La dependencia argentina y sus bases sociales internas

Una evaluación historiográfica en torno a la gran burguesía intermediaria del capital extranjero*

 

Claudio Spiguel **

Abstracto de Victoria Crisorio

 

El bicentenario de la emancipación hispanoamericana actualiza la problemática de la “cuestión nacional” latinoamericana, y en particular la del carácter dependiente de las sociedades nacionales en el siglo XX y sus consecuencias, cuestión que ha sido difuminada o devaluada, al compás de las diversas versiones ideológicas del “globalismo” en las producciones de las corrientes predominantes en las ciencias sociales y  la historiografía de las últimas dos décadas.

 

 

Sin embargo, las consecuencias de las políticas neoliberales, las crisis, la profundización de la opresión nacional así como la lucha contra ella, visible en la irrupción en América Latina de grandes movimientos sociales que reivindican, con distintos signos y alcances, la vigencia de la búsqueda de la independencia nacional en las condiciones históricas del presente, son todos fenómenos que irrumpen en el campo científico y convocan al rescate, conceptualización teórica y profundización de la investigación histórica sobre la dependencia de la Argentina y sus implicancias económicas y políticas, en tanto elemento estructural decisivo de su historia y de su actualidad.

 

A ello busca aportar esta ponencia: enfoca en particular, dentro de las bases sociales internas de la dependencia argentina, la génesis y desarrollo de una burguesía intermediaria del capital extranjero en el siglo XX, incluyendo de una somera revisión historiográfica y a los fines de precisar conceptualmente el fenómeno.

 

Dominación monopolista extranjera, terratenientes y burguesía intermediaria

 

Caracterizamos a la dependencia como elemento determinante de la formación económico-social de la Argentina: la esencia económica de esa dependencia (aunque ésta  no es reductible a ella) es la dominación del capital financiero extranjero de las grandes potencias sobre las principales ramas de la economía del país y su predominio –en asociación con las clases dominantes internas, o con fracciones de ellas– en la estructura social y en el Estado, elemento clave en la expansión del capital monopolista y escenario de la competencia inter-monopolista e inter-imperialista.

 

En tanto este predominio tiene lugar en un país dependiente (esto es, un país con Estado propio, no colonial), sólo puede realizarse a través de la asociación y subordinación de las clases dominantes locales. Por eso, estudiar las bases sociales internas de esa dominación supone ahondar en la caracterización de la formación económico social en su conjunto y en particular en la génesis, naturaleza y metamorfosis de sus clases dominantes en relación con la evolución de la “inserción internacional” del país y de sus relaciones internacionales, atendiendo a los diversos aspectos involucrados: la base económica, las diversas modalidades y manifestaciones de su existencia social, su actividad política y en relación con el Estado, sus dimensiones ideológica y cultural.

 

Es preciso al respecto tomar en cuenta en ese proceso la génesis, desarrollo y cambios de lo que puede definirse como una burguesía intermediaria de capitales extranjeros de diversos orígenes (intermediaria, también, de la operatoria de intereses económicos y políticos más generales de las grandes potencias) durante el siglo XX, una fracción particular de los capitalistas, que en unidad e interpenetración con la clase terrateniente (lo que no elimina la distinción entre ambas clases, teórica e históricamente importante), conforman el bloque de “las clases dominantes”.

 

Junto a la oligarquía terrateniente, el creciente papel de diversos grupos de gran burguesía intermediaria resulta fundamental para reconstruir la evolución de las relaciones internacionales y de la política exterior argentina, así como los conflictos en torno a las mismas, que se imbrican con el conflicto social interno y con la disputa por el poder estatal,  vehiculizando de modo particular dentro de la economía y el Estado argentino la competencia inter-monopolista y la disputa entre las grandes potencias en el escenario internacional y latinoamericano.

 

Nos concentraremos en este tema en particular, para aportar al análisis de la problemática de la dependencia en general, que en sus diversas facetas  y de un modo u otro, por presencia u ausencia, impregna toda la elaboración en las diversas ciencias sociales argentinas a lo largo del siglo XX.

