El problema de las nacionalidades en la ex URSS. I

Centralismo o balcanización

Carolina Crisorio*

DormitorioObrero1917

Dormitorio obrero en Rusia. 1917

Introducción**

…basta penetrar en el fondo de cada fenómeno histórico, es decir, en la actividad de las masas que han tomado parte en él, para convencerse de que la voluntad del héroe histórico no guía a las masas, sino que ella misma es guiada. León N. Tolstoi.[2]

Intentar un acercamiento al problema de las nacionalidades en la URSS obliga a reflexionar acerca de la Revolución Rusa que, al igual que la Revolución Francesa o la Revolución Industrial, suscita grandes polémicas acerca de su significado. ¿Fue el año 1917 un corte respecto del pasado o, por el contrario, existen elementos de continuidad? Quien analice la revolución bolchevique podrá comprobar que existen numerosos acontecimientos que rompieron los cimientos de la sociedad zarista, como así también descubrirá líneas que vuelven a dibujarse a largo plazo en el escenario donde se desarrolló el intento de construir una alternativa al capitalismo. La guerra civil iniciada a fines de 1917, arrasó con el poder político y social de la nobleza terrateniente y de la burocracia absolutista del “imperio multiétnico” de los zares (H.Carrère d’Encausse, 1982).

Lenin Stalin

Vladimir Illich Ulianov «Lenin» (1870-1924) y Iósif Vissariónovich Dzhugashvili «Stalin» (1878-1953).

En el ámbito económico, que nunca debe verse separado de lo político y lo social, la instauración del Comunismo de Guerra y luego de la NEP (E.H. Carr, 1985) produjeron cambios significativos en el sector productivo. Fallecido Lenin, las limitaciones de la NEP para equiparar a la aislada URSS con las otras naciones industrializadas abrieron un amplio debate (Nove, 1973) acerca de qué curso debía tomar la economía. Stalin tomó una dura determinación para superar ese “retraso” al poner en vigencia la Colectivización Forzosa. Ésta disparó en forma directa sobre la burguesía agraria (kulaks) que nunca apoyaría un proceso de industrialización, pero también barrió todo el poder que pudiera quedar en manos de los campesinos entregándoselo al Estado.

 

La inexistencia de una verdadera burguesía que llevara adelante un salto cuantitativo y cualitativo a su favor, torció el proceso por un camino distinto al capitalismo europeo occidental. También permitió la consolidación del Estado soviético, que se valió de organismos político-administrativos centralizados para crear mecanismos de acumulación de recursos que pudieran destinarse al desarrollo de la industria pesada, y a la maquinización rural. En cuanto a las nacionalidades, ya antes de 1917 los socialdemócratas rusos estaban convencidos de la necesidad de abrir la “cárcel de los pueblos”. La percepción de las fuerzas balcanizadoras que sacudían el imperio multiétnico de los zares permitió levantar un estandarte fuertemente cuestionador del orden establecido: la autodeterminación de los pueblos. Esta bandera libertaria fue aprovechada por fuerzas contrarrevolucionarias para cortar vínculos con Moscú. Cuando los bolcheviques, urgidos por resolver el desastre en el frente bélico, e impelidos de cubrir las necesidades básicas de la población, vieron disgregarse la herencia de los zares, proclamaron la unión voluntaria para atraer a los pueblos oprimidos a la construcción de una relación más igualitaria.

 

escudo

Derecha: Escudo de la URSS

 

Así la URSS se estableció a veces voluntariamente y otras por el triunfo de las armas. Stalin con el axioma del socialismo en un solo país dio una respuesta sui generis a la cuestión de las etnias y las nacionalidades. Por paradójico que parezca se ofrecía una respuesta superadora del nacionalismo, pero “dentro” de fronteras nacionales. En algún momento esa contradicción se pondría de manifiesto. Además, el deseo de Stalin de profundizar el cambio social más allá de la esfera política y económica, lo llevó a luchar con las armas de la educación para eliminar la cultura y mentalidad del zarismo y construir una cultura nueva, revolucionaria. Sus campañas de alfabetización favorecieron la reconstrucción de la historia de los pueblos alógenos, por lo cual esta etapa es llamada por algunos investigadores de indigenización y la consideran positiva para la autovaloración de la identidad étnica y nacional, inclusive para los pueblos ágrafos (H.Carrère d’Encausse, 1982).

 

Molotov-Ribbentrop y Stalin

 

Ribenntrop, Molotov y Stalin

 

El enrarecimiento del clima internacional durante el período de entreguerras y la certeza de que Alemania terminaría por “dar el zarpazo” sobre el territorio soviético, frente al cual el Tratado Molotov-Ribbentrop no fue un freno, permitió el afloramiento del chauvinismo gran ruso que con tanto acierto Lenin había criticado en los propios cuadros revolucionarios. La imagen del hermano mayor ruso permitió el retorno del nacionalismo ruso y sofocó todo el reverdecimiento de las nacionalidades.

 

El centralismo democrático dio lugar entonces, a un conglomerado multiétnico con relaciones asimétricas, y donde los eslavos, especialmente los rusos, jugaron un papel predominante, mientras que los otros pueblos se tuvieron que contentar con espacios secundarios y periféricos. Esto se manifestó en las fuerzas armadas, en el partido único, en los organismos de control político y en la propaganda. Terminada la Segunda Guerra Mundial, la URSS amplió sus fronteras, y logró establecer un área de influencia sobre Europa Oriental con el Pacto de Varsovia y el COMECON, iniciándose la Guerra Fría.

 

ChurchillRoosevelt Stalin

Izquierda Encuentro de Churchill, Roosevelt y Stalin en Yalta


Esta fue aprovechada por el poder central para mantener el control político y social, lo cual permitió la consolidación del nacionalismo ruso a largo plazo. Luego, el intento descentralizador de Jrushov, culminó en un nuevo reforzamiento de los controles del poder de Moscú, que apeló a la construcción del ciudadano soviético como categoría superadora de la identidad nacional, y a la utilización del ruso como lengua oficial tal como lo habían echo los zares.

 

Kennedy-Jrushov2

 

Derecha:John F. Kennedy (1917-1963) y Nikita Jrushov (1894-1971)

 

Brézhnev, si bien mantiene en apariencia muchos elementos de ortodoxia, toma un rumbo diferente que desembocará la “transición al capitalismo” de la década del noventa. Este basó su poder en el establecimiento de nuevos lazos entre el gobierno central y las élites locales, lo que algunos investigadores han tildado feudalidad soviética.[3]

 

Abajo Leonid Brézhnev (1906-1982)

brezhnev5

El ciudadano soviético pasó a un segundo plano y se enalteció el espíritu del partido. La élite surgida de las estructuras burocráticas, conformada por todos aquellos que pertenecían a la Nomenklatura o estaban estrechamente ligados a ella, rusos o no, consolidó su situación de privilegio. Esto permitió el fortalecimiento de los barones del régimen, aludiendo a las élites locales, incluidas las rusas, que colaboraron en la disolución soviética. A su vez, la crisis económica, política, social, cultural y ética en la que fue entrando la URSS en los sesenta reconoce varios orígenes.

 

Una de las causas fue la política llevada a cabo por el poder soviético, que condujo al nepotismo, a agravar los problemas de distribución y al fortalecimiento del mercado negro, favoreciendo el estancamiento económico y el retraso tecnológico del complejo militar-industrial. Brézhnev murió con todos los honores sin saber que su familia fue implicada en affaires y corruptelas.

 

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Izquierda: Yuri Andropov (1914-1984)

 

El breve interregno Andropov-Chernenko no logró sacar de su adormecimiento al gigante soviético que quedó en manos de una nueva generación de dirigentes inspirados abiertamente en Andropov y de manera más silenciosa en el intento descentralizador jrushoviano. Gorbachov encabezó a un grupo dentro de la propia Nomenklatura que deseaba la reconstrucción (perestroika) del poder soviético desatascando lo que él llamaba el mecanismo del freno, para lograr la aceleración de la economía (uskorenie) para lo cual necesitaba transparencia informativa (glasnost).

