De la soberanía de los pueblos a la soberanía nacional: el caso del Paraguay

Una aproximación *

Viviana Civitillo y Rubén Francia**

Escena de la Guerra del Paraguay. Cándido López. Museo de Bellas Artes. Argentina. Foto: Carolina Crisorio

Brevísima aclaración inicial

 

 

Un punto de partida imprescindible para dar curso a esta exposición  implica el  reconocimiento del (muy discutido) status científico del conocimiento histórico y, como tal, la  adscripción a una teoría de la historia que, en el sentido que propone  Josep Fontana, constituye  el “pensamiento de que se sirve efectivamente el historiador para orientar su trabajo”[1].  Es, entonces, la teoría, la que permite ordenar los hechos y seleccionar sus fuentes y estará tanto más próxima a la verdad cuanto más explicativa de la realidad, en tanto capaz de invocar un número ilimitado de aquéllas sin ser refutada.

 

Por ende,  los hechos y su relato constituyen, a un tiempo, aquello que Julio Aróstegui ha dado en llamar la “anfibología” de un término que designa a su vez la realidad de lo histórico y su disciplina de conocimiento. [2]

 

El caso del  Paraguay

 

 

Esta presentación (por su limitado alcance, denominarla ponencia constituiría un  exceso) reúne en forma ordenada un conjunto de interrogantes, algunas hipótesis iniciales y otras reflexiones alrededor de la construcción del estado nacional del Paraguay (entre la crisis de independencia y su derrota en la Guerra de la Triple Alianza), que forma parte de una investigación, actualmente en curso.  Particularmente, se aborda en ella, dos momentos sucesivos: el periodo revolucionario (1808-1813) y la etapa de formación y consolidación de la República (1813-1840), que tuvo como principal protagonista al doctor José Gaspar Rodríguez de Francia.

 

 

Se trata entonces de un punto de partida, de carácter exploratorio, en el sentido de abordar nuevamente la hermenéutica de las fuentes disponibles e indagar sobre otras, como así también poner a prueba la capacidad heurística de un marco teórico que coloca en la práctica política el eje problemático del análisis histórico e historiográfico.  En consecuencia, no pretende agotar el estado de la cuestión ni mucho menos exponer algún tipo de resultado.  Más bien, es un relato de la secuencia interrogativa surgida de una reposición del tema considerando los limitados estudios acerca de la dimensión de las prácticas políticas llevadas a cabo por los diferentes actores y su constitución como fuerzas sociales y políticas.

 

 

Se propone como punto de partida la tesis de Pierre Rosanvallon acerca de la historia conceptual de lo político cuyo objeto es

comprender la formación y la evolución de las racionalidades políticas, es decir, de los sistemas de representación que gobiernan el modo como una época, un país o unos grupos sociales conducen su acción e imaginan su porvenir[3].

 

Con mayor precisión :

 

lo político …  es el lugar donde se articulan lo social y su representación, la matriz simbólica en la cual la experiencia colectiva se arraiga y se refleja a la vez.”[4]

 

La historia política deja de ser episódica para constituirse en campo de relaciones de fuerzas donde se resuelve la contradicción en términos de conflicto y, por ende, el campo de problemas de investigación donde es necesario observar los hechos históricos que dan cuenta de la relación dialéctica de la ruptura en la continuidad.  La historia política, así entendida, permite explicar la relación entre los sujetos y su acción y visibilizar,  en muchos casos, a aquellos que permanecen ocultos en tanto “perdedores”  en los procesos de lucha y, por consiguiente, subordinados a la historia oficial:

 

“… es necesario que los historiadores vayan contra corriente, reaccionen contra las facilidades del oficio y no se limiten a estudiar el progreso, el movimiento vencedor sino también su opuesto, esa proliferación de experiencias contrarias cuya derrota exigió muchos esfuerzos …”[5]

 

En la victoria están subsumidos también los ‘esfuerzos’ de los vencidos, ocultos en la nueva correlación de fuerzas resultante, instituida y constituida en una nueva relación de poder.  En consecuencia,  es necesario recuperar la historia como proceso y no sólo como resultado

 

 

Resignificar el lugar de la historia política desde  esta perspectiva, implica el análisis de las prácticas políticas instituyentes y constituyentes del nuevo orden surgido de la crisis revolucionaria americana y observar el despliegue temporal de los diferentes proyectos de resolución de la crisis orgánica que se abre tempranamente en el Río de la Plata con las Invasiones Inglesas (1806/1807), preanuncio del derrumbe de la monarquía española, dos años después.[6]

 