 

Tempranamente, con la interiorización del capital monopolista extranjero en el proceso del último tercio del siglo XIX y su entrelazamiento con las clases dominantes argentinas de terratenientes y mercaderes intermediarios del comercio exterior,  se puede identificar la formación, desde las filas de esas clases o a través de la expansión de ramas familiares de grandes capitalistas europeos que se instalan en el país, de un pequeño núcleo de poderosos capitalistas que operan como representantes de capitales, intermediarios del capital extranjero de diversos orígenes (británico, francés, belga, posteriormente alemán, austro-húngaro, italiano, etc.).(Spiguel,  2010)

 

Múltiples fuentes y textos dan cuenta de la conformación de “grupos” oligopólicos  (que operan en las finanzas, la comercialización y exportación de productos agropecuarios, industrias procesadoras de los mismos, y se conjugan frecuentemente con su condición de grandes terratenientes) que  se expanden, con modalidades diversas, como intermediarios y apéndices del capital extranjero: su subsistencia y desarrollo depende de la expansión de éste y, recíprocamente, esos grupos son uno de los cauces de la operatoria del mismo. Conforman, junto a la decisiva presencia directa de las  empresas de capital extranjero y  a la clase de los grandes terratenientes, el “poder económico” local de la épocaEn la exportación del capital, el capital financiero contemporáneo puede –por los instrumentos técnicos con que cuenta y la fuerza de su capital– y necesita, por lo señalado más arriba respecto de la necesidad de la consecución del dominio monopolista, incluyendo el control estatal, necesidad atizada por las creciente competencia mundial, utilizar esta modalidad de asociación junto con la inversión directa. A su vez, ese dominio  monopolista extranjero, sumado a la histórica debilidad de la burguesía argentina –en tanto clase diferenciada de los terratenientes– y a los condicionamientos que la estructura dependiente impone a la acumulación de capital de base local, conduce, en la medida en que se expanden las relaciones capitalistas de producción, a la escisión y diferenciación, en el seno de la burguesía, entre pequeños pero poderosos núcleos que se asocian subordinadamente y se convierten en intermediarios de capitales extranjeros y el resto del empresariado nacional –predominante aunque no exclusivamente una burguesía media y pequeñas empresas– que se desarrolla trabajosamente, limitada, condicionada por la estructura y el Estado dependientes.

 

Junto con las diferentes fracciones de terratenientes que realizan su renta en el mercado mundial monopolizado por las grandes potencias y las oligarquías regionales (en los cultivos industriales tempranamente se observa también esta conjunción y hasta fusión de terratenientes y burgueses intermediarios del capital extranjero, (ver Giménez Zapiola, M, 1977.)  estos empresarios “vinculados” a diversos capitales extranjeros tiene una gran importancia a la hora de explicar las particularidades de la inserción internacional del país, la evolución de sus relaciones internacionales, las disputas por el control del Estado y con respecto a la política exterior, siendo un rasgo persistente de la matriz de relaciones internacionales de la Argentina el hecho de que, en distintos períodos, la existencia de una conexión hegemónica con una gran potencia (durante muchas décadas Gran Bretaña) no se afirma sino a través de un permanente juego de asociaciones y agudas pugnas, dada la diversidad de vínculos financieros y comerciales con diversos centros exportadores de capital y grandes potencias. (Gravil, 1985; Gastiazoro, 1986, Rapoport-Spiguel, 2005).

 

Tales asociaciones y disputas entre distintas fracciones de terratenientes y grupos capitalistas intermediarios, y el carácter de estos, emerge en los estudios de caso y en múltiples testimonios de la vida social y política bajo el régimen conservador, y adquieren mayor visibilidad en la medida en que se agudiza la competencia internacional y la lucha por esferas de influencia, culminando en las guerras mundiales. Entonces el fenómeno, ampliamente estudiado, del fraccionamiento de los sectores dirigentes tradicionales (la élite oligárquica) en corrientes rivales que luchan en torno a la política exterior, aunque multideterminado (conveniencias económicas inmediatas, discrepancias ideológicas), tiene un sustento importante en  el capital intermediario asociado a distintas potencias y en sus expresiones políticas, militares, intelectuales, etc.