 

 

Chernenko

Izquierda: Konstantín Chernenko (1911-1985)

 

La consecuencia de sus reformas económicas y políticas a favor del poder central enrareció aun más el aire viciado de una sociedad que se proclamaba igualitaria, pero que descubría la existencia de unos “más iguales que otros”. El descontento social pronto fue acompañado del descontento nacional y étnico. Podría decirse que la “wende”[4] y la posterior caída del Muro de Berlín significaron la exteriorización más evidente del descrédito del sistema que fronteras adentro se había manifestado en los conflictos de la región del Cáucaso, en el Báltico y en los Urales.

 

Sin embargo, todavía durante la celebración del 70° aniversario de la constitución de la URSS la propaganda oficial sostenía que “el problema de las nacionalidades” había sido resuelto por el socialismo en un lapso relativamente breve debido a que “la vía para su solución pasa por desarrollar todas las naciones y pueblos, sin lesionar los derechos de ninguno” (V. Gurevich y V. Tretiakov, 1987). El temor de ciertos sectores beneficiados con la burocracia, de perder poder de sustentación en un nuevo tratado de unión que habría de firmarse en agosto de 1991, provocó el fallido golpe de Estado, en el que las desprestigiadas fuerzas armadas[5] se mostraron divididas.

 

La Unión, herida mortalmente, fue desbordada por movimientos nacionalistas de los más variados signos (Yves Lacoste, 1992). En diciembre de 1991 oficialmente se disolvió la URSS y se constituyó la Comunidad de Estados Independientes (CEI) ¿Por qué se mantuvieron unidas durante siete décadas 15 repúblicas federadas, 20 repúblicas autónomas, 8 regiones autónomas y 10 comarcas autónomas con una cifra superior a los 2.300.000 diputados, incluyendo desde los miembros del Sóviet Supremo a los de los Sóviet locales de diputados populares? ¿Qué elementos cohesionaron a esa “familia” en la que el “hermano mayor” ruso mantuvo una notoria posición hegemónica? ¿Qué elementos favorecieron las tendencias centrífugas? Y si reflexionamos sobre fenómenos más puntuales, ¿por qué Leningrado en lugar de retomar el nombre de Petrogrado prefirió el de las reminiscencias imperiales de San Petersburgo? Para encontrar respuestas es necesario detenerse en el proceso interno con una perspectiva histórica, teniendo en cuenta las circunstancias internacionales.

 

Por otra parte, para determinar cómo está enfrentando su nueva vida la Federación Rusa, es importante recalcar que si bien ha sufrido pérdidas territoriales, desea también reconstituir la esfera de influencia con la que contaba la URSS. Cómo hacerlo genera en el plano internacional dos posiciones contradictorias: una desea unirse a Europa Occidental y otra insiste en no olvidar que desde los zares a Gorbachov pervivió la idea de colocar a Rusia en el centro de un poder euroasiático.

 

En el plano interno, como todas las sociedades nacidas de la transición al capitalismo no ha podido entrar a una abierta economía de mercado a pesar de intentar aplicar las recetas más ortodoxas (J.J. Boillot, 1994). Además, el poder económico y político ha quedado en manos de mafias incubadas en muchos de los engranajes del Estado brezhneviano, mientras pervive el militarismo, alentado para sofocar los enfrentamientos interétnicos o los conflictos con Moscú como ocurre frente al levantamiento checheno, que no ha recibido el claro apoyo que en su momento tuvieron los pueblos bálticos de la comunidad internacional. Una buena pregunta es quién gobierna hoy a los rusos, con un presidente enfermizo, que debió entrevistar a uno por uno a los generales que lo apoyaron frente al Parlamento, y que en las elecciones de marzo de 1996 enfrentó una derrota frente a los nostálgicos de lo que la URSS había brindado en el pasado. Otro interrogante es por qué los antiguos enemigos permiten que el poder ruso se reconstituya parcialmente. Es probable que se vea a Rusia como el gendarme de la región que puede mantener el control de la herencia nuclear soviética.[6] Cabría preguntar por último cuál es la verdadera situación en la que han quedado los organismos del Estado y en manos de quien han quedado los grupos de empresas, que ya en épocas de Brézhnev habían comenzado a fusionarse. Reconociendo las limitaciones que impone la barrera del idioma como también el hecho de que la bibliografía aun continúe teñida por las pasiones de la Guerra Fría[7] comencemos a bucear en el océano del tiempo, recuperando vestigios del barco hundido de la historia.

 

Crisis del imperio zarista


Cena en Palacio

Cena en la Corte rusa de los zares

 

La creación de la Tercera Roma por los césares rusos fue un largo proceso de incorporación de un amplio mosaico de pueblos con múltiples lenguas, cosmovisiones, costumbres y religiones. La antigua Rus, un principado menor, desarrolló a lo largo del tiempo una política de expansión instaurando un sistema de dominación sobre pueblos cristianos, musulmanes y otros. Esta política fue motorizada y cimentada por un Estado absolutista, que le permitió construir un imperio multiétnico de características distintas a los países de Europa Occidental y que fue sometido a tensiones causadas muchas veces por el descontento de los pueblos subordinados. (P. Anderson, 1987) Así a fines del siglo pasado frente a los países sacudidos por el desarrollo del industrialismo, pervivían los imperios como el ruso o el turco que mantenían sus características absolutistas (H.Carrère d’Encausse,1982). Tal como sostiene P. Anderson:

 

la autocracia era un Estado feudal, aunque Rusia en el siglo XX era una formación social mixta, dominada por el modo de producción capitalista: un dominio cuyos efectos remotos podían leerse en las estructuras del zarismo. Su tiempo no era el del imperio guillermino o el de III República, que eran sus rivales o aliados: sus verdaderos contemporáneos eran las monarquías absolutas de la transición del feudalismo al capitalismo en Occidente… Al final, el absolutismo ruso sacó su gran fuerza del mismo advenimiento del capitalismo industrial, implantándolo burocráticamente desde arriba, del mismo modo que sus predecesores occidentales habían promovido el capitalismo mercantil… El desarrollo internacional del imperialismo capitalista, que irradió al imperio ruso desde Occidente, fue lo que hizo posible esta combinación de la tecnología más avanzada del mundo industrial con la monarquía más arcaica de Europa. Finalmente, por supuesto, el imperialismo, que había armado al absolutismo ruso en un primer momento, lo acabó ahogando y destruyendo: la prueba de la primera guerra mundial fue demasiado para él. (P. Anderson, 1987)

 

Es en este contexto que los pueblos subordinados comienzan a expresar su descontento a través de movimientos nacionalistas propios de sociedades con mayoritaria población campesina.[8] Puede decirse que la invasión napoleónica portadora del ideario revolucionario, permitió la adhesión de sectores minoritarios de la élite afrancesada a un liberalismo percibido como libertario, fraternal e igualitario, aunque conviene recordar que la pobre presencia de una verdadera burguesía que fuera ganando autonomía de los resortes de poder del Estado zarista le dio pocas posibilidades de desarrollo al liberalismo.[9]

 

Rasputin

Izquierda: Rasputin entre sus admiradores


Por otra parte, la presencia de un ejército extranjero que violaba el seno mismo de la sociedad rusa generó un profundo sentimiento nacionalista antifrancés en amplias capas de la población, y ese mundo primordialmente agrario se sintió impelido a actuar en la defensa de lo propio y a buscar protección en la figura patriarcal del zar. También la nobleza se sentía amparada en la figura del zar, al igual que las élites de los pueblos subordinados. Una y otras estaban integradas a los principales pilares del poder zarista: el ejército y la burocracia. La oficialidad dentro del ejército era rusa o rusificada, es decir que también compartían las pautas culturales de quienes los sojuzgaban. El zarismo favoreció también el desplazamiento y asentamiento de la población rusa sobre poblaciones nativas.

 

Todos estos elementos se sumaron para dar lugar al chauvinismo gran ruso, expresión de la cultura dominante que despreciaba las culturas de las naciones y etnias que permanecían bajo su égida.

