Palabras preliminares.
Nicolas Kogan *
Foto: Carolina Crisorio
En el siguiente trabajo intentaré relacionar distintos aspectos de la historia griega en la antigüedad con la existencia de relaciones sociales esclavistas en la sociedad que fue cuna del pensamiento filosófico. En el desarrollo del mismo realizaré un recorrido muy sintético[i] por la historia de la Grecia antigua atravesando las etapas más importantes en que tradicionalmente se fragmentó su evolución política (el período creto-micénico, la etapa del oikos -tradicionalmente denominada edad Oscura-, el período clásico de esplendor de la pólis en el que me detendré con mayor nivel de detalle y evitaré introducirme en las condiciones de la expansión bajo el signo de la unificación macedónica en el período helenístico).
El objetivo central es conceptualizar las nociones de esclavo, esclavitud y esclavismo. Con tales premisas abordaré el especial contraste entre la sociedad espartana y la ateniense puntualmente en relación a las formas de trabajo dependiente y precisando la esencia del esclavismo y el ilotismo. Haré también referencia a la experiencia romana pero solamente con el objetivo de contrastarla con el proceso griego y profundizar en la discusión sobre la aplicabilidad de las categorías de análisis.
Finalmente me adentraré en las cuestiones más importantes que han desarrollado los estudiosos de las problemáticas sobre ciencia, técnica y sociedad. Una vez clarificado ese marco introduciré la cuestión específica de la vinculación entre las relaciones sociales esclavistas en la Grecia antigua (aun sin que estas representen la relación social más generalizada) y los avances o bloqueos de las técnicas. Cabe aclarar, aunque de algún modo ya fue hecho, que el análisis central estuvo enmarcado en el contexto de una ciudad en particular de la gran variedad de urbes que poblaron la costa egea, Atenas, y, en su evolución particular, la voluntad analítica se detuvo en los años centrales de su período clásico en el siglo V a.n.e.
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- Historia de Grecia
La historia de la Antigua Grecia puede subdividirse en varias etapas y existe un consenso importante en relación a este punto en la comunidad de académicos. Las sociedades palaciales de Creta y Micenas dieron paso a una edad basada en la organización del oikos conocida en algunos ámbitos como Edad oscura. Posteriormente una etapa de expansión colonial y agrupamiento de oikoi denominada era arcaica o etapa de formación de la pólis abrió el camino a la época esplendorosa de Atenas y Esparta, denominada, comúnmente como época clásica de la historia griega. Finalmente tras la unificación de las poleis bajo el dominio macedónico y con la estela de la majestuosa campaña expansionista de Alejandro Magno se desarrolló el período helenístico que culminó sumergiendo a Grecia en la historia imperial romana.
Así como son reconocidas las edades del bronce propias de las sociedades de la Mesopotamia asiática y Egipto, existe una edad del bronce egea que es la de los aqueos, el mundo micénico, las tablillas de lineal A y B, el mundo minoico o cretense, el de la división de la tierra en kitimena kotona (tierra del palacio) y kekemena kotona (tierra comunal de la aldea). El mundo creto-micénico estaba basado en una organización social ligada al palacio. Se trataba, como afirman Austin y Vidal Naquet[ii], de “reinos minúsculos centralizadores y burocráticos modelados según las civilizaciones coetáneas del Oriente Próximo” que mencionábamos más arriba. Estos palacios controlaban a las aldeas rurales que estaban bajo su influencia territorial.
Siguiendo a Ellen Meiksins Woods[iii] se trataba de sistemas redistributivos en los que la tenencia de la tierra imponía necesariamente ciertas obligaciones con la autoridad central a la que pertenecía el conjunto de la tierra. Las clases ricas y privilegiadas tenían, además de tierras, cargos públicos o funciones oficiales. Los campesinos, en cambio, debían impuestos, tributos o servicios laborales al terrateniente local o a la autoridad central. El campesino dependía jurídicamente y estaba sujeto políticamente. Su trabajo era el inicio de la cadena de redistribución, apropiación, transferencia y almacenamiento. Esta es la imagen que puede interpretarse o leerse tanto en los registros arqueológicos, en las leyendas míticas como la del rey Minos (cuyo palacio de habitaciones podría ser considerado un centro de almacenamiento y redistribución) y en las tablillas de Lineal B (que revelan una economía palacial y redistributiva).
La caída de estos reinos palaciales significó una ruptura en las formas de vida social y política pero también en las formas de representación simbólica[iv] y, fundamentalmente para nuestros intereses, en las relaciones de explotación que se regían mediante un sistema tributario. Es factible pensar que las comunidades aldeanas de base campesina que funcionaban como base de la sociedad palacial continuaron durante la denominada Edad Oscura. Habría, entonces, una continuidad en las formas materiales de producción pero ya sin el palacio, su aparato administrativo y su sistema de apropiación, almacenamiento y redistribución[v].
El oikos fue la célula básica de la sociedad postpalacial. Se trataba de una unidad de producción-consumo que involucraba la tierra, las construcciones, las viviendas pero también los graneros, los corrales, la gente, la familia del aristócrata, sus servidores en general libres, muchos dependientes, algunos esclavos (en este período no hay esclavos trabajando la tierra, hay esclavos domésticos), diversidad de ganado. El oikos era tanto la casa como sitio físico como el hogar en tanto núcleo de pertenecía pero también implicaba la propiedad privada de una familia sobre la tierra (kleros) así como la familia misma y los dependientes que eventualmente se agregaran a ella.
