Una embajada historiográfica con vocación americanista. Los historiadores argentinos en el «II Congreso Internacional de Historia de América»

[3] Aquí no nos detendremos en el análisis de la  Nueva Escuela Histórica como tradición historiográfica ni en las posibilidades y límites que tal denominación imponen a un grupo de historiadores. Para eso remitimos entre otros a: Fernando Devoto y Nora Pagano, Historia de la Historiografía Argentina, Sudamericana, Buenos Aires, 2009, cap. 3; Alejandro Cattaruzza y Alejandro Eujanian, Políticas de la Historia. Argentina 1860-1960, Op. Cit., cap. 3 y 4; Jorge Myers, “Pasados en pugna: la difícil renovación del campo histórico argentino entre 1930 y 1955”, en Federico Neigburg. y Mariano Plotkin (comps.) Intelectuales y expertos. La constitución del conocimiento social en la Argentina, Paidòs, Buenos Aires, 2004. Para la versión “oficial” elaborada por la Academia Nacional de la Historia puede verse AAVV., La Junta de Historia y Numismática y el movimiento historiográfico argentino, Buenos Aires, Academia Nacional de la historia, 1997.

[4] En esas décadas se crean el Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, el Instituto de Investigaciones Históricas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, la Comisión Revisora de Libros de Texto de Historia y Geografía Americanos, la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, el Centro de Estudios Históricos de la Universidad de La Plata, la Sociedad de Historia Argentina. La Junta de Historia y Numismática se convierte en Academia Nacional de la Historia en 1938. Para un análisis de la articulación entre historia y política en los años ’30 puede consultarse Alejandro Cattaruzza, “”Descifrando pasados: debates y representaciones de la historia nacional”, en Id. (Dir), Crisis económica, avance del Estado e incertidumbre política, Sudamericana, Buenos Aires, 2001. T VII.

[5] Martín Bergel., “El anti-antinorteamericanismo en América Latina (1898-1930). Apuntes para una historia intelectual”, Revista Nueva Sociedad, Nº236, nov-dic 2011. Como señala el autor esta política no bastó para superar las reticencias argentinas –y latinoamericanas- hacia Estados Unidos, y aunque la “buena vecindad” y el ascenso de los fascismos disminuyeron la animosidad, desde mediados de los años ‘20, el antiyanquismo fue una dimensión visible en algunos sectores de la cultura latinoamericana e insufló motivos a  varias entidades intelectuales y políticas que buscaron hacerse eco de él

[6] Cfr. Celestino Del Arenal C., Política exterior de España hacia Iberoamérica, Ed. Complutense, Madrid, 1994. Cap. II;  Pedro Pérez Herrero y Nuria Tabanera (Coord.) España/América Latina: un siglo de políticas culturales, AIETI/OEI, Madrid, 1993; Gustavo Prado, Las lecciones historiográficas de Rafael Altamira en Argentina Apuntes sobre Ciencia, Universidad y Pedagogía Patriótica (1909), Universidad de Oviedo, Asturias, 2010

[7] Tercer Congreso Científico Panamericano, Acta Final,  Lima, 1938.

[8] Diario Oficial da Uniao, Secao 1, 30/10/1928, pàg. 42.

[9] Carlos Suárez y Jorge Saab, “El Estado, Ricardo Levene y los lugares de la memoria”, en Clio &Asociados, Nº16, 2012.

[10] “Convenio entre la República Argentina y la Republica de los Estados Unidos del Brasil para la revisión de los textos de enseñanza de historia y geografía firmado por los Ministros de Relaciones Exteriores Carlos Saavedra Lamas y A. De Mello Franco”, en Ricardo Levene., Estudios de Historia Nacional, T. IV, 1932-36. (se trata de tomos armados por el  propio autor donde reúne varios de sus artículos y conferencias sobre estos temas, que forman parte de su biblioteca personal).

[11] La Comisión Argentina estaba formada por R. Levene, F. Outes, F. Daus, C. Correa Luna y E. Ravignani. A la de Brasil  la integraban A. Taunay, J. Serrano, R. Gabaglia, S. Docca, O. Rosa, P. Calmon Moniz de Bittencourt, F. Hermes, R. Mendoça

[12] El mismo año de su creación, la Comisión acuerda una serie de proposiciones para la enseñanza de la historia y la geografía que trasciende la revisión de los libros de texto para extenderse a toda la enseñanza de estas disciplinas. Se establecen una serie de criterios a seguir para ambas materias. El gobierno argentino rápidamente adoptó como reglamentación oficial las propuestas de la Comisión. El Ministro de Justicia e Instrucción Pública, Dr. Yriondo, sosteniendo que las proposiciones tenían un acertado fundamento, las difunde rápidamente en todo el sistema educativo haciéndoselas llegar a cada uno de los profesores de las disciplinas involucradas. La carta que los miembros de la Comisión adjuntaron a cada docente en 1935 con las recomendaciones mencionadas, los convocaba a tener en cuenta en el desarrollo de su actividad “… Los ideales de verdad histórica y solidaridad americana que sustentan, y espera que tales principios adquieran su máxima eficacia en la acción docente y dirigente del Sr. Profesor y no únicamente en los libros de texto…” en Ricardo Levene., Estudios de Historia Nacional, T. IV, 1932-36, pág,  24.