 

Complementariamente, la hipótesis planteada por François-Xavier Guerrà, acerca del advenimiento de la Modernidad y su irrupción en Hispanoamérica, es decir, la ruptura que implica la emergencia de una escena pública -la práctica política-, desarrollada a partir del cuestionamiento a la autoridad de la monarquía absoluta, conduce,  por un lado, a la imposibilidad de retornar a las viejas formas del antiguo régimen, pasando a formas abstractas de representación pero, por otro y al mismo tiempo, a una “mutación” de aquellas viejas formas institucionales sobre las que se había desarrollado y asentado la “soberanía de los pueblos”.[7] Es en la primera fase de las independencias hispanoamericanas cuando los problemas prioritarios se centrarán en la cuestión de la soberanía, la representación y la nación.  Y, en consecuencia y en este marco conceptual, dichas nociones requieren de una revisión y discusión, al menos en su ideario liberal dentro de la tradición política clásica y la historiografía que deviene de ella.  Más aún, si de “modernidad e independencias” se trata, es en el proceso emancipatorio de las colonias hispanoamericanas en donde, precisamente, las rupturas y no las continuidades se sustentarán en la resignificación de las tradiciones jurídico-políticas de las doctrinas genéricamente denominadas contractualistas.  Los diversos y sucesivos proyectos de resolución de la crisis, abrevarán en diferentes trayectorias intelectuales, heredades unas del viejo cuño neoescolástico, recepcionadas y refractadas del iluminismo y del liberalismo, las otras; pero en la resolución histórica del nuevo “otro” orden, se vincularán –dialécticamente- las continuidades y rupturas en relación con el desarrollo estructural de un nuevo patrón de acumulación y las formas institucionales, jurídicas, identitarias y simbólicas que operan en el orden de las superestructuras complejas.

 

 

En el estudio del periodo bajo análisis y en la observación de la distancia que media entre proyecto político revolucionario y realidad histórica que resulta de la imposición de aquello que ha dado en llamarse modernidad, es en donde el caso del Paraguay, por su singularidad en el marco de la crisis de independencia (para unos)[8] o de las revoluciones anticoloniales (para otros)[9] y por su particularidad en el marco de la lucha antiabsolutista[10], se distingue y se torna relevante.  Precisamente, por aquellas prácticas instituyentes que lo diferencian del proceso general constitutivo del nuevo orden emergente del proceso emancipatorio hispanoamericano; en síntesis,  por la construcción de un estado nacional sobre la base de una realidad cuyas formas de organización social, legitimación y representación se sustentan en paradigmas del siglo XVIII, al igual que el resto de América hispana, pero con procesos y resultados que lo diferencian y que, a un mismo tiempo,  dan cuenta de ese “otro” orden (al que por prudencia teórico-metodológica y hasta lograr la construcción de un aparato erudito se omitirá denominar).  Especificidad del caso paraguayo  que obliga al historiador a colocar bajo la lupa aquellas prácticas políticas que permitan hacer inteligible ese hiatus al que hipotéticamente llamaremos opacidad [11], en virtud  del despliegue de las múltiples determinaciones y contradicciones de un proceso histórico en construcción, observables a partir de la relevancia  de los hechos históricos de carácter instituyente.  En coincidencia con el historiador Julio Aróstegui, se reconoce así

 

“la complejidad de los fenómenos sociales en función del elevado número de variables que en ellos intervienen y de la opacidad de las relaciones e influencias mutuas que estas variables presentan” [12].

 

 

Desde esta perspectiva,  el caso del Paraguay no sólo sería, como construcción en sí misma, el resultado de una práctica política diferenciada sino que también actuaría como negación de las prácticas políticas del modelo antitético, desarrollado por Buenos Aires, en sus diferentes intentos de resolución de la crisis orgánica.[13] Resultado de la lucha inter e intra elite que, en la  región del Río de la Plata  y  a partir de 1807, se expresa políticamente  en la compleja trama de la resignificación de la soberanía (a la cual obedece el título del trabajo), y que lleva en 1811 a la invasión de la provincia del Paraguay por parte de las autoridades porteñas surgidas de la Revolución de Mayo y de la formación de la Junta Superior Gubernativa.  Negación por la comprensión temprana y anticipatoria por parte del doctor Francia,  de los límites que la modernidad supone, su opacidad y su función histórica, que llevaría, en la antigua provincia del  Paraguay, a un orden temprano que resuelve la lucha no sólo entre realistas y patriotas sino y, fundamentalmente, entre los partidarios de la autonomía de la antigua provincia y los “porteñistas”, desde una práctica política  sustentada en una síntesis dialéctica entre la tradición política española por un lado, y el contractualismo de corte roussoniano [14], por el otro.