Estas células domésticas se hallaban vertebradas por dos principios: el del patrimonio encarnado por el hombre como dueño de todo lo que caía bajo la jurisdicción del oikos y el del matrimonio como poder de gestión de la mujer a quien el hombre al introducirla en su casa ponía al frente del hogar. Este segundo principio es un síntoma claro de que las relaciones de parentesco tenían un rol esencial en el entramado social que rigió a las comunidades helénicas entre los siglos XII y VIII a.n.e. Puede afirmarse que en la sociedad del oikos predominaba una lógica de parentesco en la que los jefes de aldea competían por el liderazgo y una reciprocidad que, en general era bastante equilibrada, organizaba los vínculos de la sociedad[vi]. Si bien el oikos es un espacio de producción y consumo y se ha observado, inclusive, que en é se hunden las raíces etimológicas más antiguas de nuestro actual concepto de economía debe ser abordado a partir de premisas diferentes a las que se utilizan para realizar los análisis económicos contemporáneos.
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- Surgimiento de la pólis
En el paso del oikos a la polis se produjo el cambio del dominio del parentesco a una lógica en la que pasó a dominar la política. Un elemento documental que muestra esta transición fundamental puede apreciarse a través del texto de Hesíodo, Los Trabajos y los Días, en el que el poeta relata su disputa con su hermano Perses por unos territorios de la aldea de Ascra. Se observa en este testimonio que la resolución de la disputa no se lleva a cabo en el marco de la aldea sino en el ágora lugar emblemático de las prácticas políticas. Se altera, en ese pasaje, la lógica de una reciprocidad equilibrada. Hesíodo habla de “reyes devoradores de regalos” y si tenemos en cuenta que su aldea Ascra quedó subordinada a la polis de Tespias puede argüirse que lo que se está consumando en el contexto descrito por el poeta es la emergencia de la lógica política estatal desplazando a la lógica del parentesco. El centro se encuentra fuera de la aldea y los conflictos ya no se dirimen dentro de la misma.
La polis conservaría en su interior, al surgir, a los núcleos aldeanos. En esa línea Robin Osborne[vii] plantea que la ciudad griega funcionaba más bien como una aldea ampliada debido a que la ciudad y su hinterland (khora) estaban indiferenciados en límites difusos. Es por eso que los labradores adquirieron una posición tan importante al participar activamente como ciudadanos en la toma de decisiones políticas y al formar parte del ejército como herramienta fundamental para la defensa del territorio. Podría pensarse que este modelo de surgimiento de pólis basado en la preexistencia y conservación de los principios aldeanos se contradice con la clásica explicación basada en el predominio de una clase aristocrática que impuso su hegemonía en la conformación de las poleis griegas. Sin embargo, es factible pensar que la aristocracia que logró instalar un poder mayor provenía de una aldea que impuso su poder a la aristocracia de otras aldeas. En este sentido, no serían propuestas incompatibles.
El caso ateniense dentro de este modelo general es particular ya que antes de consolidarse como un territorio con unidad habría contenido comunidades con capacidad de ser por sí mismas poleis autónomas. A partir de allí hay una visión que plantea que en Atenas la polis se conformó a partir de un centro que realizó un proceso de colonización interna de los núcleos cercanos. No sería una unificación basada en una fuerza centrípeta de varias aldeas que tienden hacia un centro (idea de sinecismo) sino la expansión de uno de ellos por exceso de población y larga presencia en la región que va unificando y colonizando. Este proceso se conoce con el nombre de sympoliteia.
En la región del Ática, que es una de las más documentadas, habría que decir junto con Gallego[viii] que existieron cuatro condiciones socio-históricas fundamentales que van a permitir explicar luego la emergencia de la polis democrática ateniense: la presencia de comunas rurales en las que se aglutinaban las propiedades agrarias familiares; el desarrollo de la urbanización ligado a la estructuración de ciertas instituciones que avanzarían en la organización jurídica de la comunidad; la existencia de varios grupos sociales (los aristócratas terratenientes –eupatridai- que controlaban el poder institucional y la gran masa de campesinos –plethos- que vivían en aldeas). Finamente la conformación de la infantería hoplítica y la codificación de Dracón competan los elementos importantes a ser considerados para entender el proceso histórico social que condujo a los atenienses hacia la pólis clásica.
En la denominada era arcaica se habría producido una acumulación económica y política de la aristocracia en detrimento de un campesinado degradado y una gran masa de pobres rurales había caído bajo su dominación a través de una relación que los sometía a la situación de esclavitud por deudas dejando por consiguiente de integrar la comunidad (perdían el usufructo autónomo de la tierra y la condición de libertad). Una generación después de Dracón la rebelión desatada por los más perjudicados de este campesinado empobrecido fueron el impulso más importante para la realización de las reformas solonianas delimitando la ciudadanía y marcando el ascenso socio-político del campesinado que pasó a constituirse en el soporte de la polis ateniense. Solón liberó a la tierra de la esclavitud y por ende a sus apéndices: sus moradores. A partir de Solón se desarrolló un orden cívico que giró en torno al eje de la participación en el derecho de ciudadanía de todo hombre libre nacido en la comunidad. Esta categoría incluía las cuatro clases censitarias según el acceso a la tierra: pentakosiomedimnoi, hippéis, zeugitai y, por último, los thetes[ix].