 

Los postulados fundamentales de esa ideología tomaron su forma definitiva en el siglo XIX y comienzos del XX, como resultado de las polémicas que sostenían los “eslavófilos” y los “occidentalistas” así como los “revolucionarios”, los “liberales” y los “conservadores”. El universalismo ruso está ligado, a su tradición ortodoxa – y no bizantina -, pero bien podríamos afirmar, dicho universalismo se transforma en un elemento justificador de su dominación sobre la región euroasiática.(A. Grushevski, 1983).

 

La política de rusificación con que se había moldeado a los pueblos del oeste, eslavos o no, favoreció a mediados del siglo XIX la aparición de los populistas rusos (naródniks). Este nombre fue compartido por sucesivos grupos revolucionarios que

 

tenían en común la creencia en la teoría de la revolución campesina y en la práctica del terrorismo contra los miembros de la autocracia. (E.H. Carr, 1983)

 

Así, la mayoritaria población campesina y el descontento por la subordinación de las nacionalidades, a veces encontraron un vehículo de expresión en el paneslavismo, con personalidades como Bakunin y el movimiento anarquista.[10] La derrota en la guerra de Crimea precipitó una reforma “desde arriba” resistida por la nobleza terrateniente.[11] De todos modos, la liberación de los siervos (1861) destinó fuerzas productivas, – un naciente proletariado ligado aún a la aldea campesina -, a un retrasado proceso de industrialización donde el Estado zarista facilitó la entrada de capitales extranjeros en la secreta esperanza de alcanzar a sus tradicionales oponentes (P Anderson, 1987; E.H. Carr, 1969,1983.).

 

Cena campesina

Comida campesina


Este proceso dio lugar a la aparición de intelectuales marxistas – Plejánov, Uliánov (Lenin), Mártov- que analizaban la realidad desde la lucha de clases, sin desconocer el problema de las nacionales.[12] Si bien el internacionalismo de los socialdemócratas tendía a alejarlos de los nacionalistas, Lenin realizó grandes esfuerzos para adecuar el marxismo a la situación concreta de Rusia. De todos modos, la modernización no logró renovar la mentalidad de las clases dirigentes mientras que la sociedad comenzaba a cambiar. La derrota de la guerra ruso-japonesa culminó con la abortada Revolución de 1905. La inelasticidad de los sectores dirigentes zaristas, el régimen persecutorio, la represión y la censura solo terminaron alentando las posiciones más radicalizadas.[13] En un clima de descontento solapado, agravado por los desaciertos bélicos de la Gran Guerra, los dirigentes bolcheviques se lanzaron hacia la revolución.

 

La tormenta revolucionaria. Teoría y praxis

 

En el camino recorrido desde el llano hasta la consolidación en el poder, los bolcheviques muchas veces encontraron que entre sus postulados y la realidad había un abismo que, por no existir ningún modelo previo a copiar, resolvieron de una manera pragmática. En esa distancia entre el mundo imaginado y el mundo de lo real, con resoluciones largamente discutidas y entibiadas al fragor de las batallas, se fue gestando la URSS nutrida de contradicciones en sus mismos cimientos. Cómo sería la nueva Rusia? Las discusiones acerca de si el capitalismo estaba maduro como para pasar a un sistema superador del mismo o, si por el contrario l’ancien régimen permanecía en vigencia y por lo tanto había que apoyar la consolidación de una república democrático-burguesa, se resolvieron a favor de la primera posición, defendida por Lenin.

 

Este y sus seguidores veían una revolución proletaria por encima de las fronteras nacionales muy cercana por lo cual sostenían que había que instaurar las bases de un sistema socialista.[14] El segundo dilema fue la cuestión campesina. Desatada la guerra, los primeros en sufrir sus consecuencias fueron los campesinos, movilizados como carne de cañón o sometida su producción a continuas requisas. Además, la falta de brazos provocó efectos negativos en la cosecha, agravando los problemas de distribución y abastecimiento. El fantasma del hambre y el duro invierno agobiaban la población. Esta situación reavivó viejos reclamos en contra del régimen produciéndose la ocupación de tierras.

 

REquisa granos

La requisa de granos


Lenin no vaciló en invalidar el programa agrario bolchevique, formulado por él mismo en las ‘Tesis de Abril’… para asentar el famoso Decreto sobre la Tierra a base de los requerimientos campesinos (que no eran sino una versión del programa de los eseritas o socialistas revolucionarios) a fin de afianzar la alianza del proletariado con el campesinado trabajador. (Pável Volobuev, 1979).

 

Rosa Luxemburgo, si bien reconocía que los revolucionarios obraban forzados por las circunstancias, vio mal estas medidas porque sostenía que las tierras debían pasar a manos del Estado y ser entregadas en usufructo y no en propiedad, puesto que el aumento de los pequeños propietarios fortalecería a la larga o la corta las tendencias conservadoras y por ende contrarrevolucionarias. (Rosa Luxemburgo) Los bolcheviques comprendían la importancia de no poner en su contra a la mayoría de la población, por lo cual trabajaron en la conformación de un frente obrero-campesino en cuyo seno pugnaron por su liderazgo. Los campesinos, por su parte, ofrecieron o restaron su apoyo a la revolución de acuerdo a cómo visualizaban que sus intereses eran favorecidos o no en cada coyuntura. Las tensiones crecientes generadas a raíz de los intereses contradictorios de ambas clases pusieron en peligro esa inestable alianza. Además, el deseo de los revolucionarios de eliminar la autocracia zarista, terminó a la larga desembocando en un sistema controlado por un solo sector social que se estrenaba en el poder y que, urgido por mantenerse en él, iría recortando el espacio político de los otros. El tercer aspecto que debían encarar era la cuestión de las nacionalidades. Si bien es cierto que en muchas regiones los intereses de la población campesina se antepusieron a las demandas de los movimientos nacionales, era necesario dar una respuesta a sus demandas. Trotsky sostenía que “mientras que en los Estados de nacionalidad homogénea, la revolución burguesa desarrollaba poderosas tendencias centrípetas, representadas bajo el signo de una lucha contra el particularismo como en Francia, o contra la fragmentación nacional como en Italia y Alemania, en los estados heterogéneos tales como Turquía, Rusia, Austria-Hungría, la revolución retrasada de la burguesía desencadenaba, al contrario, las fuerzas centrífugas” (León Trotsky, 1985). En 1912, en Polonia, Lenin y Stalin habían debatido qué hacer frente al independentismo polaco:

 

Lenin tenía sus ideas sobre el asunto, mientras que Koba [Stalin][15] basándose en su experiencia, podía llenar de realidad vital los esquemas de su maestro…Los polacos odian a Rusia, decía Lenin, y no sin razón. No podemos ignorar la fuerza de sus sentimientos nacionalistas. Nuestra revolución tendrá que tratarlos con mucha benevolencia y hasta dejarlos separarse de Rusia si fuere necesario.[16]

 

Se tuvo, entonces una política de tolerancia hacia algunos secesionismos. Cuando en 1917, los fineses decidieron separarse de Rusia, Stalin, alineándose con la postura leniniana sostuvo:

 

es inconcebible que se pueda aceptar la retención forzosa de cualquier pueblo en los límites de un Estado … (Si lo hiciéramos) nos colocaríamos en la postura de continuadores de la política zarista (I., 1965).