 

 

Con la finalidad de ilustrar lo antedicho, es notable que la circular del 27 de mayo de 1810, destinada a comunicar la instalación de la Junta de Buenos Aires, confirma la decisión consignada en el acta capitular del día 25 constitutiva de la Junta Superior Gubernativa en la capital del Virreinato, respecto de la expedición auxiliadora que debía enviarse a las provincias interiores del Reino.  Según el jurista Julio V. González, la ausencia de toda disposición sobre los fines de dicha expedición militar en el acta original, dejó librada a la decisión de la Junta Provisional la definición de sus objetivos.  Según González,

 

“… se agregan tres condiciones en el cumplimiento del mandato:  que salga ‘a la mayor brevedad’; que, sin perjuicio de otras fuentes de recursos, se costee con los sueldos del virrey depuesto, de los oidores de la Audiencia y de los miembros del Tribunal de cuentas y de la Renta de Tabacos; que a los funcionarios de cuyos emolumentos se ha de disponer, se les deje una parte de ellos”.[15]

 

Por cierto, no será ésta la interpretación que sobre los objetivos de la expedición de Belgrano, hará el Cabildo de Asunción..

 

 

Paralelamente, bajo el viejo ropaje del antiguo régimen, de fuerte tradición en la provincia, es resignificada la soberanía.  La política francista instalaría una república que, bajo la apariencia de la república antigua [16], irá desarrollando en su seno una comunidad política heredera de una fuerte tradición libertaria cuyo antecedente más próximo data de la revuelta comunera, aún cuando sería probablemente inadecuado establecer su vinculación directa con el proceso revolucionario,  en la medida en que la expulsión de la Compañía de Jesús en el último tercio del siglo XVIII implica una ruptura epocal cuyas consecuencias serán determinantes en la reconfiguración de la sociedad paraguaya.  Asimismo, la comunidad política  emergente del proceso emancipatorio se expresará en una  nación que no se inventa sino que se construye sobre una sociedad que preexiste y a la que el Estado, en cuanto significado amplio del término, otorga entidad.  De allí, su negación respecto de Buenos Aires, donde la resolución de la crisis orgánica sólo tendrá lugar luego de  un (corto) siglo de guerras civiles.

 

 

Varios y diversos problemas conducen a plantear como interrogante  en qué medida, en el proceso de génesis y formación del Estado Nacional Paraguayo se relacionan, dialécticamente, las continuidades y rupturas en relación con el desarrollo estructural y las formas que adquiere la superestructura político-institucional y sus representaciones en el imaginario colectivo para luego jerarquizar sus múltiples determinaciones.  La desagregación de dicha problemática, desde un punto de vista estrictamente político –en el sentido propuesto-, induce a delimitar temporalmente algunas cuestiones:  considerando la perspectiva teórica que dio comienzo a esta exposición, ¿es adecuado mantener la distinción entre la Primera República (Consulado) y la Dictadura (temporal y perpetua), para dar paso luego de la muerte del doctor Francia a la Segunda (y “verdadera”) República en tiempos de los López, como sugieren las historiografías liberales sobre el periodo?  Bajo esa apariencia de república antigua, ¿cuál sería la república real en tiempos de Francia? Si se somete a la crítica el modelo de  modernidad resuelto en términos de soberanía y representación, ¿se habla de soberanía de los pueblos o soberanía del pueblo?  ¿Cuándo y de qué manera se produce el pasaje de la primera a esta última?  De acuerdo las afirmaciones de Ana Díaz, las tempranas prácticas instituyentes que pueden observarse en el periodo revolucionario (1808-1814) transmutan el orden de la representación corporativa hacia la representación política ciudadana y visibilizan el pasaje de la soberanía de los pueblos a la soberanía nacional que trasciende la frontera del sufragio en tanto la vieja institución capitular deviene en asamblea constituyente. [17] La distancia que media entre la elección provincial de representantes a la Junta Central de Sevilla (1809) y la designación de la Dictadura Suprema (1814) es la que delimita el periodo en el que la soberanía retrovertida en los términos del pacto de sujeción “mutaría” –en palabras de Guerrà-  en voluntad general republicana. [18]

 

 

