmes que abordan este período se puede apreciar un contraste muy fuerte entre las creencias y relaciones con lo sagrado de gran parte de la población campesina, ampliamente mayoritaria en proporción durante estos siglos, y los intentos de la Iglesia cristiana de eliminar y uniformar las creencias religiosas de gran parte de la sociedad rural. Como bien señala Le Goff hacia el siglo XIII gran parte de la población de Europa Occidental vivía en una sociedad incompletamente cristianizada en la cual la religión había tal vez impuesto su ley en la superficie de los seres y de las cosas, pero no había penetrado todas las conciencias y todos los corazones[2].   En un principio la Iglesia cristiana, luego de su reconocimiento definitivo como religión de Estado por el emperador romano Teodosio (379-395), había logrado asentarse en los centros urbanos, pero el ámbito rural era un espacio en el cual la cristianización era muy relativa y en el que subsistían viejas creencias y prácticas religiosas heredadas del pasado. Cuando  desde el siglo XI la Iglesia intentó implantar definitivamente el cristianismo en el campo, en una política que no solo debía su lógica a los intentos de esta de incrementar su poder temporal y espiritual sino que también actuaba a favor de la imposición del poder monárquico en una sociedad feudal, el conflicto, con sus fases de represión y resistencia, no tardó en estallar. Para ello vamos a analizar los aspectos señalados en tres films que abordan la cuestión en tres siglos distintos para poder apreciar los cambios que se ven reflejados entre uno y otro.  En I skugga hrafnsins (La sombra del cuervo)  la acción transcurre en Islandia en el año 1.077. Es un territorio muy poco cristianizado; con un desarrollo urbano prácticamente nulo y en el que las familias mas poderosas constituyen clanes que poseen, por lo general,  una granja en las que los productos del mar son claves para la subsistencia siendo en muchos casos motivos de guerra entre estos. En este escenario el cristianismo esta desembarcando en la isla de la mano de algunos de los principales líderes de estos grupos; las imágenes, tanto de Cristo como de la virgen María, cumplen un papel central en el intento de cristianización llevado a cabo por estos. Pero es solo una cubierta muy precaria que oculta, tras nuevos nombres, las concepciones básicas de la religión nórdica. Aún mas, en algunas de estas granjas, subsisten los templos dedicados a Odín con los templos cristianos; y el accionar de los personajes reconoce fuertes influencias de estas creencias.

 

Por ejemplo el padre de Trausti, uno de estos líderes clánicos, yace en una tumba “pagana” mientras que su madre intenta levantar la primera catedral cristiana de la isla. Esto, entre otras cosas, lleva a este clan a enfrentarse con el Obispo, su mujer y su hijo, los que compiten por la construcción de la catedral (es importante aclarar el grado de precariedad que ostentan ambas, siendo esto coherente con la sociedad en la que se desarrollan). El Obispo no es mas que otro señor del lugar; sin ningún tipo de conocimiento ni preparación teológica para el cargo y en el que se confunden las prácticas y conceptos de las religiones pre-cristianas con esta última. En última instancia lo que se desata es una lucha por el poder y la religión aparece como un elemento central en esta lucha. Pero en ningún caso esto implica la cristianización real de los integrantes de esta sociedad y mucho menos a la persecución e imposición de normas y prácticas religiosas uniformes en una sociedad que aún dista mucho de tener un esbozo mínimo de  centralización del poder político. Se puede aún pedir a Odín y Cristo sin que esto implique una contradicción real y practicar ambos cultos a la luz del día; es por ello que Trausti puede decir que solo somos cristianos cuando es necesario y la madre de este señale que no importa si le dicen Cristo o Odín.

 

Distinta es la situación reflejada en  “Le nom de la rose”, film de Jean Jacques Annaud basado en la obra de Umberto Eco. La acción transcurre en el año 1327  en una abadía benedictina del Norte de Italia, durante el papado de Juan XXII (1316 – 1334) y en un momento en  el que esta institución de índole religioso y político ha sido trasladada, tras el asesinato de Bonifacio VIII en 1303, a la ciudad de Avignon,  en la actual Provence francesa. Este dato no es de una importancia menor en la medida en que esta revelando la sujeción del poder eclesiástico al poder político lo que llevará a que este último utilice al primero para imponer su poder sobre las zonas rurales de Europa Occidental. Desde ya que esta relación no va a estar exenta de conflictos, de avances y retrocesos sucesivos de uno y otro, pero marca una tendencia que permite explicar, aunque sea parcialmente, el desarrollo y expansión, en cierta zonas de Europa, de la Santa Inquisición. Esta no solo sería funcional a los objetivos del Papado sino que también sería una expresión muy clara de la expansión del poder central del Estado, en este caso, por intermedio de otras instituciones.