La culminación de las reformas jurídicas que enmarcaron el proceso del surgimiento de la pólis ateniense estuvo dada por la obra de Clístenes quien elevó a las comunas campesinas al rango de demos (poderes políticos y territoriales de base ligados al gobierno central). De esta forma se afirmó la unidad del cuerpo cívico y se quitó a la aristocracia la cuota de poder que tenía en base a la estirpe. La filiación territorial pasó a ser determinante por sobre la del abolengo familiar. Los nobles más poderosos siguieron conservando igualmente su peso e influencia merced a la utilización de prácticas clientelísticas pero el campesinado comenzó a intervenir activamente en las decisiones de las asambleas. Según Sinclair[x], Clístenes favoreció el reconocimiento de aquellos cuyo derecho para llegar a ser atenienses era dudoso y transfirió con sus reformas, el control de los asuntos desde las viejas familias aristocráticas a los demos o comunidades locales en las que todos los atenienses libres habían pasado a tener que registrarse. Se mezcló al pueblo y el domicilio sustituyó al parentesco como base de organización política.
Es factible pensar que este avance progresivo de la ciudadanía en la legislación tuvo su contrapartida en la conformación paralela de un lugar (o un no lugar) claramente delimitado para los esclavos dentro del cuerpo cívico. Esto no significa, necesariamente, afirmar que Grecia se haya convertido en una sociedad esclavista aunque hay autores que sí lo aseveran[xi]. Mactoux[xii], por ejemplo, plantea que el código soloniano era una estructura coherente que estaba organizada en torno a dos grandes ejes normativos diferentes pero que en conjunto constituían un único esquema con una gran finalidad: la conformación de un sistema claramente esclavista. Por un lado había leyes relacionadas con las cuestiones delictivas otras que regulaban el comportamiento de los esclavos. Ambas condujeron a la sociedad ateniense a la conformación y organización de un espacio que inscribía a la esclavitud mercancía como una institución firme.
En esta nueva ciudad hoplítica el ciudadano era propietario y el esclavo era objeto de propiedad. A partir de la normativa de los legisladores, principalmente de Solón, se inició un camino que condujo a la sacralización de la propiedad y que fue conformando una comunidad de ciudadanos propietarios. De acuerdo a Mactoux en el código soloniano se le quitaba a los esclavos derechos jurídicos pero también obligaciones jurídicas. El delito de un esclavo era delito del amo. Esta “solidaridad jurídica” (el amo respondía sobre sus propiedades y, por ende, sobre sus esclavos) revela el fundamento de la relación social de propiedad que tenían los ciudadanos sobre los esclavos y consolidaba a la sociedad como esclavista.
La legislación también fue organizando el espacio y las actividades en las cuales los ciudadanos tenían participación plena y de las cuales los esclavos estaban excluidos. De esta manera la simbología de estas exclusiones coadyuvaron para establecer con precisión bien marcada cual era el lugar del esclavo en la sociedad. Por ejemplo se excluía a los esclavos del espacio en el que se realizaban los ejercicios gimnásticos para los juegos panhelénicos. Esta práctica estaba reservada para los ciudadanos. Había sitios transitables por todos sin distinción pero otros que estaban vedados para los no libres. El santuario de Deméter, por ejemplo, era uno de ellos. En términos del autor la ciudad de jerarquizó. Más allá del claro recorte jurídico (veremos más adelante los contrapuntos de un debate que opone la imagen del esclavo mercancía a partir de fuentes legales a las explicaciones que enfatizan las profundas implicancias humanas que atraviesan a un individuo esclavizado), la inclusión del análisis simbólico y de los usos del espacio es un aporte interesante para complejizar y profundizar la mirada sobre la esclavitud antigua en Grecia[xiii].
Un aspecto también fundamental que es necesario remarcar en la etapa de desarrollo de la pólis es el proceso de colonización en la región del Asia Menor y el Mediterráneo oriental. En los siglos centrales de la era arcaica se fueron fundando nuevas ciudades que adquirieron diversos rótulos (apoikías, emporiom) según la función desempeñada. Más allá de las razones verdaderamente fundamentales que explican este proceso migratorio y colonizador sobre las que existe un importante debate[xiv] lo que quisiera destacar es el recurso de la mano de obra empleado por estas nuevas ciudades. Siguiendo a Austin y Vidal Naquet[xv] existieron colonias que fueron autárquicas obteniendo todo lo necesario para el sustento y reproducción de sus condiciones materiales a través del trabajo de los propios colonos y también hubo colonias que recurrieron total o parcialmente a poblaciones indígenas sometidas en esos nuevos territorios. Esta es la base de una variopinta gama de relaciones sociales que están en las lindes de la esclavitud y cuyas singularidades no permiten que las reflexiones sobre el esclavismo las incorporen tan fácilmente[xvi].
Comparación entre Esparta y Atenas en relación a las formas de trabajo dependiente
El proceso histórico espartano presenta algunas particularidades que es prudente precisar para poder establecer posteriormente la diferenciación entre la fuerza de trabajo esclava y la fuerza de trabajo ilota. Esparta ocupó a través de un proceso de conquista la región sur oriental de la península del Peloponeso (Laconia) y, posteriormente, la región suroccidental conocida como Mesenia. Así se conformó el estado lacedemonio comandado por Esparta. Este proceso de conquista le otorgó a Esparta el control sobre una población entera dependiente que constituirían el sector de los ilotas. Por otro lado este sometimiento ejercido por Esparta sería la base de las comunidades de periecos sujeto social que estaría por debajo de los homoioi (los iguales) en la jerarquía política lacedemonia[xvii].