El Paraguay del doctor Francia no sancionó una constitución.  Atribuir esta circunstancia a una práctica política próxima al “terror” (como algunos de sus contemporáneos y gran parte de la historiografía de tradición liberal han calificado) implicaría no sólo  un reduccionismo intelectual, sino que obturaría la posibilidad heurística que el uso de algunas categorías analíticas y conceptos teóricos pueden aportar al análisis histórico e historiográfico y a la explicación de sus respectivas racionalidades. Una constitución implica un contrato.  Entonces, ¿es la Dictadura Perpetua la realización histórica de la voluntad general del común, de tal modo que el contrato se tornaría innecesario? ¿Es acaso la dictadura, como concepto y como ratio política, desconocida en estas latitudes?  Si la dictadura se asume  en términos epocales: ¿no es ella la expresión de la excepcionalidad misma?  ¿O es ella una institución de la república? [19] Desde el punto de vista jurídico-institucional, ¿en qué encrucijada de tradiciones  radica, entre muchos otros aspectos,  el régimen de propiedad de la tierra donde, luego de la muerte de Francia, la sanción de la Constitución Nacional reconoce que gran parte de aquéllas pertenece al Estado? [20] ¿Propiedad comunal guaranítica?  ¿Herencia jesuítica? ¿Instituciones del Derecho Romano?  ¿O la resolución y resignificación histórica de la confluencia de las tres tradiciones jurídicas –como señala Pierángelo Catalano- romana, ibérica e indígena?[21]

 

 

La institucionalización de esa voluntad general asamblearia en las magistraturas republicanas del Consulado y la Dictadura (Temporal y Perpetua)  requerirán de un abordaje heurístico y hermenéutico a la luz de los marcos teóricos propuestos inicialmente en virtud de la complejidad del problema, fundamentalmente por la distancia secular entre su origen en la república romana y la confluencia de las tradiciones jurídicas hispánicas con la modernidad ilustrada[22].

 

 

En una primerísima y provisoria hipótesis general, diríamos que el Paraguay del doctor Francia, alimentándose del viejo regalismo español que legitima la apropiación de la soberanía de los pueblos, la transforma en soberanía de la nación en el mejor y más estricto lenguaje roussoniano bajo una apariencia de república antigua que, en su seno, se encaminaría a eliminar la desigualdad a través de una profunda reforma agraria.  En esta síntesis, el ciudadano no sería ya aquel individuo cuya representación se reduce al sufragio sin participar en forma directa en la decisión politica sino  que, en el mismo proceso de subjetivación se constituye en parte inherente del Estado que reconoce en él, el elemento fundacional que lo objetiva y lo diferencia, en la medida en que ese sujeto es partícipe en la decisión de ese Estado al cual compone y determina.

 

 

Sin embargo, cualquier intento de avanzar en esta línea de investigación implica el reconocimiento de una contradicción inherente al cuerpo social que forma el  conglomerado que va a dar lugar al nuevo Paraguay (diferente a la antigua provincia-intendencia) que emerge trabajosamente entre 1811 y 1814.    El jurista Joaquín Meabe sostiene al respecto:

 

En particular sobreviven las actitudes autoritarias y las pautas de preferencia (valores) orientadas a sostener el dispositivo de rangos y estimas propios del viejo orden colonial colapsadoEste singular jacobinismo conservador –para llamarlo de algún modo- va a abrir su propio derrotero que lleva a la república de los López”.[23]

 

En última instancia, se trata de establecer quién es el sujeto de la nación y del Estado paraguayo en construcción.

 

 

De acuerdo con lo expuesto, desde un punto de vista estrictamente epistemológico, la investigación en curso tiene, como ya se ha señalado, un alcance exploratorio -en cuanto su abordaje teórico- con el objeto de indagar en las categorías analíticas (representación, república, dictadura, entre otras) su acepción más precisa respecto de los usos coetáneos y contextuales, al tiempo que la producción historiográfica será revisitada con la finalidad de identificar la interpretación que sus autores han asignado a dichas categorías y recuperar los datos pertinentes a la luz del enfoque propuesto.

 

 

Asimismo, y como también se ha señalado, los diversos y sucesivos proyectos de resolución de la crisis, abrevarán en  diferentes tradiciones políticas e ideológicas pero el conocimiento de la resolución histórica del nuevo “otro” orden, exigiría un estudio comparado [24] que permita apreciar, a partir de sus semejanzas y diferencias, el grado de generalidad del proceso.  En tal sentido, se propone aproximar una explicación acerca de por qué, en el espacio regional de la cuenca del Plata (o como denomina Nidia Areces, “el litoral de los ríos”) [25] algunos de dichos proyectos adquirieron entidad real (histórica) como  el caso –prácticamente único- del Paraguay; cuáles y por qué otros fueron derrotados como el federalismo artiguista en la Banda Oriental y su resignificación parcial en el federalismo porteño dorreguista y cuáles y por qué, los terceros, expresaron sólo una de las formas en que el partido del orden [26], a pesar de su fracaso temporal,  procuró constituir un régimen estable, restituyendo, aunque sólo fugazmente, la antigua unidad política de las Provincias Unidas, como lo será el proyecto centralista: directorial en la segunda mitad de la década revolucionaria –de corte monárquico- y rivadaviano en el decenio siguiente –de matriz liberal-.[27]