 

Señalemos que existían movimientos nacionalistas independentistas que habían llegado al marxismo sin tener contacto con la socialdemocracia como en Tartaria

 

Todo el camino (de Sultán Galiev) hacia el marxismo, como el de sus futuros compañeros, se desarrolla en el interior de la comunidad musulmana, lejos de todo lazo organizativo con la socialdemocracia, lo que no va a dejar de tener influencia en su ‘concepción del mundo’. (Habib Tengour, 1994)

 

Stalin, en abril de 1917, declaró que los reclamos nacionalistas, propios de una etapa democrático-burguesa, eran útiles para la desaparición de los resabios feudales en los pueblos del imperio (E.H. Carr, 1987). Así en el período inicial de la revolución los bolcheviques mantuvieron la cuestión nacional dentro del marco democrático burgués. En el «decreto de paz del Segundo Congreso de los Soviets de toda Rusia pedía la paz ‘sin anexiones’, y definía como anexión ‘toda unión de una nacionalidad pequeña o débil con un Estado grande o poderoso sin el consentimiento y deseo expresados, clara y voluntariamente por esta nacionalidad’ (E.H. Carr, 1987).” El Tratado de Brest-Litovsk fue la culminación de esta política ya que no solo proclamó el principio de autodeterminación de los pueblos, sino que también reconoció la independencia de Polonia.[17] Otra vez se opuso Rosa Luxemburgo:

 

...los bolcheviques son en parte responsables de que la derrota militar se haya transformado en el colapso y la caída de Rusia. Más aún, ellos mismos, en cierta medida, profundizaron las dificultades objetivas de esta situación con una consigna que adquirió importancia primordial en su política: el supuesto derecho a la autodeterminación de los pueblos, o – lo que realmente estaba implícito en esa consigna – la desintegración de Rusia. …El famoso derecho a la ‘autodeterminación’ de las naciones es solamente fraseología hueca y pequeño-burguesa (Rosa Luxemburgo).

Trotsky respondió:

Lenin había calculado con suficiente anticipación el carácter inevitable de los movimientos nacionales centrífugos en Rusia, y durante años había luchado obstinadamente, especialmente contra Rosa Luxemburgo, por el famoso párrafo 9 del viejo programa del partido, que formulaba el derecho de las naciones a disponer de sí mismas, es decir, a separarse completamente del Estado. Con ello, el partido bolchevique no se comprometía de ningún modo a hacer propaganda separatista. A lo único que se comprometía era a luchar con intransigencia contra todo tipo de opresión nacional, incluyendo la retención por la fuerza de cualquier nacionalidad en los límites de un Estado común. Sólo por este camino el proletariado ruso pudo conquistar gradualmente la confianza de las nacionalidades oprimidas. (León Trotsky, 1985).


Años de resentimiento y opresión nacionales estallaron sacudiendo el imperio, y la posibilidad de la construcción o reforzamiento de una identidad nacional encontró espacio para desarrollarse o debilitarse, según las circunstancias. La solidaridad étnica, rusofilia o rusofobia fue alimentada por el descontento social. Un liderazgo nacionalista tenía mayor oportunidad de triunfar cuando en su programa combinaba autodeterminación con reforma agraria. Si no lograba insertarse en las masas, buscaba el cobijo de la intervención extranjera, lo cual supo ser aprovechado por los alemanes que se valieron del concepto de “nacionalidad” para sus propios fines: destruir el imperio ruso y crear estados bajo su control (Ronald G. Suny, 1992). Lenin no era partidario de una federación, pero frente al debilitamiento ruso en 1918 proclamó la unión voluntaria. (H.Carrère d’Encausse, 1982) En 1919 se aprobó un programa que trataba de conciliar el clasismo con el respeto a las nacionalidades:

 

1. La piedra angular es la política de arrastrar juntos a los proletarios y semiproletarios de la diversas nacionalidades con el fin de emprender una lucha revolucionaria conjunta para derrocar a los terratenientes y a la burguesía. 2. Para superar la desconfianza que sienten las masas trabajadoras de los países oprimidos hacia el proletariado de los Estados que oprimen a sus países, es necesario abolir todos los privilegios que gozan todos los grupos nacionales cualesquiera que sean, establecer la completa igualdad de derecho para todas las nacionalidades y reconocer el derecho de las colonias y de las naciones no soberanas a la secesión. 3. Con mismo propósito… el partido propone, como una de las formas de transición para lograr la unidad, una unión federal de estados organizada por el modelo soviético. 4. Sobre la cuestión de quién ha de expresar la voluntad de secesión de la nación el Partido Comunista ruso adopta el punto de vista histórico de clase, tomando en consideración la etapa de desarrollo histórico de la nación dada, a saber: si está evolucionando del medievalismo a la democracia burguesa o de ésta al Sóviet o democracia proletaria… (E.H. Carr, 1987).

 

Cuando esto se puso en práctica, como “los puestos (eran) extremadamente difíciles de llenar, (e) irían verosímilmente a los bolcheviques seguros cuya lealtad al partido era más fuerte que sus simpatías nacionales…” y por ello, – señala Carr -, “centralización significa estandarización y los patrones adoptados eran naturalmente… gran rusos”.[18] Así, la necesidad de enmarcar la cuestión nacional dentro de la revolución requirió, quizás sin desearlo, la instauración de un centralismo que a la larga alimentó resquemores anti-rusos.[19] Es verdad que Lenin se esforzó en respetar la diversidad cultural, como en el Turquestán, donde logró que no se fuera en contra de la ley consuetudinaria del shariat (E.H. Carr, 1987). Sin embargo,

 

la creciente concentración de autoridad y de control administrativo en el centro tenía el inevitable efecto, aunque pueda parecer ilógico, de subordinar las demás nacionalidades al núcleo gran-ruso que era preponderante numéricamente y los que se resistían a la asimilación tenían menos probabilidades de realizar carreras con éxito. Moscú era la capital administrativa, el centro donde tenían que tomarse las decisiones importantes. La mentalidad burocrática, contra cuya propagación lanzaba Lenin sus invectivas, tendía casi automáticamente a convertirse en mentalidad gran-rusa (E.H. Carr, 1987).


La constitución de la Unión Soviética: “proletarios del mundo, uníos”

 

Acorralado por la guerra civil, el desabastecimiento y la balcanización, Lenin instauró el Comunismo de Guerra (1918-1920). Se abandonaron las formas comerciales y monetarias de distribución, se instauró el racionamiento, el suministro de productos y servicios básicos gratuitos o a precios nominales, se implantó una suerte de economía “natural” que deseaba enterrar el mercado, visualizado como sinónimo de capitalismo. Los campesinos, que en un primer momento se habían inclinado en muchas regiones por la revolución, se volvieron en su contra por el mantenimiento de la política de requisas. También la desmovilización de parte del ejército generó problemas, que desembocaron en la rebelión de los marinos del Kronstadt.[20] La industria estaba casi paralizada, y junto al crudo invierno crecía la inflación y el desabastecimiento. Lenin dio un giro al proceso estableciendo un retorno al mercado, instaurando la Nueva Política Económica (NEP). Esto trajo un alivio temporario al campesinado, dio lugar al fortalecimiento de la burguesía agraria (kulaks) y benefició a sectores urbanos ligados al comercio (nepmen) (A. Nove, 1982). En cuanto a la cuestión nacional, Stalin (1920) consideraba

 

que uno de los obstáculos más serios para la realización de la autonomía soviética es la aguda escasez de fuerzas intelectuales de origen local en la regiones periféricas, la falta de instructores en todas las ramas del Sóviet y de la actividad del partido, sin excepción. Esta escasez no puede más que estorbar tanto la labor educadora cuanto la obra constructiva revolucionaria en estas comarcas de la periferia. Pero por esa misma razón sería insensato y perjudicial alienar todos los grupos, muy pequeños, de intelectuales nativos, que quizás querrían servir a las masas del pueblo, pero que son incapaces de hacerlo, porque, no siendo comunistas, se creen rodeados de una atmósfera de desprecio y tienen miedo de posibles medidas de represión. La política de incorporar estos grupos a las actividades del Sóviet, la política de reclutarlos para los puestos administrativos de la economía, del campo, de la alimentación y demás, con el propósito de su gradual sovietización, puede aplicarse con pleno éxito… Pero el empleo de los grupos de intelectuales nacionales está muy lejos de ser suficiente para satisfacer la demanda de instructores. Tenemos que desarrollar simultáneamente en las regiones periféricas una amplia red de cursos de enseñanzas y de escuelas en todas las ramas de la administración para crear cuadros de instructores entre la gente local. Porque es claro que, sin estos cuadros la organización de las escuelas nativas, de los tribunales, se hará extremadamente difícil (E.H. Carr, 1987).