El ilotismo espartano se distinguía por su carácter homogéneo. Estaba conformado por individuos apresados por conquista de una única región y sometidos a condición de dependientes motivo por el cual todos los ilotas hablaban la misma lengua. Los esclavos atenienses, en cambio, carecían de identidad común. Los ilotas no se compraban en el mercado de esclavos, se reproducían en el propio seno de su comunidad. Los ilotas podían pretender formar parte del estado lacedemonio en la medida en que eran reclutados para prestar servicio en la guerra a partir de la cual podían luego obtener una libertad condicionada a nuevos requerimientos de servicio. El sentimiento de identidad común (sobre todo entre los ilotas de Mesenia) es la causa central del gran número de rebeliones que impulsaron[xviii], hecho mucho más infrecuente entre los esclavos de Atenas.
La situación de los esclavos atenienses es profundamente distinta. Son personas que carecen de cualquier derecho. Son propiedad directa de sus dueños. Carecían de personalidad jurídica excepto de algunos grupos privilegiados (esclavos públicos o choris oikountes). A diferencia de los ilotas no tomaban parte en la guerra. Más allá de esta exclusión esencial participaban de casi todas las demás actividades: agricultura, comercio, artesanía, trabajos domésticos, etc siempre realizando las tareas más duras. Algunos, inclusive, realizaban algunas funciones para el Estado como escribanos, secretarios, empleados de prisiones, etc. Eran mayoría en el trabajo minero y había un grupo de 300 que practicaba funciones policiales. No tenían ninguna unidad de origen y la variedad de condiciones debida a la heterogeneidad en la inserción productiva también era muy significativa (había esclavos en puestos públicos y de jerarquía y otros sometidos a una explotación muy grande en el trabajo en las minas de Laurión)[xix] No existieron por eso rebeliones organizadas ni conciencia colectiva expandida. Las rebeliones eran individuales o intentos de fuga.
En Esparta ante las mayores y comunes expresiones de rebeldía por parte de los ilotas, los éforos (homoioi encargados de presidir la Apella) debían mantener el orden y vigilar el cumplimiento de la legislación espartana. Ellos velaban por el cumplimiento de las distintas funciones de los magistrados aun las de los diarcas (recordemos la experiencia novedosa que representó la diarquía espartana en la historia de la humanidad) pero, fundamentalmente, estaban al mando del control de la sumisión de los ilotas evitando alborotos o revueltas organizando un poder de policía.[xx]
En el estado lacedemnio los ciudadanos de pleno derecho (homoioi) se consideraban descendientes de los primitivos conquistadores de Laconia. Este derecho se lograba en virtud de ser hijo de padre y madre espartanos. Esto fue así según Casillas[xxi] hasta la época helenística. Podemos concluir que la transición a una adscripción de base territorial para la participación ciudadana que se produjo en Atenas aquí estuvo ausente y la legitimación por parentesco siguió vigente. Por supuesto que el espartano tenía su lote de tierra que también simbolizaba su rango (el kleros) en Laconia y también en Mesenia. Poseían las mejores tierras, las más productivas y rentables. Para su labranza utilizaban la fuerza de trabajo proporcionada por los ilotas que estaban ligados a la tierra y obligados a pagar una porción de lo producido a los dueños. Puede sugerirse, entonces, que la inserción del ilotismo en la vida productiva espartana estaba más restringida y acotada que la esclavitud en el caso de Atenas.
Un elemento central es que los ilotas eran propiedad del estado espartano, estaban ligados a la tierra que ellos mismos trabajaban y podían tener una precaria vida familiar. Es decir que pertenecían al estado lacedemonio aunque nominalmente estuvieran adscritos a un kleros. En Atenas, si bien, el estado regulaba las normas que establecían la existencia de la esclavitud mercancía y organizaba de forma directa e indirecta la vigencia de la institución de la esclavitud, los esclavos eran propiedad de los ciudadanos que quisieran adquirirlos en el mercado.
Los espartanos podían ejecutar a los ilotas si lo consideraban necesario. La ceremonia de la krypteia era, en ese sentido, fundamental. Este ritual era protagonizado por los jóvenes escogidos entre los más destacados que debían atrapar en el bosque a la mayor cantidad posible de ilotas para ejecutarlos. Según Casillas[xxii] este ritual cumplía un doble propósito. Por un lado el de regular la proporción demográfica entre los ciudadanos y los ilotas ya que estos últimos superaban ampliamente en número a los primeros. Por otro lado, reprimir preventivamente para evitar posibles sublevaciones. Tanto de laconios como de mesenios. Esta práctica institucionalizada es un indicio clave para comprender las diferencias entre el esclavismo y el ilotismo. Según Vidal Naquet[xxiii] que un esclavo huya no es cosa grave en Atenas porque los esclavos se reemplazan a partir de la compra en el mercado. En Esparta, en cambio, no se pueden comprar los ilotas, no existía un mercado para la mano de obra. Una revuelta de ilotas era mucho más desestabilizadora para el orden espartano de lo que una revuelta de esclavos lo era para el orden ateniense.
- Definiciones de esclavo. Las relaciones esclavistas en la historia. El problema de la manumisión.