 

 

Desde el punto de vista historiográfico, la relación dialéctica entre la producción historiográfica y el proyecto social en el que se inscriben [28], a saber:  legitimador o crítico del orden instituido, la producción de las diferentes corrientes (liberales, revisionistas, marxistas ortodoxas) surgidas en el marco del proceso de formación, desarrollo, madurez y crisis del Estado Nacional Argentino, han oscilado entre los términos “Civilización o Barbarie”,  dicotomía que se constituye en un punto de inflexión  en la reflexión histórica de la sociedad argentina y americana.

 

 

En la segunda mitad del siglo XX, la escuela de Historia Social (de referencia permanente en la escuela de Annales), en una propuesta metodológicamente superadora, aportará a los estudios sobre las revoluciones de independencia su interpretación como una consecuencia de la coyuntura internacional que deviene en la caída de la monarquía española y de la crisis y  disolución del orden imperial-absolutista (presente en el debate Halperín Donghi-Lynch) [29].

 

 

En el marco de los estudios más recientes sobre el periodo, las investigaciones que encuentran su filiación o referencia en las nuevas corrientes de la historia política sustentadas, al igual que la presente investigación, en los trabajos de Rosanvallon y Guerrà, apuntan a establecer la relación entre la nación y el Estado Nacional desde una perspectiva que intenta superar los anacronismos de la historiografía anterior [30].  Surgen así, numerosos estudios relacionados con la progresiva institucionalización del sufragio, las formas de representación, sociabilidad política y prácticas electorales, entre otros.[31]

 

 

En líneas generales, mayoritaria e independientemente de su filiación ideológica, los estudios anteriores presentan en común algunas   observaciones teórico-metodológicas (no excluyentes):

 

 

1. Analizan el periodo bajo estudio en función del resultado del Estado Nacional, efectivamente instituido y constituido en la segunda mitad del siglo XIX, propiciando una visión teleológica de la historia.

2. Limitan el análisis a la unidad política resuelta en los términos constitucionales.

 

3. Ignoran –en sentido epistemológico- (con algunas y valiosas excepciones) la relación dialéctica entre los diferentes espacios políticos, resultantes de la crisis y disolución del antiguo Virreinato.

 

4. Los sujetos históricos, individuales o colectivos, emergen en el análisis descriptivamente, como poder instituido y no como sujetos instituyentes a partir de su práctica y los conflictos que ésta genera.

 

Dentro de los aportes que se consideran extremadamente valiosos por la originalidad de su propuesta, se destacan los escritos indudablemente clásicos  de: a)  Juan Bautista Alberdi sobre la Guerra del Paraguay -si bien desde la perspectiva de la “república verdadera”- por su claridad política para explicar el origen de la Guerra de la Triple Alianza como una continuidad y último episodio de la guerra civil [32]; b) la obra de Juan Alvarez porque plantea con lucidez anticipatoria el problema de la guerra civil y su relación con las causas estructurales [33]; b) los estudios de Julio V. González y Enrique del Valle Iberlucea sobre el gobierno representativo [34]; d) por último, la obra de Eduardo Saguier: en su discusión sobre las condiciones de posibilidad de una transición del orden imperial-absolutista a un orden nacional-republicano sobre el sustrato de la articulación interna de una esfera pública  (frente a interpretaciones que sostienen que fue la presión ejercida por la coyuntura externa sobre las elites -las que finalmente se verán compelidas a llevar a cabo dicha transición-[35]), plantea con claridad ejemplar la necesidad de encarar un estudio comparado para explicar “por qué varias juntas americanas rechazaron tan decidida y simultáneamente la regencia gaditana, o la asombrosa sincronía con que la coyuntura napoleónica operó como catalizador que fue aprovechado simultáneamente por las elites de todas las colonias españolas.  Esta simultaneidad no tendría otra explicación que la de una profunda madurez social e intelectual.”[36] Además, sus aportes bibliográficos y documentales son invalorables.