 

En el film Annaud muestra una sociedad feudal de estamentos claramente definidos en la que la Iglesia y los monasterios cristianos viven del diezmo que exigen a los campesinos de la región, con los que tienen una relación mas que distante. Pero la sujeción de estos últimos a los primeros es real; esto se aprecia claramente en las escenas en las que los campesinos tren sus productos para entregar a la abadía y los monjes le responden Por todo lo que des en la tierra recibirás cien veces en el cielo. Pero la cristianización de las masas rurales aún sigue siendo superficial, a pesar de la ofensiva que esta llevando a cabo la Iglesia para modificar esta situación, penetrar definitivamente en este ámbito, y expurgar los resabios del las creencias pasadas. Para ello el terror, expresado tanto en el plano simbólico, con el desarrollo de toda una demonología de aspectos y consecuencias aterradoras, como en el físico, con la aplicación de castigos ejemplifícadores, pasará a ser un pilar central de la estrategia de la Iglesia. Este terror, cuya objetivo y consecuencia directa será la sumisión del hombre ante Dios y las autoridades que lo representan en la tierra, romperá las relaciones que habían mantenido las culturas campesinas con la naturaleza y las divinidades heredadas del pasado. Por otro lado este sentimiento también se extenderá a los mismos representantes de Cristo, los que, mas allá de los actos que lleven a cabo, tendrán también un temor reverencial hacia Dios y hacia las influencias demoníacas sobre el hombre. De este modo el abad Jorge, quien tiene en control real de la abadía, señalara hacia final del film que sin temor no puede haber fe y que sin temor al demonio ya no hay necesidad de Dios. El film muestra que este nueva realidad  no solo puede ser explicada desde un punto de vista político y económico sino que también hay que tomar en cuenta la mentalidad de la época que hacía que lo anterior pudiera ser operante. En los claustros del convento, por otro lado de una frialdad y oscuridad aterradoras consecuente con lo antedicho, campea entre los monjes la idea de pecado, de autoflagelación y de la presencia permanente del Demonio. Las muertes acaecidas en ella, que viene a investigar el franciscano William de Baskerville, son atribuidas, sinceramente, por muchos de los integrantes de esta comunidad benedictina a la bestia.

 

La posición racionalista y fundamentalmente aristotélica de William es un rara avis en este contexto. Un contexto en el que para que la religión cristiana pueda imponerse definitivamente sobre otras expresiones y creencias religiosas debe dejar de lado la duda y expurgar todo aquello que pueda conducir a esta. Por ello en los laberínticos pasillos de la torre se guardan libros que no deben salir a la luz pues pondrían en tela de juicio a aspectos considerados centrales en la fe religiosa. Así el hermano Jorge y el inquisidor, viejo enemigo de William, le dirán a este que la duda es enemiga de la fe y que en este momento de la historia es la primera es un lujo que la Iglesia, y el Estado por intermedio de ella,  no pueden darse. Por otro lado el Papado no solo tiene que lograr la cristianización definitiva de los habitantes de la zona rural sino que además debe luchar para subordinar a las distintas ordenes y sacerdotes a la autoridad Papal, para lo cual la Inquisición también cumplirá un papel relevante. En este escenario muchos movimientos religiosos dentro del cristianismo que ponían en duda la autoridad papal serán calificados de herejías y otros, como lo muestra el film respecto de los franciscanos, tendrán que arriar algunas de sus banderas y subordinarse a la autoridad central del Papa.  Esto conlleva también a que las antiguas creencias campesinas deban  ser definitivamente erradicadas, en la mediada que las mismas suponían una cosmovisión alternativa pero coherente del mundo y del orden social[3]. Es el momento de la aparición y desarrollo en la conceptualización cristiana de la brujería y de las prácticas demoníacas las que son identificadas por los teólogos cristianos como invocaciones a dioses paganos, tanto de origen romano como célticos y teutónicos. Ya no había espacio para ellos, o al menos para que sus prácticas se hiciesen a la vista de todos, y el camino de la brujería estaba por escribirse[4].