 

Breve revisión bibliográfica

 

La historiografía económica y social ha dado cuenta, en una producción diversa y rica, de la asociación del capital extranjero con la clase terrateniente, sobre todo durante la primera mitad del siglo XX. En las últimas décadas gravitó en los estudios internacionales la influencia del neoliberalismo (con su consecuente negación o relativización de la subordinación económica y política del país a las grandes potencias y su cuestionamiento del concepto de dependencia) y se desarrolló una historiografía revalorizadora del “modelo agro-exportador”. Paralelamente, y particularmente en los años 80, surgieron corrientes historiográficas y sociológicas que cuestionaron el papel central de la clase terrateniente en la formación económico-social del país, corrientes cuya versión extrema, con escasa base empírica, afirma  la existencia de “una” clase dominante emergente del siglo XIX de carácter puramente financiero –omitiendo su frecuente y decisiva base agraria–, condicionada por las oscilaciones del mercado mundial y que evita las inversiones fijas de largo plazo (ver Sábato, 1979 y 1988). Más frecuente es la omisión de la renta del suelo, sobre todo la renta absoluta, a la hora de definir la naturaleza social y económica de la clase terrateniente, y en vinculación con ello, el papel histórico de la gran propiedad con respecto al desarrollo industrial. Las polémicas en torno a la génesis, existencia, centralidad y naturaleza de la clase terrateniente de todas formas se centraron más en su papel, y el de la gran propiedad territorial, respecto del desarrollo capitalista del país y menos en los vínculos con el capital, mercados y potencias extranjeras. (Ver Azcuy, 1996; Basualdo y Khavisse, 1993, Hora, 2002, Barsky, 2003, Arceo, 2003 ).

 

Históricamente los estudios sobre fracciones terratenientes y capitalistas intermediarias y sus relaciones con uno u otro centro financiero fueron desarrollados en la literatura antiimperialista, nacionalista y marxista, muy vinculada a la lucha política. Sergio Bagú en su estudio bibliográfico de 1983, al introducir varios textos análisis sistemáticos sobre la dependencia argentina en general, señala que “el problema aparece en el debate público, cuando menos, desde fines de la década de 1910. Una parte considerable del material impreso sobre el tema tiene carácter periodístico y polémico” (Bagú, 1983, p.85). En esa literatura los análisis sobre de la naturaleza histórico-social de las clases dominantes argentinas y de las diversas fracciones de la burguesía recorre una rica historia, articulada con aquellos estudios, que es preciso rescatar críticamente en función de una conceptualización más rigurosa y el enriquecimiento de la base empírica sobre el tema que nos ocupa.

 

La historiografía económica y de las relaciones internacionales ha dado cuenta ampliamente de la relación entre elementos externos e internos, en particular respecto de la agudizada competencia entre intereses británicos y norteamericanos por el control del mercado argentino durante el período de entreguerras (Fodor y O´Connell, 1973; Rapoport, 1981 y 1988): como encuadre y prólogo de las contradicciones de la inserción internacional de la Argentina durante la Segunda Guerra Mundial; su incidencia en los conflictos respecto de la política económica y exterior (recurrente peso de los núcleos agro exportadores y la perdurabilidad de la conexión con Gran Bretaña y Europa; incremento del peso de EE.UU. como proveedor, financista e inversor, al compás del desarrollo industrial del país).

 

Sin embargo, en cuanto a los eslabonamientos internos de aquellas  relaciones, el foco del análisis generalmente se centró en la fracción terrateniente exportadora y la burguesía industrial en general, las empresas extranjeras, los diversos elencos gubernamentales, burocráticos y militares. El papel en aquellos procesos de los capitalistas intermediarios, generalmente grupos monopolistas locales (terratenientes, financieros, con actividad en las economías regionales y crecientemente en la industria) aparece en general como expresión, durante los años 30,  de la derivación de fondos provenientes del agro por parte de la clase terrateniente hacia la industria, cuestión objetiva pero que no permite discriminar en qué medida juega su papel la modalidad que aquí nos ocupa de expansión del capital extranjero. Por otro lado la existencia de estos grupos aparece escasamente diferenciada de la expansión del resto de la gran burguesía, en aquella época de oro de su vigor industrial.

 

No obstante, esa diferenciación es objetiva y relevante, como muestran muchos estudios de caso y aparece frecuentemente en la literatura antiimperialista y de la izquierda desde la década del ´30, particularmente en lo que hace a la penetración del capital inglés, y sobre todo alemán, foco de interés vinculado a la lucha contra el nazi-fascismo (Sommi, 1945; Newton, 1992). En 1943, Félix Weil –con conocimiento de causa por su empresa familiar y su colaboración con los equipos gubernamentales de los años ´30– desarrolla el tema de la “penetración capilar” del capital extranjero en la economía y la sociedad argentina exponiendo en particular el fenómeno de la intermediación y el camuflaje, destacando que los métodos aplicados por británicos y estadounidenses con las “listas negras” de comercio con el enemigo -–el reconocimiento de que el control extranjero supera las distinciones formales– “deberían aplicarse en cualquier estudio de capitales o influencias extranjeros, si el mismo pretende aproximarse a la verdad”. (Weil, 1988, p.343).

