La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. A 100 años.

Georgina Flores García, María Elena Bribiesca Sumano y Brenda Jacqueline Vázquez Montes de Oca *

Resumen/ Abstract VER

El siglo XX fue un siglo convulso, apasionante, acelerado, reformista, revolucionario, cambió la Historia de la humanidad y del planeta mismo, empezó con revoluciones tecnológicas, económicas, sociales y políticas, en todo el mundo.

La población mundial en 1900 era de 1 650 000 000 habitantes, al final del siglo había 6 070 581 000 en el mismo espacio geográfico, podemos afirmar que las transformaciones se dieron en forma vertiginosa, que cada uno de los países vivió y sufrió las consecuencias de todos los cambios.

Quizá pensemos que así se dio la metamorfosis en todos los siglos de vida de la humanidad, sin embargo al mirar hacia atrás no encontramos las formas de comunicación que se generaron en el siglo XX, los siglos que le antecedieron se transformaron paulatinamente, las tradiciones de padres a hijos se daban lentamente, hoy por hoy se presentan en forma apresurada.

¿Por qué el comentario anterior si este artículo trata de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos a cien años? Precisamente porque México abre los ojos al siglo XX con una serie de declaraciones hechas el 7 de agosto de 1900 por parte de Ignacio Montes de Oca y Obregón, obispo de San Luis Potosí en el Congreso Católico celebrado en París, aduciendo que “En México la Iglesia había progresado a pesar de las restricciones impuestas por las Leyes de Reforma, pero denunciaba la separación de la Iglesia y el Estado, como <<un estado violento, contrario a la naturaleza, como la del alma y el cuerpo, que a su pesar se separan después de una larga y dolorosa agonía>>”[1]

La guardia liberal de los diferentes estamentos sociales, desde los altos como Camilo Arriaga hasta los bajos como Juan Sarabia, no hicieron esperar sus respuestas y se organizaron en el Partido Liberal Mexicano. Estaba en entredicho la Constitución de 1857 con sus Reformas Liberales adicionadas después de la llamada guerra de tres años o de Reforma. ¿Cómo quedaba la figura de Juárez ante esas declaraciones?, ¿Cómo quedaban las luchas de los liberales que tanta sangre habían derramado?

Izquierda: Hermanos Ricardo y Enrique Flores Magón en prisión de Los Ángeles, Estados Unidos. Fuente Wikipedia

Camilo Arriaga convocó a la formación del Partido Liberal Mexicano el que quedó conformado en 1901 con intelectuales como: Ricardo, Enrique y Jesús Flores Magón, Juan Sarabia, Antonio Díaz Soto y Gama, Librado Rivera, entre otros, los que se dieron a la tarea de elaborar un proyecto de nación a través del documento: denominado Programa del Partido Liberal Mexicano que iniciaba con un apartado designado: Reformas constitucionales, para posteriormente incluir tópicos como los de: Mejoramiento y Fomento de la Instrucción, Extranjeros, Capital y Trabajo, Tierras, Impuestos, etcétera.

¿Cuáles eran los tópicos que el mencionado Programa proponía? Fueron los mismos que en profundidad se discutirían en el Congreso Constituyente de 1916: Instrucción (Educación) artículo 3°, Tierras, artículo 27°, Capital y Trabajo artículo 123°, entre otros el artículo 130°, fueron motivo de las más álgidas discusiones aunque los precursores intelectuales de la revolución ya los habían contemplado, ¿por qué? Porque la idea se gestó al inicio del siglo XX, la Constitución Política de 1857 no se había respetado y treinta años de porfiriato requerían una nueva visión del mundo, acorde a los avances que al momento se tenían, incluir a la mujer en la población económicamente activa; para 1910 el 33% de la población eran amas de casa, otro 33% eran infantes, un país no podía avanzar siendo proveído económicamente con un 33%, amén de un porcentaje de más del 77.7% de la población que era analfabeta y vivía en condiciones precarias de trabajo.

La industria se había modernizado, requería de mano de obra calificada, lo que se lograría solamente con educación, no con instrucción, ésta genera obedecimiento de órdenes, la educación propicia la reflexión luego la toma de decisiones. Lo que había propuesto el Partido Liberal Mexicano sería discutido durante las sesiones de los constituyentes del 16 en Querétaro, con una diferencia de fondo que por lo mismo no se aprecia a simple vista: La ideología; los precursores revolucionaros partían desde una plataforma anarco sindicalista, mientras que los constituyentes del 16 lo hicieron desde un liberalismo jacobino. Los intereses de clase, los depositarios de los beneficios eran personas completamente diferentes, sin embargo todos luchaban por: Justicia, Liberad e Igualdad, como lo dejó claro el Lic. Jesús Urueta en su discurso denominado “La conquista de la Ley”:

Cuando los recuerdos de los días gloriosos viven y palpitan intensamente en la conciencia de un pueblo, la esperanza sonríe en medio de los dolores. No olvidar significa no desmayar. El porvenir no puede ser lapidado con pedazos de ruinas y de tumbas. La tradición es gloria y la gloria es estímulo. Volver la vista al pasado, es, a veces mirar de lleno al porvenir; nuestros muertos siguen siendo creadores de energías. No están dormidos en el corazón del pueblo: infatigables, eternos sembradores, todo lo remueven y todo lo vivifican. No los consumió la hoguera de las revoluciones, ni los arrastró a la leyenda la cauda de oro del carro de los triunfos. Son la médula de nuestra historia, la vida de nuestra vida y nos acompañarán -legión sagrada- a la gran conquista, a la conquista de la ley. Ellos hicieron la ley, la ley de libertad que los hados crueles encerraron en la prisión dorada de nuestro progreso material. De su cautiverio sólo sale para decorar las pomposas escenas de la política oficial y oficiosa o para ser mutilada implacablemente en beneficio de los poderosos (reelección, ampliación del periodo presidencial, restricción del amparo, etc., etc., etc. […] Es preciso, urgente, que todos los mexicanos comprendan que la Constitución, sólo la Constitución, puede salvar a la Patria. El pueblo que pone sus destinos en manos de un hombre, por grande que éste sea, es un pueblo insensato que, por la ley histórica, paga con la esclavitud su amor a las efímeras glorias imperiales. Mientras las instituciones no funcionen normalmente, no se puede hablar de paz, ni de progreso ni de libertad.[2]