En 1920 el Narkomnats[21] si bien dio a las nacionalidades un canal más directo de acceso al centro, estaban a ese único canal. (E.H. Carr, 1987) El Comisariado terminó asumiendo la representación de las repúblicas frente al extranjero, favoreciendo la subordinación de hecho de las repúblicas independientes. Pronto aparecieron fricciones entre el poder central y la periferia, que se resolvieron a favor del primero. Cuando en 1923 se constituyó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, el Consejo para las Nacionalidades, establecido en la nueva Constitución como una segunda cámara, significó el reemplazo y disolución del Narkomnats creado en la Constitución de 1918 (E.H. Carr, 1987). Lenin

 

había comprendido que la voluntad desnuda de un partido, aunque se trate del partido de la vanguardia del proletariado, no es suficiente para cambiar las mentalidades. Las circunstancias favorecieron en un tiempo esta voluntad y le permitieron sacar provecho del caos y hacer la revolución. Pero, una vez terminada, los bolcheviques y el Estado que éstos fundaron se encuentran muy por delante de la conciencia nacional que aspiraba a una tierra, a una paz civil y a una independencia nacional. Desde 1921, Lenin vislumbra que solamente una larga pedagogía modificará esta mentalidad, y que para transformar la conciencia nacional en internacional se requiere mucho tiempo, mucha confianza, mucho tacto. Frente a esta visión esencialmente pedagógica del cambio,… el proyecto voluntarista de Stalin le hace a (Lenin) el efecto de una bomba. Los rechazos del proyecto que le llegan, confirman a Lenin en la idea de contar con la mentalidad de la gente y no violentarla, bajo pena de que cristalicen las diferencias nacionales (H.Carrère d’Encausse, 1982).

 

Además, si bien el Ejército Ruso estaba dirigido por una nueva clase, la guerra civil permitió que en la recién formada oficialidad revolucionaria reaparecieran elementos del nacionalismo ruso. Por último, señalemos que cuando los cuadros sindicales llegaban tras el ejército para educar a la población jugaron también dentro de los patrones de rusificación (E.H. Carr, 1987 y 1975).

 

El Estado Soviético, no puede con sólo la ayuda de sus cuadros rusos recientemente promocionados, dirigir y transformar un gran contingente de población… Los comunistas de la primera hora son poco numerosos. Quedan los viejos dirigentes nacionales o los campesinos casi analfabetos, poco amigos del bolcheviquismo y sus proyectos. Las nuevas élites que asegurarán el funcionamiento de las instituciones y encuadramiento de la sociedad se compondrán de estos tres elementos (ejército, sindicalización y partido)… Pero la política de industrialización a ultranza tiene sus dos consecuencias: exige una promoción de las culturas nacionales, es… el aspecto más original y fascinante de la política soviética de este período. Entonces todavía la ideología y la necesidad se combinaron para llegar a esta opción (H.Carrère d’Encausse, 1982).

 

La era de Stalin

 

El socialismo en un solo país. “Indigenización” versus nacionalismo ruso

 

Fallecido Lenin en 1924, hubo un período de transición presidido por Kamenev, Sinoviev Trotsky y Stalin, quien en definitiva salió fortalecido. Para Carr él era único que

 

ofrecía al partido y al país una política constructiva de signo positivo, mientras que sus adversarios no tenían nada que ofrecer más que la negación y el escepticismo, y proponían esperar con los brazos cruzados a que ocurriera algo en otras partes. (E.H. Carr, 1987)[22]

 

Con él se reforzó al partido único,[23] que tenía como objetivo difundir el marxismo, para lo cual se luchó en contra del analfabetismo desde el partido, dando lugar a la formación de una élite burocrática con cada vez más prerrogativas. Frente a la acumulación de poder en manos de Stalin en 1925 Kámenev había protestado en vano:

 

…nos oponemos a crear una teoría de un ‘líder’… nos oponemos a la formación de un líder. Nos oponemos a que la secretaría combine en la práctica tanto la política como la organización, y a que se coloque por encima de los organismos políticos. No podemos considerar como normal, y pensamos que es perjudicial para el partido, que se prolongue una situación en la que la secretaría combina la política y la organización y, en realidad, decide por anticipado los rumbos políticos.. Comencé esta parte de mi discurso con las siguientes palabras: Nos oponemos a la teoría del control individual, nos oponemos a la creación de un líder. Y con estas palabras termino mi discurso (E.H. Carr, 1975).

 

La pregunta que queda flotando es por qué se acrecienta el poder de Stalin.

 

Khrushchev recuerda cómo al principio todos confiaban en Stalin y lo siguieron celosamente en su lucha contra las demás facciones bolcheviques hasta que se hizo tan poderoso que ellos mismos quedaron sin ningún poder (I. Deutscher, 1975).

 

A fines de los veinte la NEP entró en crisis. Había significado en los hechos el reconocimiento de que la revolución no se expandía lo cual conduciría a la proclamación del socialismo en un solo país (E.H. Carr, 1975). Tampoco había logrado inclinar la balanza a favor del proletariado en la alianza táctica obreros-campesinos.

 

La NEP había creado, …una áspera lid en la que los dos elementos principales de la arrasada economía soviética luchaban entre sí en un mercado de características competitivas…(y) la sociedad rusa no iba a poder resistir (Hernández Sandoica, 1986).

 

Una de la causas de esta desinteligencia dentro de la alianza era cómo resolver las grandes dificultades de la puesta en marcha de una industria. El socialismo en un solo país (1924) resultó

 

la forma específicamente rusa del gran designio revolucionario, y al teñir con los colores nacionales a la revolución, contribuyó a reconciliarla con muchos rusos que tanto en el interior como en el extranjero, la habían rechazado inicialmente por antinacional y no rusa (E.H. Carr, 1975).

 

Al utilizar la imagen de un sólo país para una confederación de repúblicas subsumía de hecho el problema de la diversidad cultural a un solo cuerpo cuya cabeza era Moscú. Por pragmatismo o sabiduría, como se prefiera, se reforzaba el nacionalismo y se alejaba del internacionalismo, también se pretendía resolver el problema de las nacionalidades en el marco estricto de la Unión. Con esa proclama se buscaba ayudar a construir la imagen en la mente de todos los habitantes, sin distinción, de que ese era el único país que fronteras adentro superaba el capitalismo, hacía desaparecer las clases sociales, la explotación del hombre por el hombre y la explotación de un pueblo sobre otro pues proponía una fórmula de convivencia que superaría las relaciones desiguales.

 

Para este orgullo revolucionario nacional recién descubierto, constituía una enorme satisfacción tener la seguridad de que Rusia se anticipaba al mundo, no sólo al llevar a cabo una revolución socialista, sino al edificar una economía socialista (E.H. Carr, 1975).

 

En 1928, tras un intenso debate (Alec Nove, 1973) Stalin lanzó la Colectivización Forzosa, apuntando contra el mercado y contra las dos clases “contrarrevolucionarias” que se habían beneficiado con la NEP, nepmen y kulaks, como también contra el hambre, el mercado negro y la especulación, abriendo el acceso a la tierra y a la posibilidad de maquinizar el agro.

 

Lanzarse a la ofensiva contra los kulaks – decía Stalin – significa aplastarlos y liquidarlos como clase. Si no se persigue este objetivo, la ofensiva no es más que un tema declamatorio… Lanzarse a la ofensiva contra los kulaks significa… asestarles serios golpes, tan serios que no puedan volver a levantar la cabeza (I., 1965).

 

El objetivo final era modernizar la URSS y prepararla para la guerra.

 

¡No, no es posible, camaradas! – continuaba Stalin – ¡No se debe disminuir el ritmo! Al contrario, hay que aumentarlo en la medida de nuestras fuerzas y de nuestras posibilidades. A esto nos obliga el compromiso que hemos tomado ante los obreros y los campesinos de la URSS. Esto exige nuestras obligaciones con la clase obrera del mundo entero. Amortiguar el ritmo significa quedarse atrás. Y nosotros no queremos ser derrotados. ¡No lo queremos! La historia de la vieja Rusia consistía, entre otras cosas, en que era constantemente derrotada por su atraso.