 

Refiriéndose al régimen de Sociedades Anónimas, “generalmente con acciones al portador, la identidad de los accionistas puede ser ocultada fácilmente. Todos los directores y el personal pueden ser de origen nacional, el nombre de la compañía puede incluir nacional o argentina, y sin embargo la empresa puede estar bajo control extranjero y sus dividendos ser remitidos al exterior. En realidad, la misma palabra nacional o argentina en el nombre de una corporación se asocia al control extranjero”. Destaca el rol de la financiación externa de sociedades formalmente argentinas, las ventajas de la presencia de “figuras sociales”, con acceso al poder estatal, en los directorios y cita también un informe del Departamento de Comercio de los Estados Unidos que afirma: “La Argentina es un ejemplo notable de la dificultad que implica distinguir entre empresas y capitales extranjeros y nacionales, particularmente en el ramo de la manufactura”. (Weil, 1988, pp.340-341)

 

Este fenómeno, inherente a la economía mundial contemporánea regida por el capital financiero moderno, al tomar en cuenta el carácter dependiente de la formación económico-social  de la Argentina (y de otros países) se vuelve clave para caracterizar a una fracción decisiva de la gran burguesía y es fundamental para dar cuenta de las particularidades de la estructura social y de las relaciones internacionales, pues se trata de un fenómeno social específico, de carácter estructural, que trasciende los casos individuales y la contingencia.

 

Al respecto, a nivel internacional, en la literatura sobre la historia y estructura social en los países coloniales, semi-coloniales y dependientes en Asia y África, sobre todo aquella que integra a sus análisis la teoría leninista del imperialismo, es frecuente el concepto de “burguesía compradora”, al referirse a la aparición y operatoria de capitalistas subordinados al capital y las grandes potencias extranjeras y que operan como apéndices suyos en el escenario nacional. Ese concepto alude al origen y la operatoria de los mismos predominantemente en el comercio exterior, en su calidad de importadores, lo que resulta pertinente para una gama amplia de países,  predominantemente coloniales o semi-coloniales.[1] En ellos, era frecuente un grado aún incipiente o restringido de acción de las relaciones capitalistas (salariales) en la producción y en muchos caso eran aún predominantes diversas relaciones de carácter pre-capitalistas (semi-feudalidad). En esas condiciones, los “compradores” eran efectivamente la expresión fundamental de esa fracción de la burguesía que se desarrolla en una asociación subordinada como apéndice de la penetración imperialista. El término resultaría  restrictivo para el caso argentino,  con un grado relativo mayor de expansión de las relaciones capitalistas y del empresariado ya a principio del Siglo XX y donde esa fracción, aunque en algunos casos proviene del viejo comercio portuario del siglo XIX, no se reduce al mismo y opera en la producción y en las finanzas. Por eso, resulta más abarcador y pertinente el concepto de “burguesía intermediaria”,  con el contenido que estamos definiendo y discutiendo aquí.

 

Respecto del proceso de industrialización, la historiografía económica y los estudios sociológicos han profundizado en la relación entre terratenientes y capitalistas, en los modos de acción del empresariado respecto del proceso mundial y  los alineamientos internacionales, los alcances y límites del nacionalismo empresario, los procesos de diferenciación en el seno de la gran burguesía industrial y sus efectos en la década del ´50, desde la segunda presidencia de Perón al período desarrollista (Jorge, 1986; Esteban, 1961; Murmis y Portantiero, 1972; Peralta Ramos, 1972), que brindan una base para profundizar en la cuestión que nos ocupa para la etapa de la industrialización sustitutiva.