Desde un punto de vista estrictamente teórico la esclavitud es una de las variadas formas de trabajo dependiente o trabajo para otros. Esto significa, objetivamente, que otros se hacen con parte de los resultados y rigen de manera directa el trabajo que se hace y la forma de hacerlo en persona o mediante agentes o administradores. Ahora bien este hecho puntual es característico pero no específico de la esclavitud. Existe una gran variedad de trabajos para otros algunas de las cuales ya fueron mencionadas.
Por otra parte, en el análisis debemos incluir un acercamiento que excede lo estrictamente productivo. La dimensión filosófica o ética del problema aparece cuando se intenta una definición del esclavo o la esclavitud. Hay una postura muy extendida que es la de considerar al esclavo como una herramienta o cosa (que era la definición jurídica de los códigos antiguos, particularmente romanos). Finley[xxiv], por ejemplo, sostiene que “el esclavo es, ante todo, una propiedad. Que sea un ser humano no reviste la menor importancia. Los derechos del propietario sobre su esclavo eran absolutos casi totalmente”.
Hay otra definición posible que sostiene que “la esclavitud es la relación social permanente de dominación violenta que implica la alienación natal”[xxv]. El esclavo se distingue, en esta perspectiva, por ser un ser alienado natalmente producto de una relación social. Es alguien que no tiene pertenencia, que no tiene vínculo ni inscripción social. En este abordaje se plantea que siempre hay una sociedad generadora de esclavos y otra que es consumidora La sociedad consumidora de esclavos produce un desdibujamiento del lugar de origen del esclavo. De esta manera la sociedad esclavista homogeneiza a los esclavos quienes pasarían a poseer caracteres comunes. La sociedad consumidora de esclavos percibe a los mismos como sujetos amorales que practican actos salvajes y formula una alteridad que le permite organizar una percepción interior de la propia sociedad como grupo civilizado (la comunidad de ciudadanos, hombres libres) opuesta a un grupo de bárbaros, extranjeros y sometidos.
El esclavo es alguien que no pertenece al grupo. Solamente puede expresarse a través de su amo. Es una relación de poder completa y permanente. El esclavo sólo puede emanciparse pura y exclusivamente por decisión voluntaria de su propietario. El esclavo está alienado natalmente, no pertenece a la comunidad y no tiene, entonces, ningún derecho. En este punto sí pueden observarse coincidencias con Finley quien plantea que el amo tenía dominio sobre el trabajo, el producto del trabajo, la persona y la personalidad del esclavo. La carencia de gobierno del esclavo se extendía hasta los hijos y los hijos de sus hijos[xxvi]. El asunto es que el problema no reside en la descripción de los hechos que son conocidos por todos (Finley también recuerda que “el absolutismo de derechos del propietario estaba facilitado por el hecho de que el esclavo era siempre un foráneo desarraigado al que se le negaban los más elementales vínculos sociales, la parentela[xxvii]) si no en donde se coloca el énfasis para la conceptualización de la esclavitud. Es decir el debate reside en dirimir si el esclavo se define como una propiedad pasible de ser comprada y vendida o como un ser alienado natalmente.
Un punto fundamental que debemos abordar en el análisis del problema es el del carácter de la dominación ejercida en las sociedades precapitalistas en general porque eso nos permitirá tomar conciencia del marco general en el que se inscribía la esclavitud antigua. En las sociedades antiguas como en todas las sociedades precapitalistas la explotación del trabajo y la obtención de beneficios de la clase dominante se realizaba de un modo esencialmente diferente al que se realiza en la sociedad moderna capitalista. La diferencia fundamental reside en que el mecanismo capitalista de obtención de beneficio es estrictamente económico. El obrero, privado de los medios de producción, vende su fuerza de trabajo y en el propio proceso de trabajo genera un excedente que no le es retribuido y que, para Marx, constituye la plusvalía que acapara el capitalista. En cambio en las relaciones sociales de producción de las sociedades precapitalistas como la relación esclavista, el trabajador posee los medios de producción y el resultado de su producción pero la dominación se expresa en la imposición política extraeconómica de entregar una parte o la totalidad de lo producido al amo, Dominus, faraón, estado, etc. El plusvalor apropiado en este caso se denomina renta.
Por supuesto que aquí se podría objetar que en los albores del capitalismo existieron relaciones esclavistas generalizadas principalmente en el contexto americano. De todas maneras las diferencias esenciales entre ambos tipos de esclavitud es muy significativa. Los elementos distintivos que explican la especificidad del contexto de la esclavitud americana podrían encontrarse en la teoría de los modos de producción a partir de un enfoque marxista. Sin embargo es Moses Finley[xxviii] quien aborda con claridad meridiana este problema y lo resuelve con la siguiente fórmula: “La esclavitud del Nuevo Mundo existió dentro del más amplio contexto de una sociedad europea basada en el trabajo asalariado libre y la creciente industrialización mientras que la antigua se dio en un contexto preindustrial y coexistió con otros tipos de trabajo subordinado, no con el trabajo libre asalariado. La esclavitud del Nuevo Mundo no decayó durante un largo período de tiempo y se abolió muy espectacularmente con la guerra civil norteamericana (podríamos agregar en este punto, y las diversas rebeliones y revoluciones de Hispanoamérica). Finalmente, la esclavitud moderna fue reemplazada por mano de obra libre y no por otras formas de trabajo subordinado.”