 

Esto aspecto también es ampliamente analizado en el film mostrando como a través del temor, expresado tanto en la Inquisición como en los sermones y las imágenes difundidas desde los púlpitos de las Iglesias,  se intentaban extirpar estas prácticas. La condena a la hoguera de la campesina es un claro ejemplo de lo antedicho. En esta película, a diferencia de la anterior, ya no hay espacio para que convivan distintas creencias, que se superpongan, que se modifiquen mutuamente. Es un momento en el que, tras la profunda dispersión del poder experimentada hasta entonces, se intenta retornar a una centralización del mismo en el plano político y religioso, y en el que se debe lograr la mayor uniformidad posible.

 

Flesh and blood se ubica en un período posterior, en el año de 1501,  en  una región indefinida del oeste de Europa que bien podría ser Italia. En la misma el director oriundo de los Países Bajos nos muestra un escenario en el que aún impera una profunda dispersión del poder político y en el que los nobles,  burgueses y mercenarios enriquecidos, se enfrentan entre sí por parcelas de este poder. Si bien en apariencia la sociedad en sus distintos estamentos, que van camino a convertirse en clases sociales, parece estar cristianizada, esto sigue revelándose,  en muchos casos,  superficial. Sin embargo el contacto con lo sagrado y lo divino impregna a casi todos los integrantes de esta sociedad quienes constantemente requieren el apoyo de Dios y de los distintos santos cristianos, los que encubren una abigarrada mixtura de elementos provenientes de las creencias y religiones previas al cristianismo con conceptos y dogmas de la religión dominante en aquel entonces. Por mas autosuficientes que parezcan los distintos personajes de la película, por lo general rudos soldados mercenarios o nobles guerreros, están imbuidos de una concepción religiosa que mezcla miedo con esperanza. En el ejercito mercenario de Martín no solo hay un sacerdote, que también es guerrero, sino que marcha con el mismo una estatua de Saint Martín, la que marca la dirección hacia donde deben dirigirse estos hombres. Según los movimientos de esta representación divina  el sacerdote intenta predecir el futuro, aspecto que, aún existiendo dentro de las distintas variantes del cristianismo, esta mucho mas cerca de las religiones antiguas y de la hechicería que de la religión emergida en el Concilio de Nicea del 325 [5].  Asimismo en film aparecen creencias no cristianas que operan en la realidad cotidiana de los personajes. El ejemplo mas paradigmático de esto es la escena en la que Agnes, una joven virgen perteneciente a la aristocracia  que  va a contraer enlace con el hijo de Arnolfini, un noble feudal que ha traicionado al ejército mercenario de Martín, se encuentra con su prometido, y busca la mandrágora, una planta que si crece bajo los cuerpos de los ahorcados, al comer su raíz garantiza el amor eterno a quienes realicen este acto. Como vemos el director nos muestra un mundo en el que los actos y los conceptos se interrelacionan profundamente y en donde los elementos de la naturaleza siguen desempeñando un papel importante en los lazos que unen al hombre con lo divino.

 

Tres films, tres momentos históricos distintos, y una cosmovisión religiosa que impregna las visiones de cada uno de ellos. Aún estamos lejos de la edad de la razón motivo por el cual estos aspectos parecen formar parte de la constitución intrínseca de los sujetos de estos siglos.  Y en los  que si bien emerge una religión y cosmovisión religiosa dominante,  resabios de las antiguas creencias o bien se mimetizan tras las nuevas figuras triunfantes o bien sobreviven, de todos formas inevitablemente modificadas, en las intersticios poco visibles de estas sociedades como mecanismo de resistencia de los que han sido vencidos.

 

 

Ficha técnica de los films mencionados

 

 

I skugga hrafnsins // La sombra del cuervo

Director: Hrfan Gunnlaugsson.