 

La cuestión allí aparece en general en la bibliografía a través de la diferenciación entre sectores monopolistas y no monopolistas –diferenciación relevante pero que no se corresponde mecánicamente con el carácter de intermediario o no de capitales extranjeros– o empresarios “ligados” y “no ligados”, asociados o no, al capital extranjero (Ver Fuchs, 1965; Cúneo, 1967, Lindenboim, 1975). Estas caracterizaciones no son lo suficientemente precisas, dado que en un país dependiente como la Argentina el conjunto del empresariado en mayor o menor grado aparece “ligado” o asociado: en las cadenas productivas, en el mercado, en las finanzas, en la tecnología y las patentes, en emprendimientos diversos. De allí la necesidad de conceptualizaciones más precisas, para poder distinguir, en el seno de la gran burguesía argentina, el carácter de intermediarios de determinadas empresas, grupos económicos, etc. En última instancia una fracción de esa clase social, algunos provenientes de la clase terrateniente y otros no, cuya existencia y desarrollo depende de su asociación subordinada (económica y políticamente) a una u otra constelación de intereses financieros situados en las grandes potencias. En el caso extremo,  algunos son meros prestanombres de sociedades financieras controladas desde el exterior, constituyendo desde el ángulo económico un mero instrumento para una forma encubierta de la inversión directa, aunque en las otras dimensiones de su existencia social y conducta política  tales exponentes o “personeros” también forman parte de la fracción de la gran burguesía que se enfoca en este trabajo.

 

Respecto de los estudios desde inicios de la década del 70  en la historiografía y la producción económica, sociológica y política,  no se profundiza en esa distinción, poniéndose el foco de atención  en las contradicciones económicas intersectoriales: terratenientes e industriales (o burguesía agraria y burguesía industrial) y  “empate hegemónico” (Braun, 1975; O´Donnell, 1977). Por otro lado, el renovado interés por la cuestión de la dependencia da lugar a una profusa literatura que debe ser revisada y recuperada críticamente pero en la cual el vacío sobre el tema incluso se ahonda. En las “teorías de la dependencia”, contracara polémica del pensamiento desarrollista, podemos observar una gama de posiciones que abarca desde concepciones circulacionistas, que ponen el acento en los fenómenos de condicionamiento externo a la economía nacional, hasta ciertas concepciones del denominado “capitalismo dependiente” que absolutizan la operatoria del capital extranjero y consideran a la dependencia un mero rasgo del desarrollo capitalista. Reducen la especificidad de la formación social al modo de producción capitalista predominante y subestiman los factores históricos, (incluyendo el papel de la clase terrateniente), internos y de formación nacional. Estas perspectivas teóricas, que pagan tributo al estructuralismo, conducen a opacar las contradicciones, desjerarquizando las diferenciaciones en el campo de la burguesía y considerando al capital “en general” como expresión de la dependencia.

 

Además, la perspectiva estructuralista extrema respecto del sistema internacional de relaciones conducía en aquellas producciones a absolutizar la existencia de un único centro o “hegemón” internacional (EE.UU.) y, por ende, a desjerarquizar o negar la competencia internacional entre distintos centros y potencias, muy relevante para el estudio de las relaciones internacionales argentinas. En consecuencia, en ese encuadre teórico la discriminación y el análisis de los distintos grupos intermediarios de diversos capitales extranjeros en el seno de las clases dominantes argentinas perdía entidad objetiva y prioridad cognoscitiva (ver visiones críticas en Duejo, 1974; Ciafardini, 2002 y resumen actual sobre la llamada  «teoría de la dependencia¨ por uno de sus exponentes en Dos Santos, T., 2002).

 

Desde la década del ´80, luego del oscuro interregno de la última dictadura, por un lado avanzó la historiografía sobre las relaciones internacionales de la Argentina: avances en densidad empírica (sobre la base del acceso a archivos diplomáticos extranjeros); en la jerarquización de los factores internos, políticos, ideológicos y las mediaciones institucionales, en los períodos tratados (Rapoport; 1990; Russell, 1992).

 

Al mismo tiempo (y frente a corrientes críticas que buscaban superar la ahistoricidad estructuralista) , fue abriéndose paso al compás del predominio del pensamiento y las políticas neoliberales una corriente “revisionista” (ver su caracterización crítica en Paradiso, 1993) que negaba la entidad y objetividad de la dependencia económica y política del país como elemento central para explicar la “asimetría” en las relaciones internacionales, desde ópticas que condujeron,  in extremis, a los postulados del “realismo periférico” en la política exterior de los años 90, durante las presidencias de Menem, y su correspondiente justificación historiográfica. El opacamiento de las relaciones de dependencia, junto al encuadre teórico predominante,  conduce a esas producciones sobre relaciones internacionales y política exterior a negar la relación entre intereses externos e internos y por ende a escamotear aquella base social interna de las relaciones internacionales, a dicotomizar el análisis de la dimensión económica y el de la dimensión política, y sobre todo a diluir la mediación de la estructura social y el poder.

