Cuba durante la Segunda Guerra Mundial

Al gobierno de Grau, extendido hasta 1948, le correspondió entonces asistir a la etapa final de la Segunda Guerra Mundial, beneficiado por la todavía favorable coyuntura económica derivada de esa conflagración, ya que Estados Unidos seguía comprando toda la cosecha azucarera cubana. Reflejo de ello fue la obtención del diferencial azucarero en 1945, pues la alta producción del dulce incrementaron los ingresos nacionales como no se conocía desde antes de la crisis capitalista de 1929,[6] lo que permitió otorgar un importante plus salarial a miles de trabajadores gracias a la política negociadora con Estados Unidos del gobierno auténtico y de Jesús Menéndez, líder comunista de los trabajadores del sector.

Pero el aumento de salarios y las obras públicas, en virtud del notable crecimiento del presupuesto gubernamental, no pudo opacar que durante el gobierno de Grau la corrupción alcanzara magnitudes sin precedentes, con recursos robados a las construcciones estatales, la renta de lotería y el desayuno escolar. Otros nutrientes eran los oscuros negocios derivados de las instituciones gubernamentales creadas para regular los abastecimientos, del sistema de trueques establecido en el comercio con varios países latinoamericanos y caribeños y del mercado negro. El saqueo del erario nacional también fluyó a las bandas gansteriles, en muchos casos herederas de los “grupos de acción” que habían combatido los aborrecidos regímenes de Machado y Batista y que alcanzaron particular actividad en los predios de la Universidad de La Habana.

Una de las pocas facetas positivas del segundo gobierno de Grau fue su política exterior. Cuba fue entonces fundadora de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), donde mantuvo algunas posturas soberanas que mejoraron la tradicional imagen dependiente del país.[7] También el gobierno auténtico consiguió, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, la devolución de las bases aéreas concedidas a Estados Unidos durante el conflicto, en San Antonio de los Baños y San Julián, y favoreció los cambios democráticos en la región. Pero nada de esto pudo impedir la crisis de los gobiernos auténticos y del cada vez más corrupto sistema político cubano, pero ya esa es otra historia alejada de la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias para Cuba.

BIBLIOGRAFIA

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