La derrotaron los Khanes mongoles –continua Stalin –. La derrotaron los Beys turcos. La derrotaron los señores feudales de Suecia. La derrotaron los panis de Polonia y Lituania. La derrotaron los capitalistas de Inglaterra y Francia. La derrotaron los barones del Japón. La derrotaron todos, por su atraso. Por su atraso militar, por su atraso cultural, por su atraso estatal, por su atraso industrial y por su atraso agrícola. La batían porque ello era productivo y porque se podía hacer impunemente. Acordaos de las palabras del poeta de antes de la revolución: ‘Eres mísera y opulenta, eres vigorosa e impotente, madrecita Rusia. … Marchábamos 50 o 100 años detrás de los países más adelantados. En diez años, tenemos que ganar este terreno. O lo hacemos o nos aplastan” (I., 1965). La Colectivización Forzosa permitió el establecimiento de los koljosi y de los sovjosi, la implementación del Primer Plan Quinquenal, ampliando el área de cultivo hacia el sur y el sudeste y la realización de la primera campaña a favor del “desarrollo de la agricultura sobre una nueva base técnica.[24]

 

Se reorganizaron también los organismos político-administrativos dándole un nuevo contenido al centralismo democrático puesto que aumentaba el poder de Moscú a través de la planificación centralizada. La resistencia y boicot de los campesinos se hizo notar a corto plazo, según las regiones o las nacionalidades pero, a largo plazo, se constituyó un sector agrario que creció bajo la protección del Estado soviético y que estableció unos muy sólidos lazos con él.[25] El balance del proceso para muchos, aun para sus detractores, fue percibido como algo positivo para la sociedad soviética:

 

Recuerdo que mi abuela decía – nos relata Sajarov -: ‘Los campesinos rusos quieren ser dueños de sus tierras, los bolcheviques han calculado mal esto.’ Pero en otra ocasión dijo: ‘ahora, los bolcheviques se las han arreglado para poner las cosas en orden; han fortalecido tanto Rusia como su propio poder. Esperemos que a partir de ahora las cosas sean más fáciles para la gente normal’. (A. Sajarov, 1991)

 

En este contexto Stalin encaró una política de indigenización que propugnaba la educación bilingüe – ruso y lengua nativa – para eliminar la barrera del idioma.[26] Esto instrumentado también dentro del Ejército Rojo, donde la oficialidad era rusa o rusificada, resultó en general positivo para la recuperación de las tradiciones culturales de cada etnia o nacionalidad, hubiesen contado o no previamente con escritura.[27] Sin embargo, cuando a mediados de los treinta el clima internacional se fue enrareciendo[28] y la guerra se vislumbraba como cercana, se dejó de lado la indigenización y se accionaron los resortes más profundos de una población golpeada por la guerra civil y las privaciones económicas: el nacionalismo ruso. Se exaltó el rol jugado dentro de la Unión por Rusia. Se recurrió a la Historia: Pedro el grande y otros zares fueron enaltecidos en su lucha contra los enemigos internos y externos. Entre todos los medios de propaganda utilizados, el cine nos deja como testimonio de los cambios cualitativos la obra de Eisenstein. El dinamismo y originalidad de La huelga o El Acorazado Potemkin – donde un montaje y una estética innovadoras trataban de plasmar la lucha en imágenes de masas y represores mostrados en planos contrapuestos, intentando traducir las contradicciones sociales -, está muy lejos de la construcción mítica y legendaria de las figuras de Alejandro Nevski o Iván el Terrible, en los cuales el relato se torna hierático. En el final, Iván Groszni está solo. Su imagen agigantada, observa con enfermiza paranoia, una sumisa masa del pueblo que en ordenada y diminuta fila avanza hacia él.[29] Muchos cineastas de la primera hora fueron desplazados a partir del culto de la personalidad, inclusive Eisenstein terminó siendo silenciado. Este viraje se ve reflejado en la Constitución de 1936 donde “implícitamente el estado soviético se proclama heredero, histórico y territorial del Imperio” (H. Carrère d’Encausse, 1982). Las relaciones asimétricas pasaron a ser consideradas como un mal menor. Frente al peligro externo Rusia asumía el rol de “hermana mayor” destacándose la caza de brujas, contra toda oposición. Las resistencias nacionales y étnicas fueron quebradas con purgas y el traslado de pueblos enteros.[30]

 

Por increíble que parezca, en 1937, – dice Sajarov – con la dictadura de Stalin en su punto culminante, Pushkin fue proclamado un gran poeta nacional. Pero esto era un signo de los tiempos.

 

La ideología del régimen había llegado, casi imperceptiblemente, al paralelismo con el slogan que caracterizó el reinado de Nicolás I: “Autocracia, Ortodoxia y Nacionalismo”, con el espíritu ruso personificado ahora por Pushkin, la ortodoxia comunista por Lenin en su mausoleo y la autocracia soviética por el Stalin vivo”. Más adelante continúa:

Crecí en una era marcada por la tragedia, la crueldad y el terror, pero fue algo más complicado que eso. Actuaron muchos elementos para crear una atmósfera extraordinaria: la persistente fiebre revolucionaria; la esperanza en el futuro; el fanatismo; la propaganda omnipresente; y los enormes cambios psicológicos y sociales: un éxodo masivo de gente del campo; y desde luego, el hambre, la maldad, la envidia, el temor, la ignorancia y la desmoralización que había traído la guerra aparentemente inacabable, la brutalidad, los asesinatos, y la violencia. En estas circunstancias se creó lo que el argot oficial soviético denominó eufemísticamente el “culto a la personalidad” (A. Sajarov, 1991).

 

Para Reinman (1982) no se debe perder de vista que el estalinismo fue

 

una salida específica de la crisis. … Se trata, … del problema de una revolución popular y de sus consecuencias en un país que ya había conseguido un cierto progreso por la vía del desarrollo acelerado y que se vio forzado a proseguir por esta vía también después del triunfo de la revolución.

 

La Segunda Guerra Mundial o la Segunda Guerra Patria: “Nuestra causa es justa”

 

En 1923, Stalin había opinado:

Claro que los fascistas no están dormidos. Pero nos conviene dejarlos que ataquen; eso hará que toda la clase obrera se agrupe en torno a los comunistas (E.H. Carr, 1986).

 

Pero muy distinta era la situación en la segunda mitad de los treinta, cuando frente a las declamaciones de eliminar el comunismo del fascismo y en especial del nazismo, Estados Unidos y Europa parecían mirar hacia otro lado. En este contexto se firmó el Tratado Molotov-Ribbentrop (1939), que generó un breve respiro, antes de la invasión alemana de 1941, que dejó como saldo veinte millones de muertos soviéticos y un incalculable costo material. Stalin muy criticado en la actualidad por su táctica de tierra arrasada o su capacidad militar era la única figura carismática hacia la que se volvieron todos, inclusive la oposición.

 

En todos los peligros importantes – dice Deutscher – el Politburó sentía la necesidad del “brazo fuerte” y volvía a Stalin solamente para gemir bajo él años después. Habían elevado su autoridad hasta lo más alto del cielo y así, en una crisis, advertían que no tenían autoridad suficiente para ocupar su lugar. Como la historia de la Unión Soviética fue una serie de peligros y crisis, la facción estalinista estuvo siempre en un callejón sin salida que era incapaz de evitar, a pesar de que para muchos de sus miembros y de sus dirigentes el callejón sin salida fue su sepultura.