Por otra parte, como remarca Zelin[xxix], las sociedades precapitalistas no están formadas exclusivamente por clases si no por órdenes y estamentos que en la sociedad plenamente capitalista tienden a anularse en función del principio de la igualdad jurídica. Este hecho es fundamental ya que permite comprender por qué en la sociedad griega, por ejemplo, la influencia de la economía sobre otros aspectos de la vida social estaba mediatizada por la instauración de categorías jurídicas determinadas. Lo que nos estaría diciendo Zelin es que para comprender la esclavitud antigua (yendo al punto que nos interesa) es preciso incluir en el análisis todo un conjunto de condiciones históricas que trascienden enormemente a la variable de la propiedad y la relación económica en la producción. El ejemplo más palpable para entender esta propuesta sería el de la manumisión de esclavos. Los manumissi délficos estaban obligados contractualmente a cumplir con una cláusula (la paramoné) que los ligaba laboralmente al antiguo amo por un tiempo más que prolongado. La persistencia de la dependencia personal no inhibía a los esclavos a aceptar de buena gana la manumisión ya que lo que se modificaba era el status social.
En términos de Jean Andreu[xxx] el liberto romano, por ejemplo, está ubicado en una especie de encrucijada. Por un lado ha sido esclavo y ni él ni los demás podrán olvidarlo. Por otro lado tiene el estatus de liberto. La manumisión le concedía la misma ciudadanía romana que portaba su amo. Sin embargo estaba sometido a toda una serie de reglamentos. En el caso griego, por su parte, Andreu compara al liberto con el meteco[xxxi] en el sentido de que ninguno de los dos estaba incorporado a la vida política ni estaba investido de ciudadanía con posibilidad de acceso a la tierra. Entre las obligaciones a las que estaba sometido el liberto romano con respecto a su antiguo amo Andreu destaca el obsequium (respeto que un hijo le debe a un padre) que, entre otras cuestiones, prohibía al liberto de hacer comparecer ante la justicia a su patrono en los aspectos civil y penal. Por otra parte, el antiguo amo tenía derecho a las operae que eran obligaciones laborales bien precisas (un cierto número de jornadas de trabajo por año). De todas maneras, nuevamente aquí el punto central es que el esclavo veía en la manumisión no una recompensa que implicara la quita de horas de trabajo sino una recompensa simbólica por el cambio en la posición en la sociedad. La satisfacción de un cambio de status aunque persistan las obligaciones productivas es más comprensible en el marco de una sociedad precapitalista.
No vamos a entrar en este trabajo por una cuestión de espacio, en una explicación profunda de la esclavitud moderna en el marco de una economía de mercado capitalista pero es interesante observar la imagen construida por Knight[xxxii] sobre la sociedad haitiana de la América colonial moderna. Esta sociedad es emblemática del funcionamiento de las sociedades esclavistas de la modernidad. Estaba conformada por una población estructurada en función de una plantación organizada para los cultivos tropicales con una pirámide cuyo vértice estaba integrado por alrededor de 25000 colonos blancos, un estrato intermedio de una cantidad similar compuesto por personas libres, mestizas y una base de 500000 africanos trabajadores denigrados y explotados como esclavos.
Afirma Knight que “las plantaciones unían a la sociedad local y a la economía local con África a través del comercio transatlántico de esclavos. La viabilidad económica dependía de reemplazar continuamente la fuerza de trabajo importando esclavos africanos. Las operaciones mercantiles de este sistema se extendían a varios continentes.” He aquí una diferencia sustancial entre la esclavitud antigua y la moderna que reside no sólo en la naturaleza del modo de producción que constituía el telón de fondo de la esclavitud haitiana sino en la dimensión intercontinental que caracterizaba a las relaciones comerciales que entraban en juego y que estaban ausentes en el mundo grecoromano.
Retomando a Carlos García habría que decir que las relaciones esclavistas no pueden ser consideradas de un modo transhistórico[xxxiii]. La aparición de relaciones esclavistas en la modernidad no debe hacernos creer que vienen acompañadas de idénticas estructuras sociales, económicas y jurídicas. En otras palabras pueden existir relaciones esclavistas en un contexto capitalista y su caracterización debe ser necesariamente diferente de la que haríamos para entender la esclavitud de la antigüedad. La esclavitud antigua no fue periférica a ningún mercado central capitalista.
Así como remarcamos las diferencias entre los modos de explotación del trabajo subordinado en la antigüedad y en el contexto de las sociedades de mercado capitalistas, es prudente puntualizar las distinciones que separan al esclavo de otra gran forma extendida de trabajo subordinado precapitalista que es la servidumbre. Siguiendo a Engerman[xxxiv] ambas condiciones (la esclavitud y la servidumbre) solían tener un carácter hereditario y, por ende, una duración ilimitada en el tiempo. Ahora bien, los siervos solían tener algunos derechos de posesión sobre la tierra que los esclavos no tuvieron y la enajenación de un siervo raramente podía ser producida sin la vinculación con la tierra. La servidumbre, por otro lado, autorizaba el pago en dinero o tiempo de trabajo a los propietarios para obtener algunos permisos como el matrimonio y la movilidad. En el caso del esclavo esto no era lo normal. Finalmente y, fundamentalmente, el esclavo era considerado un foráneo extraño a la sociedad. Esta condición en la extensión en que acompañó al esclavismo es específica de esta forma de trabajo subordinado y, a pesar de los reparos señalados en el párrafo previo, es la que la dota de su particularidad en cualquier período en que la observemos.