 

 

Por último, muchas de las premisas aquí enunciadas se fundamentan en autores como Waldo Ansaldi sobre las relaciones entre la sociedad y el Estado[37], en las investigaciones de Eduardo Azcuy Ameghino sobre el proyecto artiguista, en los trabajos de Lucía Sala de Tourón sobre el jacobinismo y la Ilustración en el Río de la Plata[38].

 

 

Con respecto a la producción historiográfica paraguaya existe una extensa bibliografía clásica, cuya crítica  ha sido extensamente desarrollada por Liliana Brezzo en varios de sus trabajos[39] y en la que pueden identificarse dos grandes líneas interpretativas que han dado lugar a extensas polémicas entre liberales y nacionalistas.  Desde la antropología,  los aportes insoslayables de Branislava Susnik acerca de la etnografía del Paraguay.  De la producción  reciente de historiadores paraguayos y argentinos se destacan los trabajos de Ignacio Telesca acerca de los cambios demográficos y territoriales en el Paraguay luego de la expulsión de los jesuitas[40], y de Herib Caballero Campos acerca de la Real Renta del Tabaco y Naipes en el periodo tardo colonial por su interés en la descripción de los cambios y continuidades que implica la desagregación de la estructura social del Paraguay en vísperas de su emancipación[41].  Asimismo, y para el periodo pos-independentista es apreciable la importancia de los trabajos de Nidia Areces relativos a la construcción del espacio estatal paraguayo durante el gobierno del Dr. Francia.  Del mismo modo, serán indispensables los estudios de Ana María Díaz respecto del proceso de ampliación del sufragio en la construcción de la república[42].  Esta breve referencia, a modo ilustrativo, de ninguna manera es excluyente.  Por último, una mención especial merecen dos autores relativamente poco consultados en los estudios locales y regionales sobre la emancipación americana:  el Dr. Eduardo Saguier –cuya tesis central ha sido comentada ut supra- por su exquisita erudición acerca del tema y, en lo atinente a esta investigación, de la conformación de la estructura social del Paraguay y del sistema de rangos y preferencias del periodo colonial en general[43], por un lado, y el Dr. Joaquín Meabe, por su interesantísima lectura de los textos clásicos de la Filosofía Política y del Derecho[44], por el otro.  Ambos dos también por su desinteresada colaboración con nuestro trabajo.

 

 

Desde el punto de vista metodológico, nuestro propósito inicial es procurar una descripción puntual del sistema desagregado de interacciones que forman el entramado del cuerpo político a partir del cual se construye el poder del Dictador para, en una segunda etapa, proceder al estudio descriptivo y analítico de la república francista y determinar su grado de correspondencia con el jacobinismo presunto en nuestra hipótesis general.

 

 

Una síntesis a modo de conclusión provisoria sobre estas anotaciones e interrogantes permite conjeturar que una indagación sobre las prácticas políticas del periodo revolucionario y republicano, en la clave interpretativa propuesta, permitiría avanzar en la explicación de las particularidades históricas e historiográficas acerca de la formación  del Estado nacional paraguayo, cuya resolución temprana del conflicto entre soberanía y representación se desenvuelve en el mismo movimiento dialéctico en que se define su  autonomía y se constituye como nación independiente de la corona española y del centralismo porteño.

 

 

Por último, esperamos que esta brevísima relación de nuestros objetivos, interrogantes y estrategias de investigación sobre la génesis y formación del Estado nacional paraguayo constituya un punto de partida para un fructífero intercambio y discusión imprescindibles para la inteligibilidad de todo conocimiento disciplinar como el que este trabajo pretende construir.

 

 

 

NOTAS

 

* El presente trabajo ha sido presentado en el Congreso Internacional de la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe (ADHILAC Internacional) «La formación de los Estados latinoamericanos y su papel en la historia del continente» realizado del 10 al 12 de octubre de 2011 en el Hotel Granados, Asunción, Paraguay, organizado por Repensar en la historia del Paraguay, Instituto de Estudios José Gaspar de Francia, Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe, Centro Cultural de la Cooperación “Floreal Gorini” (Argentina). Entidad Itaipú Binacional. Mesa: Repensar la historia del Paraguay: de la independencia a la Guerra de la Triple Alianza y su repercusión continental.