 

En realidad, como se ha señalado, se trataba un “revisionismo” que representaba en verdad un retorno a la visión conservadora liberal más tradicional, apologética de la inserción internacional del país en la etapa agro exportadora (este enfoque de las relaciones y la política exterior argentina puede encontrarse en Cisneros y Escudé, 1999-2000; ver señalamientos y un análisis crítico en Rapoport y Spiguel, 2005; enfoques críticos sobre el “realismo periférico” en Borón, 1991). La paralela difusión de las teorías globalistas reforzó en el terreno académico y político la expansión de esta visión, altamente cuestionada por el proceso histórico presente. Este ha desnudado a nuestro juicio la rotunda objetividad de la dependencia como fenómeno central en la formación económico-social y en las relaciones internacionales del país, y también ha perdurado y se ha desarrollado una corriente crítica en la historiografía y los estudios sobre relaciones internacionales (Ver  Cervo, 2000).

 

Por otro lado, avanzaron los estudios económicos y sociológicos sobre las transformaciones operadas a partir de la dictadura de  1976, en particular las metamorfosis del “poder económico” local,  a través de los mecanismos de la “valorización financiera”, la reprimarización y desindustrialización argentina,  hasta la década del 90, con el neoliberalismo menemista, caracterizada por el reforzamiento de la presencia directa del capital extranjero (privatizaciones, etc.). Avanzaron los estudios sobre los “Grupos Económicos” locales (ver estudio inicial de Aspiazu, Basualdo, Khavisse, 1986), sus modos de acumulación y estrategias empresarias, su papel en  los conflictos respecto de la política económica y el endeudamiento externo, en las disputas en el seno del “bloque dominante” (sector exportador, financiero, empresas transnacionales) generando una rica y detallada bibliografía (Ver Basualdo, 2006).

 

Sin embargo, escasamente se ha explorado el carácter de intermediarios de capitales extranjeros de buena parte de esos grupos oligopólicos locales (o situados localmente), su papel por ende en la inserción internacional del país y las relaciones con los distintos centros y potencias, y la incidencia determinante de esa condición para explicar los procesos de asociación y fraccionamiento en los sectores hegemónicos (junto a las contradicciones económicas intersectoriales:) y su correlato político (Ver una caracterización general  para la historia reciente y algunos estudios de caso en  Echagüe, 2004).

 

Conceptos tales como “grupos de capital concentrado”, “gran burguesía monopolista local”, “ligada” o “vinculada” o incluso “burguesía transnacionalizada”,  no dan cuenta o resultan imprecisos e insuficientes para designar  el fenómeno que nos ocupa, incluso en el nivel económico. Más aún en función de ver los aspectos socio-políticos y su relación con la evolución de las relaciones internacionales. También se debe discutir el concepto de “oligarquía financiera” utilizado para caracterizar a la cúpula empresaria de las últimas décadas ( visión que se apoya en el gran peso de los mecanismos  “rentisitico-financieros”  de acumulación) Esa conceptualización esfuma la base de su operatoria en la producción y, por otra parte, no da cuenta de que ese capital monopolista, que opera en las finanzas,  no proviene de un  elevado grado de desarrollo del capitalismo argentino ( la base estructural del capital financiero contemporáneo en los países imperialistas) sino de la penetración y dominio del capital extranjero al que se asocian de modo subordinado estos sectores, en una estructura económica unilateral y deformada por ese dominio. En suma, consideramos que en lo que hace al tema particular que nos ocupa el estado dominante de la elaboración científica en los estudios académicos se caracteriza por un pronunciado vacío, sobre todo en materia de reconstrucciones históricas y económicas generales, análisis y síntesis sociológicas, y estudios politológicos y sobre relaciones internacionales. Un vacío muy visible en la medida de su agudo contraste en primer lugar con la realidad del fenómeno, que se hace presente de modo más o menos evidente en la actividad política, en los tratamientos periodísticos, etc. En segundo lugar, porque existe una bibliografía con análisis precursores sobre el tema,  y también muchos  estudios de caso para distintos períodos (ver, por ejemplo Gilbert, 2003, sobre el grupo Tornquist) y una enorme masa de información documental, periodística, diplomática, de la actividad política, y de fuentes secundarias. En suma, es preciso reponer el papel de esta fracción minoritaria pero muy relevante de la burguesía argentina dentro del bloque de clases dominantes, para dar cuenta de un  modo más preciso de la historia del país durante el siglo XX, particularmente su incidencia en la evolución concreta de las relaciones internacionales del país.