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- NOTAS
[i] Es m intención prevenir sobre el carácter extremadamente sintético del recorrido histórico que se presentará en el primer apartado que fue introducido en función de ofrecer una presentación del escenario absolutamente necesaria para reflexionar sobre cuestiones que constituyen importantes problemas de la historia. El esfuerzo analítico está concentrado y desplegado en el cuerpo central de la monografía que gira en torno a los núcleos esenciales de seminario. Inclusive en la descripción histórica de la evolución de la historia griega se irán anticipando los ejes centrales que se discutirán en los apartados de mayor profundización.
[ii] AUSTIN, M. y VIDAL NAQUET, P. (1972: 45).
[iii] WOOD, E., M. (1988: 273) .
[iv] Para analizar los alcances más importantes de la dimensión escrita y de la representación simbólica como antecedente o causal de la evolución del pensamiento filosófico en la Grecia antigua véase OLSON D.: El Mundo sobre el papel. El impacto de la escritura y la lectura en la estructura del conocimiento. En este trabajo el autor asume que las razones más importantes para entender el proceso evolutivo del pensamiento filosófico griego se encuentran en el marco histórico social de la expansión colonial de los siglos VIII a V a.n.e.
[v] La situación a la caída de los palacios, argumentando la continuidad de las aldeas, implica necesariamente la preponderancia de la agricultura sobre el pastoreo ya que esta última es una actividad que requiere de grandes extensiones de territorio que seguramente no poseían los campesinos que sobrevivieron a los palacios que no estaban en condiciones de controlarlos.
[vi] El cuidado en el análisis de las prácticas económicas de la antigüedad es un tema central den las discusiones historiográficas. La tendencia bien marcada en las sociedades de mercado capitalistas y prácticamente inexistente en las sociedades precapitalistas ha originado en no pocos autores la necesidad de reflexionar sobre la validez de nuestras categorías modernas para la indagación de los procesos de la antigüedad. MIRÓN PÉREZ, M.D. (2004, 64, 68, 70) La autora plantea que el objeto de la economía actual es el estudio de la circulación de bienes y productos a través del mercado. Las categorías de análisis empleadas en economía (mano de obra, capital, inversión, oferta, demanda, etc.) están adaptadas al estudio del capitalismo un sistema económico que pone al mercado como su centro. No es posible trasladar directamente estas categorías al análisis de la economía de la antigüedad lo cual no implica pensar que no haya existido pensamiento económico en aquél período. FINLEY, M. (1972: 163, 170, 171) En una línea similar y a partir de un desarrollo teórico más profundo sostiene que los antiguos jamás describieron la tierra como la mejor inversión para llevar al máximo las utilidades. Se sabía que la tierra era productiva pero estaba en primera lugar entre las opciones por razones de carácter moral y de “naturaleza” (porque la agricultura era justa, no era a expensas de otros) pero no se hacía una ecuación entre la moral y las ganancias. Los antiguos podían darse el lujo de una opción moral y aun así hacerse más ricos y no más pobres. La inversión en tierras nunca fue en la época antigua una política calculada y sistemática. POLANYI
AUSTIN, M. y VIDAL NAQUET, P. (1972:2 3, 25) Fue Karl Polany quien sistematizó algunas de las categorías más importantes a ser tenidas en cuenta para abordar el problema de la economía en sociedades precapitalistas y preestatales. El propuso cuatro esquemas para comprender el funcionamiento de la circulación y repartición de bienes en dichas sociedades: la reciprocidad, la redistribución, los intercambios por medio del comercio y la economía doméstica. En la Grecia antigua cualquier análisis económico se topará inevitablemente con el político y se fundirá en él.
[vii] OSBORNE, R. (1995).
[viii] GALLEGO, J. (2005).
[ix] SINCLAIR, R. K. (1999: 16-17). La división del cuerpo de ciudadanos quedó establecida en cuatro clases: pentakosiomedimnoi (aquellos que producían como mínimo 500 medimnoi de grano al año; hippeis (los caballeros que producían al año 300 medimnoi o más), zeugitai (hoplitas o cualquier otro que produzca 200 o más) y thetes (labriegos que andaban por debajo de los 200).
[x] Ibidm
[xi]FINLEY, M. (1982). Es necesaria la conjunción de tres aspectos para que surja una sociedad esclavista. En Grecia la propiedad concentrada de tierras de las familias eupátridas junto con la existencia en el Ática de indicios de una fuerte urbanización y producción de mercancías (recordemos el proceso de sinecismo o sympoliteia analizado anteriormente) y el factor clave generado por Solón anulado la servidumbre por deudas y dejando a las familias terratenientes sin una fuerza de trabajo fundamental para la producción de sus parcelas son los factores que determinan la conformación de Atenas como una sociedad esclavista. Para la aplicación del mismo esquema a la situación romana. Ver supra p. 25.
[xii] MACTOUX, M.-M. (1988: 333-342).