 

 

** Viviana Civitillo es  Profesora de Historia. Universidad de Morón (Prov. de Buenos Aires).  ISP “Joaquín V. González”-  República Argentina. Rubén Francia es Profesor de Historia.  ISP “Joaquín V. González” – República Argentina

 

[1] Fontana, Josep. Historia:  Análisis del pasado y proyecto social.  Barcelona. Crítica, 1999. p. 9

[2] Aróstegui, Julio.  La investigación histórica:  teoría y método.  Barcelona.  Crítica, 2001. p. 19

[3] Rosanvallon, Pierre.  “Para una historia conceptual de lo político (nota de trabajo)”.  Prismas, Revista de historia intelectual, Nº 6, 2002, pp.123-133.  La cita en pp. 128

[4] Rosanvallon, Pierre.  Por una historia conceptual de lo político.  Buenos Aires.  FCE, 202, pp. 20

[5] Braudel, Fernand.  La historia y las ciencias sociales.  Madrid.  Alianza, 1984.  pp.  50

[6] Ansaldi, Waldo.  “Soñar con Rousseau y despertar con Hobbes:  una introducción al estudio de la formación del Estado nacional argentino”.  En:  Ansaldi, W. y Moreno, J.L. (comps.):  En:  Estado y sociedad en el pensamiento nacional. San Martín (Buenos Aires).  Cántaro, 1966.

[7] Guerrà, François-Xavier.  Modernidad e independenciasEnsayos sobre las revoluciones hispánicas.  México.  FCE, 1993.

[8] Ver Halperín Donghi, Tulio.  Historia Contemporánea de América Latina.  Madrid.  Alianza, 1975

[9] Ver Ansaldi, Waldo.  ¿Conviene o no conviene invocar al genio de la lámpara? El uso de las categorías analíticas gramscianas en el análisis de la historia de las sociedades latinoamericanas. Publicación electrónica en http://www.catedras.fsoc.uba.ar/udishal ;  “Soñar con Rousseau …”  op. cit.

[10] Ver Guerrà, François-Xavier.  Modernidad e independencias …  op.cit.

[11] Irala Burgos, Adriano.  “El hombre individuo social y las estructuras de alienación” y “La Ideología del Doctor Francia”.  Estudios ParaguayosRevista de la Universidad Católica ‘Nuestra Señora de la Asunción’, Vols XX y XXI, Nros 1-2.  Asunción del Paraguay, diciembre 2003

[12] Aróstegui, Julio.  La investigación histórica … pp.  [la negrita es propia]

[13] Ver Ansaldi, Waldo.  “Soñar con Rousseau … “  op. cit.

[14] Rousseau, Jean J.  El Contrato Social.  Varias Ediciones

[15] González, Julio V. Filiación histórica del gobierno representativo argentino.  Libro II.  La Revolución de Mayo. Buenos Aires.  La Vanguardia, 1938.  pp. 42 [la negrita es nuestra]

[16] Paciello, Oscar.  “Instituciones Romanas en la Independencia del Paraguay”. [en línea] En:  www.dirittoestoria.it/iusantiquum/articles/paciel.pdf [consulta permanente]

[17] Díaz, Ana M.  “El primer ciudadano:  Paraguay 1811-1814.”  Cahiers des Amériques Latines Nº  46

[18] Civitillo, Viviana y Francia, Rubén.  “Legitimidad y representación en los orígenes de la República del Paraguay” .  Ponencia presentada en el Seminario Internacional: Proyectos de nación en el Paraguay: identidad y discursos históricos.  Una perspectiva comparada.  Universidad Nacional de Asunción.  6, 7 y 8 de julio de 2011

[19] Un análisis del uso del concepto de dictadura puede leerse en los escritos de Simón Rodríguez acerca de la Defensa de Bolívar como así también, la referencia a ésta y a otras magistraturas romanas en los escritos de Francisco de Miranda que dan cuenta de la evolución de su pensamiento político al mismo tiempo  que el desarrollo de su práctica se radicaliza.

[20] La parte del territorio nacional que no pertenecía al Estado estaba organizada en pueblos de origen español  y pueblos de origen indio.  En general, el régimen de tierras de los pueblos y de los particulares vigente durante la colonia no habría sufrido grandes modificaciones importantes:  los primeros mantuvieron su organización primitiva con sus campos comunales; los segundos conservaron la propiedad de la mayor parte del territorio de su jurisdicción en la que se respetaba también la propiedad comunal.  Ver Pastore, Carlos.  La lucha por la tierra en el Paraguay.  Asunción. Intercontinental Editora, 2008.

[21] Catalano Pierángelo. “Identidad jurídica de América Latina:  Derecho Romano y sistema latinoamericano.”  En: Revista Jurídica de Buenos Aires, 1990, vol. 3.

[22] Ver Paciello, Oscar.  “Instituciones Romanas  …”  op. cit.