 

Ello requiere rastrear diversos cauces y modalidades de génesis y desarrollo  de este sector empresario a lo largo del siglo XX teniendo en cuenta:

a)    el período histórico-económico de la Argentina de que se trate (etapa “agro-exportadora”; Industrialización; predominio de los “mecanismos rentístico-financieros”, re-primarización de la economía y profundización de la dependencia en las últimas décadas),

b)    la evolución del sistema internacional de relaciones, sus coyunturas decisivas, el escenario regional y la evolución de las relaciones internacionales argentinas,

c)    las relaciones con el Estado, atendiendo a los cambios en el papel de éste en el terreno económico y social (génesis y expansión del área estatal de la economía, formación  de una burguesía burocrática, influencia en las FF.AA., su papel en las privatizaciones de los años 90) y a su rol en el encauzamiento de las relaciones internacionales del país y en el logro de la hegemonía en el seno del bloque dominante.

 

La consideración sobre esta fracción de la gran burguesía argentina;  la evolución del peso relativo de los distintos grupos entre sí y respecto de la presencia directa del capital externo y  de la clase terrateniente en el seno del bloque dominante; su rol en las diversas  alianzas, alineamientos, polarizaciones y fracturas,; su correlación con el proceso internacional y su incidencia en la vida política e institucional son todos elementos que deben ser integrados en la reconstrucción de la historia económica, social y política de la Argentina contemporánea.

 

Algunas consideraciones teóricas y metodológicas para la investigación sobre el tema

 

Tanto los estudios de caso como los tratamientos más globales sobre el tema conllevan la necesidad de indagar en  una amplia pero dispersa información empírica disponible en fuentes primarias (documentación empresaria, diplomática, parlamentaria y de la actividad política, periodística, etc.), en repositorios de muy diversa índole. Este es un requerimiento impuesto por el secreto empresario y el “camuflaje”, incluyendo las técnicas características del capital financiero contemporáneo, y el carácter generalmente velado a la opinión pública de la operatoria de los “intermediarios” (aspecto  que debe ser integrado al análisis y ponderado en los diversos períodos de la historia argentina, particularmente de su historia político-ideológica).

 

Pero también la diversidad de los tipos de fuentes es requerida por el objeto mismo: la fracción de una clase social; esto exige, sin descuidar sus raíces en su ubicación en la estructura de relaciones económicas, el abordaje de las múltiples dimensiones y manifestaciones de su existencia social.

 

La perspectiva socio-histórica es requerida en relación al tema particular en su doble sentido de: a) enfocar la génesis, modos de desarrollo y metamorfosis de los sectores de burguesía intermediaria a lo largo del siglo XX y por períodos; y b) integrar las diversas dimensiones y niveles ya señalados, debido a su pertinencia para el objeto de estudio y con el fin de trascender ópticas esquemáticas por su economicismo –predominantes con relación al tema– tomando en cuenta las determinaciones sociopolíticas y la operatoria del Estado en los mecanismos de conformación y cambios, a lo largo de períodos prolongados, de las diversas fracciones y capas de la burguesía argentina, y en particular de los distintos grupos empresarios de burguesía intermediaria. En este caso pueden observarse conductas dúctiles, con disposición a cambiar de “socios mayores”, según cambios en las circunstancias internacionales y en las perspectivas para su propia subsistencia y desarrollo, lo que impone observar la trayectoria política de cada grupo o personaje a lo largo de períodos prolongados. Es preciso así integrar el análisis económico y el de la historia política en función de ponderar el peso de los dos niveles en la determinación de la actividad y conducta social y política de los exponentes de ese sector social y de su desarrollo histórico.

 

Sobre todo, resulta productivo enfocar y analizar períodos y coyunturas claves, como las guerras y crisis mundiales y nacionales, o ciertos picos de auge del conflicto social y ascenso de movimientos populares, momentos en que las disputas y fraccionamiento en el seno del “establishment”,  las “élites” y el bloque de poder dominante cobran un carácter particularmente agudo. En la lucha por el poder político y las pujas por el control del Estado se condensan, articulan y manifiestan de modo más transparente el carácter de los diversos grupos empresarios y sus afinidades internacionales. A la vez, esta perspectiva metodológica es la única que permite salvar, en cierta medida, las dificultades señaladas respecto del secreto empresario y la inaccesibilidad o dificultades para obtener fuentes fundamentales de archivos de empresas y bancos, o estatales y de corporaciones empresarias en el extranjero.