[xiii] Un aporte sumamente enriquecedor que también contribuye en gran media a la comprensión de las implicancias de las reformas de Solón es el trabajo de VALDÉS GUÍA, M. (2006: 144-150). Según esta autora en el siglo VII se produjo un proceso de degradación del campesinado a partir de un contexto ya precario desde antes en el que hay dos tipos de situaciones: un grupo de pequeños y medianos campesinos propietarios de su parcela (al estilo de Hesíodo en Beocia y, por otro lado, los no propietarios de tierras, thetes y/o hectémoros que trabajan las tierras de los ricos o tierras comunales puestas en cultivo y controladas igualmente por los aristoi). Existía propiedad privada y comunal que podía ser objeto de reparto o privatización pero también arrendada o entregada en usufructo en cuyo caso la operación sería probablemente gestionada por los nobles locales. No obstante, existía también una ideología conservadora que inhibía la alineación o enajenación de la tierra. Estaba afianzada la idea de la preservación de la propiedad del kleros y el oikos, no perder la tierra heredada de los antepasados. La tierra se “hipotecaba” (pero no se perdía) a partir de una situación de endeudamiento. Los horoi que marcaban los mojones hipotecarios eran de tres tipos: mojones en las propiedades sobre las que pesaba una deuda; marca de la atima chremata de los campesinos endeudados que no pagaron sus deudas (tierra endeudada perdida o confiscada); estelas que recordaran la situación de las tierras tanto públicas (sacras o profanas) como privadas concedidas en régimen de arrendamiento o hectemorazgo (dadas para trabajo y uso de “no propietarios” a cambio de una parte de la cosecha o de una renta. Los campesinos que se endeudaban y perdían su tierra podían o bien ser vendidos como esclavos (generalmente en el extranjero) o bien servir como thetes (hectémoros) en su antigua propiedad o quizás en otra.
[xiv] Existen posiciones demografistas que sugieren la existencia de un desfasaje entre población y recursos y otras que ponen el foco de atención en la monopolización de los terrenos más productivos por parte del grupo aristocrático.
[xv] Ibid: P: 71-73.
[xvi] De los ilotas espartanos nos ocuparemos con cierto grado de profundidad en el acápite siguiente pero no debe pensarse que las reflexiones sobre la esclavitud son válidas para el conjunto de las relaciones sociales que se implantaron en las poleis griegas. Me refiero a los klarotai de Creta, los woikitai de la Lócride oriental y los penestai de Tesalia, Mariandynoi en Heraclea Póntica, Killyrioi en Siracusa, Gymnetai en Argos.
[xvii] Los periecos eran parte integrante del estado lacedemonio y poseían un estatus político, social y económico que les distinguía del resto de la población dependiente. Tenían cierto autogobierno con instituciones independientes del poder central que organizaban la vida política, social y económica de las comunidades. Estaban sometidos en algunos asuntos centrales a Esparta como las relaciones externas (voluntaria o involuntariamente). Se los ha calificado desde alguna explicación como aliados desiguales de Esparta. Estaban impedidos de acceder a algunas magistraturas, participar de ciertos rituales religiosos y acceder a determinados estadíos de la agogé (organización educativa que impartía la formación de los espartanos). También estaban sujetos al pago de un tributo real cuyo monto aparentemente no fue determinado. Todos estos atributos, entonces, nos obligan a separarlos claramente de los ilotas.
[xviii] Hay dos procesos de rebelión de los ilotas de Mesenia muy importantes. El primero en la época de Tirteo de 464 a 460 y el segundo (más profundo) en 370-69 tras la derrota de Leuctra cuando Mesenia se separó y se constituyó como estado independiente.
[xix] Ibid.. Pp. 102, 103, 106.
[xx] CASILLAS, J.M. (1997: 41)
[xxi] Ibídem p. 46.
[xxii] Ibid. p.71.
[xxiii] Ibidem p. 197.
[xxiv] Ibídem pp.:91-92.
[xxv] PATTERSON, O. (1982).
[xxvi] Ibidem p. 94.
[xxvii] Ibid. p. 95.
[xxviii] Ibid. p. 165
[xxix] ZELIN, K.K. (1989).
[xxx] ANDREAU, J. (1991).
[xxxi] En Atenas existía, también una categoría intermedia ubicada por debajo del cuerpo de ciudadanos, los metecos, que eran los extranjeros residentes en Atenas. Estos individuos estaban sujetos a diversas cargas y obligaciones aunque eran jurídicamente libres. Debían pagar el impuesto metoikon (la falta en el pago los dejaba sujetos a esclavización); debían procurarse un prostates (un patrono que los representara ante la justicia); en el ejército servían en contingentes separados y en la flota actuaban como remeros. No tenían ningún derecho político, eran incapaces, a su vez, de adquirir casas y tierras a menos que se les otorgara un privilegio especial. Se volcaban, generalmente como consecuencia de lo anterior, a las prácticas artesanales, comerciales o bancarias. Todos estos elementos son los que explican el carácter inferior de los metecos respecto al conjunto de ciudadanos pero, a su vez, las concesiones de las que gozaban (como su inserción aunque no protagónica en la flota) nos obligan a separarlos del conjunto de los esclavos que carecían de ellas.
[xxxii] KNIGHT, F. (2002)
[xxxiii] GARCÍA, C.: clase teórica dictada el 11/10/2007.
[xxxiv] ENGERMAN, S. (1999) No pierdo de vista que el autor se concentró en experiencias histórica alejadas del mundo grecorromano de la antigüedad para formular sus conclusiones pero el carácter generalizable y atinado de las mismas que él mismo intenta remarcar es lo que me impulsó a considerarlas.
Ariadna Tucma Revista Latinoamericana. Vol. 5. Marzo 2010-Febrero 2011
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