[23] Meabe, Joaquín.  Comentarios via mail.  Setiembre 8 de 2010.

[24] Hobsbauwm, Eric.  Sobre la Historia. Crítica.  Barcelona, 1998. p. 92

[25] Areces, Nidia.  “De la Independencia a la Guerra de la Triple Alianza (1811-1870)”  En:  AA.VV.:  Historia del Paraguay.  Asunción del Paraguay.  Taurus, 2010.

[26] Ver Halperín Donghi, Tulio.  De la revolución de Independencia a la confederación rosista.  Buenos Aires.  Paidos, 1985.

[27] Sin embargo, en su expresión más conservadora, será el proyecto que finalmente logrará imponerse luego de un “corto siglo” de guerras civiles y la ejecución de tres genocidios:  el de la Guerra de Policía contra las montoneras del Interior, el del pueblo paraguayo en la Guerra de la Triple Alianza y el de los pueblos originarios en la Campaña al Desierto.

[28] Ver Fontana, Josep.  Historia: análisis del pasado … op.cit.

[29] Ver Halperin Donghi, Tulio.  Reforma y disolución de los Imperios Ibéricos 1750-1850.  Alianza.  Madrid, 1985 y Lynch, John.  Las Revoluciones Hispanoamericanas. 5º edición.  Ariel.  Barcelona, 1989.  (1º ed. 1976).

[30] Ver Chiaramonte, José Carlos. Ciudades, provincias, estados:  Orígenes de la Nación Argentina (1800-1846) Buenos Aires.  Emece, 2007  (1º ed., 1997); Nación y Estado en Iberoamérica.  El Lenguaje político en tiempos de las independencias.  Buenos Aires.  Sudamericana, 2004.

[31] Ver los trabajos de Ternavasio, Marcela, entre otros, en Sábato, Hilda (coord.)   Ciudadanía política y formación de las naciones.  Perspectivas Históricas de América Latina.  México. FCE, 1999; Carmagnani, Marcelo (coord.)  Federalismos latinoamericanos:  México/Brasil/Argentina.  México.  FCE,  1993.

[32] Alberdi, Juan Bautista.  La guerra del Paraguay.  Varias ediciones.

[33] Alvarez, Juan.  Las Guerras Civiles Argentinas.  Buenos Aires.  Eudeba, 1985.

[34] Ver González, Julio en la obra ya citada.

[35] Ver Chiaramonte, José C.; Halperín Donghi, Tulio; Lynch, John en las obras ya citadas.

[36] Saguier, Eduardo.  Genealogía de la Tragedia Argentina (1600-1900). Auge y colapso de un fragmento de estado o la violenta transición de un orden imperial-absolutista a un orden nacional-republicano (1600-1912). En: www.er-saguier.org

[37] Ver obras citadas del autor

[38] Ver algunos de estos trabajos en Ansaldi, Waldo (coord.).  Calidoscopio latinoamericano.  Imágenes históricas para un debate vigente.  Buenos Aires.  Ariel Historia, 2004.

[39] Brezzo, Liliana.  “El Paraguay en cinco momentos historiográficos:  retos y perspectivas”.  En:  Casal, Juan M. y Whigham, Tomás L. (eds.)  Paraguay:  el nacionalismo y la guerra. Montevideo/Asunción.  UM-Servilibro, 2009; “La historia y los historiadores”.  En:  Telesca, Ignacio (coord.).  Historia del Paraguay.  Asunción.  Taurus, 2010; entre otros

[40] Telesca, Ignacio.  Tras los Expulsos.  Cambios demográficos y territoriales en el Paraguay después de la expulsión de los jesuitas.  Asunción del Paraguay.  Centro de Estudios Antropológicos de la Universidad Católica (CEADUC), 2009

[41] Caballero Campos, Herib.  De Moneda a Mercancía del Rey.  Efectos y funcionamiento de la Real Renta de Tabaco y Naipes en la Provincia del Paraguay (1779-1811).  Asunción del Paraguay.  Arandura, 2006

[42] Díaz, Ana María.  “El primer ciudadano: Paraguay 1811-1814”.  Cahiers des Ameriques Latines, Nº  46, 2004/02

[43] Saguier, Eduardo.  Genealogía de una Tragedia … op. cit

[44] Especialmente  Derecho y filosofía social en Rousseau. Facultad de Derecho y Ciencias Sociales y Políticas, Universidad Nacional del Nordeste, 1993

 

Ariadna Tucma Revista Latinoamericana. Nº . 7. Marzo 2012-Febrero 2013 – Volumen I

 

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