 

Conclusión


Hemos planteado en esta comunicación la necesidad de tomar en cuenta la génesis y desarrollo de lo que hemos definido como una burguesía intermediaria de capitales extranjeros de diversos orígenes (intermediaria, también, de la operatoria de intereses económicos y políticos más generales de las grandes potencias) durante el siglo XX, en tanto fracción particular de los capitalistas y la burguesía en general, que en unidad e interpenetración con la clase terrateniente, conforman el bloque de “las clases dominantes” argentinas. La identificación de esta fracción de la gran burguesía resulta esencial para enfocar las bases sociales internas de la dependencia argentina y alumbrar una comprensión más profunda y precisa de la “cuestión nacional” y la inserción internacional dependiente del país. Esa identificación y caracterización contribuye a superar visiones simplistas y homogeneizantes, apologéticas o críticas, respecto de la génesis, características y poder de “la”  burguesía argentina, considerada en general.

 

A la vez, es fundamental para profundizar en el conocimiento de la historia de las relaciones internacionales de la Argentina con los centros exportadores de capital y las grandes potencias durante el siglo XX, y sobre todo en los últimos 50 años, en particular respecto de los eslabonamientos internos de dichas relaciones, las bases sociales del poder y las pugnas en torno a las decisiones de la política exterior. Es una mediación esencial para reconstruir una historia, en un área disciplinar (la de las Relaciones Internacionales)  que aparece desgajada entre los estudios económicos y los de política exterior.

 

En el mismo terreno, permite comprender mejor la diversidad de relaciones con las grandes potencias que ha caracterizado a la Argentina. En la historia del país, la competencia y rivalidades por “esferas de influencia” entre las mismas ha jugado un papel central, ya que una conexión hegemónica, aún la más perdurable con Gran Bretaña, no se ha afirmado sino a través de asociaciones y aguda disputa externa, pero también (y fundamentalmente) interna entre diversas fracciones de terratenientes y de burguesía intermediaria en el seno del bloque dominante y del Estado.

 

También, su consideración contribuye  a enriquecer el conocimiento y la comprensión de la realidad argentina más reciente,  toda vez que la reforzada presencia directa del capital extranjero desde los años 90 no ha disminuido el peso de un pequeño núcleo de grandes grupos económicos y sociedades, de filiaciones diversas, que han tenido un papel determinante, en sus asociaciones y fraccionamientos, en la historia reciente, económica, social y política del país y lo tienen en la más palpitante actualidad.

 

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NOTAS
* El presente trabajo ha sido presentado en el Congreso Internacional de la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe (ADHILAC Internacional) “La formación de los Estados latinoamericanos y su papel en la historia del continente” realizado del 10 al 12 de octubre de 2011 en el Hotel Granados, Asunción, Paraguay, organizado por Repensar en la historia del Paraguay, Instituto de Estudios José Gaspar de Francia, Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe, Centro Cultural de la Cooperación “Floreal Gorini” (Argentina). Entidad Itaipú Binacional. Mesa: El  problema de la dependencia y la soberanía en la historia latinoamericana.

 

** Historiador (Universidad de Buenos Aires) investigador en Historia de las Relaciones Internacionales, y profesor de Historia Económica y Social Argentina, Metodología histórica e Historia de las Relaciones Internacionales. Es co-autor de Relaciones Tumultuosas, Estados Unidos y el primer peronismo (Buenos Aires, 2009) y Política Exterior Argentina, poder y conflictos internos (Buenos Aires, 2005). Miembro de ADHILAC Argentina.


[1] Por semi-coloniales, nos referimos a países cuya  soberanía estatal formal se ve  restringida por la presencia directa de las fuerzas de los Estados imperialistas a través de presencia militar o diversas concesiones: por ejemplo, ocupación militar permanente  y “legitimada” de zonas del país, ciudades portuarias, instituciones estatales como aduanas, etc., bajo control extranjero  (China antes de 1949, Cuba y  algunas republicas de América Central  en las primeras decadas del siglo XX).

 

Ariadna Tucma Revista Latinoamericana. Nº 7. Marzo 2012-Febrero 2013 – Volumen II


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