Año: 1988

Origen: Islandia – Suecia – Noruega

Actores: Reine Brynolfsson (Trausti), Egill Olafsson (Hjoerleifur), Sune Mangs (el obispo), Helgi Skúlason (Grim)

Actrices: Tinna Gunnlaugsdóttir (Isolda), Kristbjorg Kjeld (Sigrid), Klara Iris Vigfusdottir (Sol)

Guión: Hrfan Gunnlaugsson.

Fotografía: Esa Vuorinen

 

Le nom de la rose // El nombre de la rosa

Director: Jean Jacques Annaud

Año: 1986.

Origen: Francia – Italia – Alemania Occidental

Actores: Sean Connery (William de Baskerville), F. Murray Abraham (Bernardo Gui), Christian Slater (Adso von Melk), Michael Londsdale (El abad), Volker Prechtel (Malaquías), Feodor Chalipain Jr (Jorge de Burgos), Elya Baskin (Severinus), William Hickey (Ubertino de Casale), Michael Habeck (Berengar)

Actrices: Valentina Vargas (la campesina)

Guión: Andrew Birkin – Gérard Brach – Alain Gordon – Howard Franklin sobre la novela de Humberto Eco

Música: James Horner

Montaje: Jane Seitz

Vestuario: Gabriela Pescucci

Fotografía: Tonino Delli Colli

 

Flesh and Blood //Conquista sangrienta

Director: Paul Verhoeven

Año: 1985

Origen: EE.UU – España .

Actores: Rutger Hauer (Martin), Tom Burlinson (Steven), Jack Thompson (Hawkwood), Fernando Hilbeck (Arnolfini), Ronald Lacey (El cardenal), Brion James (Karsthans),

Actrices: Jennifer Jason Leigh (Agnes), Susan Tyrrell (Celine), Marina Saura (Polly)

Guión: Gerard Soeteman – Paul Verhoeven

Música: Basil Poledouris

Montaje: Ine Schenkkan

Vestuario: Ivonne Black

Fotografía: Jan de Bont

NOTAS

* Norberto Aguirre es Docente e Investigador de la Facultad de Ciencias Económicas  y del CBC de la Universidad de Buenos Aires

[1] G. S. Kirk; La naturaleza de los mitos griegos, Paídos, Barcelona, 2002

[2] Jacques Le Goff; La bolsa y la vida, Ed Gedisa, Barcelona, 1987, pag. 97

[3] Señalemos, sin embargo, que estas cosmovisiones ya habían sufrido cambios en su contacto con el cristianismo y al modificarse la realidad socio -económica y política en la que estaban insertas. Sería un grave error considerar a las creencias pre-cristianas como una serie de conceptos estancos e inmodificables. Pero las mismas cuestionaban el poder simbólico y político de la Iglesia sobre estas poblaciones al competir en estos planos con la teología cristiana

[4] Desde el siglo XII la preocupación teológica por el Diablo había ido en aumento, según algunos autores en gran medida como respuesta a la “herejía” cátara. De allí en mas la importancia del Diablo creció y desde las púlpitos de empezó a difundir la idea de que  este con su ejército de demonios recorría  el mundo para inducir a los hombres al pecado y  frustrar el plan de Cristo. Para mas datos ver G. Minois, Historia de los infiernos, Paídos, Barcelona, 1992 y Jacques Le Goff, op. Cit

[5] La hechicería se encuentra muy relacionada a la adivinación, al suponer que el cosmos es un todo en el que existen conexiones ocultas entre los fenómenos naturales. Es importante señalar de todos que la adivinación  no es sinónimo de hechicería sino que en la Europa medieval se la consideraba  mas cercana de la magia superior. Para mas datos ver entre otros  Jeffrey B. Russell, Historia de la Brujería: hechiceros, herejes y paganos, Paídos, Barcelona, 1992; Mircea Eliade, Ocultismo, brujería y modas culturales, Paídos, Barcelona, 1997 y Emanuel Le Roy Ladurie, La bruja de Jasmín, Argos Vergara, Barcelona, 1984

Fuente: http://www.asterionxxi.com.ar/numero5/edadmedia.htm

 

Ariadna Tucma Revista Latinoamericana. Nº 5. Marzo 2010-Febrero 2011

 

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