 

Cuando el Ejército Rojo vaciló tras el primer asalto de Hitler, -cuenta Jrushov-, el ánimo de Stalin se derrumbó; se encerró sombrío y abatido, en su tienda de campaña. Puede parecer que existía la oportunidad de que los dirigentes del partido prescindieran de él. En vez de hacerlo, le enviaron una delegación para suplicarle que tomara las riendas nuevamente y, al proceder así, se condenaron a sí mismos y condenaron al país a otros doce años de terror y degradación… El Politburó de 1941 temía que un cambio de dirección en la mitad de la guerra diera un golpe demasiado peligroso a la moral, y se unió en torno a su opresor. Debe advertirse que no se trataba de la primera situación de esta clase. De idéntica manera, el Politburó había levantado a un Stalin sombrío y abatido en su sillón nueve años antes, en el punto culminante de la colectivización (I. Deutscher, 1975).

 

Una gran parte de la población civil, mujeres y niños, aportaron sus energías en el sector productivo, y crearon redes de resistencia. Inversamente también, se dio el colaboracionismo de quienes tenían enconos anti-rusos, -como los bálticos o los ucranianos (H. Carrère d’Encausse, 1982; (I. Deutscher, 1965), fenómeno que permitió la exacerbación del nacionalismo ruso, la censura y las persecuciones incluso en el ejército.[31]

 

El 22 de junio de 1941, – dice Sajarov – escuchamos a Molotov:

 

Nuestra causa es justa. Derrotaremos al enemigo. La victoria será nuestra’…. (Todos sabían) que Stalin y sus hombres de confianza fueron responsables de… la tortura y muerte de millones de ciudadanos; la devastación del país y la consiguiente ola de hambre; la eliminación de los cuerpos del funcionariado antes de la guerra; la confusión de las defensas del país; y la última, pero no menos importante, el arriesgado flirteo con Hitler, que Stalin inició con la esperanza de reformar las esferas de influencia en el mundo… Hizo mal los cálculos y la nación pagó su error con millones de vidas…Ahora… sigo convencido de que la derrota en manos de la Alemania nazi, podría haber sido una catástrofe mucho mayor que cualquier otra cosa que hubiéramos sufrido de nuestros propios verdugos. Teníamos que luchar para vencer… no había alternativa, y no tengo la menor duda de que la mayoría de los hombres de mi país sentían lo mismo. El slogan “nuestra causa es justa” no era un embuste, no importa quien lo dijese… La guerra nos hizo ser de nuevo una nación. (A. Sajarov, 1991).

 

Y la “nación” se puso de pie. La batalla por Stalingrado es una dramática prueba del tremendo esfuerzo. Además Hitler cometió el grave error de no respetar la diversidad de la identidad étnica de los pueblos soviéticos perdiendo su apoyo. Cuando se produjo el reflujo de las tropas alemanas, (1943/1944) se dio un castigo ejemplar a seis etnias más pequeñas – como chechenos o tártaros -, removiéndolas a Siberia y al Asia central, por haber colaborado con los nazis, lo que no ocurrió con Ucrania, donde Stalin se mostró más benigno.[32] También se produjo un acercamiento a Iglesia ortodoxa, porque ésta, según Stalin había cooperado en el esfuerzo de guerra, “demostrando así su leal devoción a la patria.”[33]

 

Entre los aspectos destacables del nacionalismo ruso del período se encuentran:

1°) la exaltación del ejército zarista que había luchado contra la invasión napoleónica, la reintroducción de “las charreteras como parte del uniforme de los oficiales: las mismas charreteras que uno de los primeros decretos bolcheviques había abolido como distintivo de un sistema reaccionario de casta militar…Se inauguraron clubes de oficiales de carácter exclusivo, así como comedores estrictamente separados para los oficiales de alto y bajo rango…” (I. Deutscher, 1965).

2°) La sustitución de la Internacional – himno de los proletarios – por un himno de exaltación nacional.

3°) Se dio marcha atrás con los avances de la política de indigenización, atacando las manifestaciones de las culturas nacionales, prohibiendo sus manifestaciones tradicionales.»Esta revisión cultural impone a las naciones la obligación de reproducir a la sociedad un modelo cultural único conservando las lenguas a guisa de ‘forma nacional’.” (H.Carrère d’Encausse,1982)

4°) Se reforzaron las relaciones asimétricas a favor del centralismo de Moscú. El fin de la guerra permitió a la URSS erigirse como potencia mundial. Incorporó los países bálticos,[34] y contó con un área de influencia a través del Pacto de Varsovia y del COMECON. Como sostiene Deutscher:

…en treinta años, la población urbana de la Unión Soviética se ha incrementado en unos 75 millones de habitantes. Las antiguas ciudades crecieron considerablemente, y han surgido otras muchas. Allí donde reinaba el analfabetismo y un modo de vida esencialmente primitivo, se ha creado una extensa red de escuelas; actualmente, los soviéticos constituyen probablemente la nación más instruida del mundo, dominada por una inextinguible sed de educación. Igualmente asombroso es el pasivo del balance: la elevación de Rusia al rango de segunda potencia industrial del mundo no ha ido unida a la elevación comparativa del nivel de vida popular; al final de la época staliniana, éste resultaba abismalmente bajo. El desarrollo de la economía soviética planificada sufría un fuerte desequilibrio; las necesidades e intereses de la masa de consumidores habían sido totalmente desatendidos. Además de la escasez general de bienes, el déficit de viviendas y el hacinamiento urbano se habían convertido en una calamidad nacional. [35]

 

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NOTAS

* Carolina Crisorio es docente e investigadora de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.

** Dedico este trabajo a la memoria de mi padre

1. En Revista Ciclos en la Historia, la Economía y la Sociedad Nro. 10. Buenos Aires. 1996.

2. León Nikolaievich Tolstoi: La guerra y la paz. En Obras completas. Tomo I. Aguilar.1976. pp.1403.

3. Ver N. Werth. 1992. Acepto esta expresión como una metáfora ya que como categoría resulta difícil de defender Acepto esta expresión como una metáfora ya que como categoría resulta difícil de defender. (Nota de la autora).

4. En la ex- República Democrática Alemana se llamó «wende» o «viraje» al proceso de participación popular que culminó con la caída del muro de Berlín en octubre de 1989.

5. Se atribuye la caída del prestigio de las FFAA ex-soviéticas a su fallida aventura en Afganistán que, según algunos, habría producido un síndrome equivalente a Vietnam lo cual debe ser investigado.

6. Hasta el momento la ex-URSS tiene la ventaja comparativa del bajo costo de su mano de obra, como productora de armamento tradicional y de minibombas atómicas. Existe el tráfico ilegal en beneficio de las mafias locales, vinculadas al parecer con mafias internacionales (italiana, norteamericana, etc.). Se registró también una importante fuga de cerebros con destino incierto.

7. «El estudio erudito de los movimientos comunistas, … abundante pero decepcionante en conjunto, ha sido practicado … por miembros de dos escuelas: los sectarios (izquierda) y los cazadores de brujas (anticomunistas)…» E.J. Hobsbawn: Revolucionarios. Ariel. 1978. p 24.

8. Miroslav Hroch distinguió en Europa oriental: 1°) Fase A: aparecen los intelectuales que revisan su historia y su cultura. 2°) Fase B: la agitación patriótica da lugar al nacimiento de una conciencia nacional. 3°) Fase C: se transforma de un movimiento de élite a uno de masas. Además las particularidades de cada movimiento nacional depende de cómo se ha desarrollado la Fase A. M. Hroch: Social Preconditions of National Revival in Europe: A Comparative Analysis of tje Social Composition of Patriotic Groups among the Smaller European Nations. Cambridge 1985. Ronald G. Suny sostiene que tantos teóricos e historiadores que ponen el acento en las clases sociales, como aquellos que se han dedicado a estudiar el nacionalismo, coinciden en señalar el rol fundamental de los activistas intelectuales en la formación de la conciencia nacional. Ronald G. Suny: «Nationalism and class» en Revolution in Russia. Ed. Edith Rogovin Frankel y otros. Cambirdge University Press. 1992. p. 232.

9. Ver León Tolstoi.La guerra y la paz.

10. Ver Beatriz Carolina Crisorio: De la URSS a la CEI. El problema de las nacionalidades. 1993. Inédito.

11. La tradicionalista y conservadora élite de la nobleza ligada a la tierra nunca estuvo dispuesta a perder ninguno de sus privilegios, de allí que los cambios que generó tal industrialización fueron acotados al máximo en el plano económico-social, y que se mostró inmune a los reclamos de cualquier índole política.

