La Revolución Mexicana en Yucatán, Salvador Alvarado. Felipe Carrillo Puerto.

El Primer Congreso  Pedagógico de Yucatán en 1915

Los maestros asistentes al congreso, exigieron estar acorde con los tiempos, enterrar el sistema anterior para construir la sociedad que se demandaba. Comprendían que la escuela en su esencia reproduce el medioevo, y su servidumbre. Las discusiones pasaron por la escuela de la libertad o de la esclavitud. Hubo quienes cuestionaron “¿qué es ser libres?”, sus posiciones demostraban temor al cambio. Otros comprendieron que la escuela debe liberarse del dogma, de todo prejuicio; porque lo más complejo es librarse de la esclavitud cuando esta se ha internalizado en las estructuras del pensamiento.  Parte de los debates en el congreso fue la concepción de la instrucción y cómo se atiborran de conocimientos a los educandos muchas veces alejados de la realidad del niño quien lo asume pasivamente como un recipiente a llenar. Subyace el autoritarismo, el dogmatismo, donde el niño es simple receptor de nociones científicas, mero depósito de teorías, inadaptables a la vida real. Cuando el Método para formar hombres libres es el que emplea la propia naturaleza en su formación al adquirir y organizar sus conocimientos.

La Patria

La construcción de la Patria tema fundamental en el debate, aunque en la actualidad con tanta penetración cultural, tanto sentimiento antipatriótico, suene vacío. Más que nunca tenemos los maestros la obligación de retomar estos elementos que nos dan sentido y unidad. Los congresistas expresaban “Sin patria no hay escuela, y sin escuelas muchas veces no existe la patria. Ante ello la sociedad sin querer tiende a exacerbar el individualismo; más se requiere la formación del sentido social, de colectividad, de pueblo” o “La patria es la única realidad existente; es la realidad superior, ante la cual se desvanece o pierde la autonomía del individuo. La patria es el alma colectiva que absorbe todas las almas” Hasta cumplir el deber de sacrificarse por su patria. Así como “En la escuela primaria se modela el carácter de la nacionalidad. Se plasma la vida civil y pública. En ella por primera vez practica el hombre, colectivamente hablando sus deberes y derechos”. Es tal la percepción de la defensa de soberanía que se reconoce “La patria es la patria, madre augusta de todos. Busca el amor, la concordia, el sentimiento de libertad, de justicia, de grandeza moral,  y aún del olvido o perdón para los ingratos que no supieron cumplir sus deberes patrios, que son los deberes por excelencia de los hombres civilizados”.

En su afán de memorar la patria y sus luchas nacionales y locales, aparece en el discurso de los maestros tener que consagrar “el 30 de julio a los héroes y mártires de la guerra social (guerra de castas) iniciada en 1847”. Esta presente todavía la guerra social pues  no habían cicatrizado las heridas. Por tanto los indígenas alzados no serían parte de estos festejos.

Revisan el papel de las instituciones como es la Universidad,  donde su enseñanza, ha sido en ella casi teórica o empírica, llena de carreras literarias, de una didáctica libresca. Cada año egresan de nuestras facultades o universidades de América Latina, millares de jóvenes pero difícilmente lograrán obtener una colocación o trabajo acorde a su categoría. Esta es parte de la herencia negativa en la formación de profesionales, que seguimos arrastrando por esquemas obsoletos del sistema económico que no logran generar círculos virtuosos en el desarrollo, por tanto no crear empleos justos y bien remunerados.

Discurso de Alvarado en la inauguración del Congreso Pedagógico

El gobernador reconoce “corremos el riesgo de hundirnos en perezosa indolencia, o convertir nuestros ideales en viciosa excitación, entonces llegaremos a la bancarrota, tanto que lamentar cuanto que el hecho habrá ocurrido por nuestra propia causa” Reflexiona “Griegos y cartagineses vencidos por el hierro romano, de aquellos latinos que, no poseía la soberbia cultural de los unos ni el genio comercial de los otros, tenían, lo que a ambos faltaba, ese gesto de la fuerza del carácter.” De los hombres del poder esboza “Si hombres de riqueza o posición social se tornan lujuriosos o indolentes; si aflojan en el cumplimiento de las obligaciones que tienen para con todo el pueblo por razón de posición; si olvidan el sentimiento de patriotismo, o arrastran vidas dedicadas a la molicie o a una viciosa complacencia consigo mismo, no habrá cultivo intelectual  ni actitud financiera que los salve del desdén de aquellos cuyo respeto es el más alto galardón”.

Encomia a los maestros: “De hoy en adelante, señores profesores, decid la verdad al niño, no hagáis escuela de aduladores;…haced en las conciencias de los educandos la religión del orgullo, de la vergüenza, del propio valer, del carácter; hacer la religión del orgullo es crear hombres fuertes, conscientes y honrados: no de esa pervertida moral que os prohíbe, a fe de creyentes que investiguéis la trinidad, la pureza de la virgen María y de los beneficios sacramentales. Esta discusión ética, expresa los poderes de su época confabulados contra el pueblo, militares, iglesia, dictadura, científicos, hacendados, acumulando fortunas que resultan una bofetada a la pobreza de nuestro pueblo, y cómo los lujuriosos, indolentes, soberbios, caen víctima de los becerros de oro, ante la avaricia, egoísmo, hasta apoderarse de la esperanza de las personas, no conformes, con tanto, no tienen límite”.

Realiza dura crítica a la burocracia: “al puesto no se llega a medrar, se llega a servir, los fondos públicos son urnas inviolables, deposito sagrado que no está el servicio de compadrazgos o a beneficio de empleados mercanchinfles”. A su vez recomienda cómo el estado debe atender a su sociedad: “al maestro pagarle bien, dotar a las escuelas de edificios y material de enseñanza, para hacer buenos jueces, buenos hospitales, para crear energía. Los fondos del pueblo son la palanca de Arquímedes que levanta al mundo y no la caja de Pandora que lo enferma y lo pervierte”. Advierte el gobernante “Recuerden que no son los más fuertes los que siempre triunfan, sino los que mejor se organizan y dirigen. En el combate es más fuerte el que lleva la razón y la justicia, el convencimiento íntimo de que  la causa es buena, basta y sobra”.