12. En 1903 en el III Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR)(1903) se dividieron en mencheviques que propugnaban un partido parlamentario, dispuesto a incorporar el mayor número de votantes, y Lenin y los bolcheviques que querían construir un partido cuyos miembros tuvieran una identificación total de objetivos y gran disciplina. Ver Christopher Hill: La Revolución Rusa. Ariel 1985. p. 70 y ss.

13. Ver Henry Bogdan: La Historia de los países del este. Vergara. Bs. As.1991. Guénrij Ioffe: «¿Por qué la revolución de febrero? ¿Por qué la revolución de octubre?» en Varios autores: Las revoluciones y reformas en la historia universal. Nauta. Academia de Ciencias de la URSS. Moscú. 1990.

14. «El curso épico de la revolución rusa en esos años halló su guía teórica en los escritos de Lenin…(que) crearon nuevas normas dentro del materialismo histórico; el ‘análisis concreto de la realidad concreta’,.. (el marxismo) adquirió en ellas tal fuerza dinámica que poco tiempo después empezó a usarse el término leninismo». Perry Anderson: Consideraciones sobre el marxismo occidental. Siglo XXI. México. 1987.

15. Joseph Vissarionovich Dzhugashvili adoptó en su época de clandestinidad nombres sucesivos. Koba (el indomable) corresponde a su primera etapa, a partir de 1901. Más tarde pasó a llamarse Stalin (el hombre de acero). Nacido en Georgia, de origen humilde, aspecto oscurecido en los años del culto a la personalidad, conocía de manera directa la opresión del absolutismo zarista. Ver Isaac: Stalin. Biografía política. Era. México. 1965. Walter Laqueur: Stalin. Revelaciones. Vergara. Bs. As. 1991.

16. Esa misma frase utilizó Stalin en 1941. A fines de la década de 1910, escribió el ensayo El problema de las nacionalidades y la social democracia, gracias al cual luego fue nombrado Comisario de las Nacionalidades. I.: Stalin…p.123/4.

17. Tratado firmado por Trotski y las potencias centrales (3/3/1918) obligó a Rusia a renunciar a Letonia, Estonia, Lituania, Curlandia y Polonia. Reconocía la independencia de Ucrania y Finlandia. Esto avivó las iras de los nacionalistas rusos: «Se sintieron profundamente heridos y ofendidos los oficiales procedentes de la nobleza y los raznochinetz (intelectuales que pertenecían a la nobleza rusa), los intelectuales vinculados con el antiguo régimen estatal y las clases «altas», así como una parte de la masa pequeño burguesa.» Guénrij Ioffe: ¿Por qué la revolución de febrero? ¿Por qué la revolución de octubre? en «Las revoluciones y reformas en la historia universal.» Nauka. Academia de Ciencias de la URSS. Moscú 1992. p.171.

18. «El colegio del Comisariado del Pueblo… se componía de los elementos no-rusos rusificados, que contraponían su abstracto internacionalismo a las necesidades reales del desarrollo de las nacionalidades oprimidas. Realmente esta política sostenía la vieja tradición de rusificación y constituía un especial peligro en las condiciones de la guerra civil» afirmación del Diputado Pestovski en E.H. Carr: La conquista…pp. 295 y siguientes.

19. Tal el caso de Sultán Galiev y el Partido Comunista Musulmán que «trataban sobre todo de preservar la autonomía organizativa de los comunistas musulmanes, por una especie de desconfianza atávica hacia los rusos. Habib Tengour: Sultán Galiev… p.210.

20. La base de sustentación del zarismo era el campesinado, que proveía la fuerza productiva, y suministraba soldados y marinos. Esta lazo con la sociedad campesina hizo que reclamaran: «dar pleno derecho de acción al campesino sobre toda la tierra… y también el derecho al propio ganado, .. sin jornaleros… y permitir a la mano de obra individual la producción libre en pequeña escala.» . Ver E. H. Carr: El orden económico. 1917-1923. Alianza Ed. 1987 pp 283/284. Ver también Hill, Opus Cit. pp 178/9.

21. Narkomnats: Narodni Komissariat Inostrannij: Comisariado del Pueblo para Asuntos Exteriores.

22. Ver también Giuliano Procacci: La discusión sobre la revolución permanente en «El gran debate». Madrid. 1976.

23. La Liga de la Juventud Comunista Rusa o Komsomol se fundó en Moscú en 1918. Ver polémicas acerca de los requisitos de afiliación para obreros y campesinos y requisitos para presentarse a cargos electivos en Cap. 19 «El partido monolítico»en E. H. Carr: El socialismo…p.186 y ss.

24. Koljos: granja colectiva con tierras campesinas, con patrocinio voluntario. Al principio se dividieron en tres categorías, comunas agrícolas, artels y TOZ -campesinos ricos con arrendamientos en cubierto. Ver E. H. Carr: El socialismo…Vol. I p. 227 , A, Nove: Historia económica..; Sovjos: granja de propiedad más o menos directa del Estado, con capital estatal y mano de obra contratada. Ver : E.H. Carr y R. W Davis: 1980. p. 273, y Caps. 6 y 7.

25. Antes de la Colectivización el campesinado se mostró mayoritariamente en contra. En cambio, en el presente la protección que el sector agrario tuvo desde Stalin en la ex-URSS, está vigente en las demandas de partidos políticos que añoran el sistema soviético.

26. Los «obligamos a entender perfectamente el ruso. ¿Esto es correcto? Evidentemente no. Es el resultado de inercia de la estructura de dirección de la gran Rusia… [Hay] una segunda cuestión: formar cuadros militares que se expresen en sus lenguas nacionales». H.Carrère d’Encausse,1982 p. 139.

27. Stalin, reconocía la importancia de contar con cuadros dirigentes indígenas, dentro del Ejército Rojo: «el ejército de toda la Unión Soviética, con un comando unificado», y aprovechaba la posibilidad de control social de las fuerzas armadas. H. Carrère d’Encausse, 1982. p. 139.

28. En 1936 se firma el Pacto Anti-Comintern entre Alemania y Japón, se une Italia en 1937 (Eje Roma-Berlín).

29. En Iván el terrible muchos vieron aspectos de la vida de Stalin. Su continuación La conspiración de los boyardos, no fue estrenada hasta después de la muerte de Stalin.

30. Acerca de las cifras de la población detenida existe una gran polémica. En la época de Stalin estas deportaciones se mantuvieron en secreto. El advenimiento de Jrushov no echó la suficiente luz sobre el tema. Aún hoy es difícil dar una certeza de la profundidad del proceso.

31. En junio de 1937 se acusó al mariscal Tujachevsky de participar de una conspiración para matar a Stalin. Herido durante su detención fue condenado a muerte con otros cuatro mariscales. I.: Stalin. p. 350.

32. H. Carrère d’Encausse, 1982: «De esta forma se acusa por lo menos a un millón de personas de un crimen colectivo atribuido a naciones por entero… En 1946…se precisará…la supresión de los territorios nacionales de los chechenos, inguches y tártaros…»

33. «Cuando comprendió que se le abría la posibilidad de asegurar su influencia sobre Ucrania y los Balcanes, tuvo en cuenta que estas regiones estaban pobladas por eslavos de profunda religiosidad cristiana, por ello en 1943 recibió al Metropolitano Sergio y decretó la restauración del Santo Sínodo.» I. Deutscher, 1965 p. 447

34. Estos ocupados en 1940 por la URSS, fueron invadidos por Alemania entre 1941/1944. En 1944/45 fueron reocupados por los soviéticos y reconocidos por Yalta en 1945. H. Bogdan, 1990.pp. 257 y ss.

35. Isaac Deutscher: La década de Jrushov. Alianza. Madrid. 1971. pp.15/16

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Ariadna Tucma Revista Latinoamericana. 1 a 4. 2006-2009


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