Alianza para el Progreso, el sendero hacia el sueño latinoamericano

Introducción

El presidente de Estados Unidos John Fitzgerald Kennedy y el presidente de Colombia Alberto Llera Camargo en Colombia, 1961. En la placa se exalta la Alianza para el Progreso.

Las presentes líneas invitan al lector a un recorrido por la denominada Alianza por el Progreso promovida por los Estados Unidos de Norteamérica en los años de la década de 1960 en el escenario latinoamericano. Entre la multiplicidad de aristas que posee este fenómeno histórico esta reflexión indagará en la faceta ideológica con el objeto de intentar asir la cosmovisión del mundo que sustenta esta cruzada contra el comunismo al sur del río Grande. Incursionar en la relación entre la constitución del programa y el fantasma 1 del comunismo encarnado en la Cuba revolucionaria bajo el contexto de la guerra fría será el itinerario de estas páginas.

 

 

Este particular recorte se inspira en la noción de multicausalidad weberiana de modo que en el teatro de la realidad enfocaré la atención en la influencia del comunismo, sea soviético, sean las expresiones revolucionarias de la contienda gélida, en la conformación de un ambicioso y multifacético programa para América Latina. Conceptos como imaginario social e ideología iluminarán la reflexión en nuestro recorrido por esta batalla histórica contra el subdesarrollo y la pobreza.

 

Apuntes teóricos


JFK  visita México y es recibido por el presidente López Mateos, 1962 .


La influencia del comunismo sobre el proceso de estructuración y de implementación de la denominada Alianza para el Progreso en los años de la década de 1960 puede ser abordada desde la compleja y dialéctica relación entre estructura y superestructura analizada en el concepto de fetichismo de la mercancía. 2

 

Desde esta perspectiva la realidad se concibe como una totalidad donde la categoría mercancía es expuesta como síntesis del modo de producción capitalista, de sus principales relaciones, de sus fundamentos y de sus contradicciones. La esencia del pensamiento dialéctico está implícita en él, se delinea entre sus letras. El fetichismo del cual es objeto es vital para comprender la vinculación entre estructura y superestructura. En primera instancia es una forma de conciencia, de falsa conciencia, que distorsiona la realidad social personificando las cosas y cosificando las relaciones. En segundo término es una dinámica real de las sociedades cuya forma de producir se efectúa bajo el imperio de la mercancía, es la manera en la que se crean los objetos para saciar necesidades en esta organización social. Ambas perspectivas están entrelazadas ya que la falsa conciencia deriva de las mismas características de la forma de producción donde el encuentro de los productores tiene lugar exclusivamente en el intercambio, en consecuencia, allí se invierten los términos sujeto-objeto y se conforma la falsa conciencia. El ser determina la conciencia. No obstante podría pensarse que la conciencia determina el ser ya que si poseyera una clara concepción de lo que acontece, es decir que las cosas no valen sino que portan valor el cual es trabajo humano objetivado, si se supiera como se crea el valor sería factible implementar la subversión del orden vigente, sería posible modificarlo. Careciendo de esta conciencia crítica el ser continuaría reproduciéndose. El ser para subsistir requiere de la conciencia. Las percepciones de los hombres sobre la realidad, su conciencia, tienen efectos sobre su ser. La categoría mística de fetichismo es, según las líneas precedentes, esencial para el sistema pues posibilita su reproducción al ocultar a los hombres su verdadero funcionamiento. Esta reedificación de las relaciones sociales es quien permite que esta realidad exista. Al abrigo de la oscuridad se asegura su permanencia en el tiempo. Las sombras reproducen el presente. La ideología, lo superestructural, es vital para garantizar la continuidad de lo estructural pero también es vital para modificarlo. 3Los imaginarios sociales posibilitan, en el marco histórico de la lucha de clases, la recreación de aspectos materiales del modo de producción. En el caso de la Alianza para el Progreso esta recreación tiene como objetivos el crecimiento económico y la mejora de las condiciones de vida de los habitantes. Anhelos con importantes efectos sobre el régimen de acumulación del capital y sobre el conflicto de las clases. 4

 

La esbozada relación, entre los niveles de análisis estructural y superestructural, no es mecánica sino de mutuas y conflictivas determinaciones de modo que la reflexión se orienta hacia dos núcleos temáticos de crucial importancia en la historia de la Alianza: la conflictividad social en América Latina y la conformación de imaginarios en un contexto histórico como la contienda gélida. Ambos rasgos deben considerarse prestando particular atención a la cronología de las relaciones internacionales de la segunda posguerra, a la historia de las repúblicas latinoamericanas, y, finalmente, a la trayectoria del propio Estados Unidos.

 

Ideas que se convierten en historia


 

JKF saluda al presidente Juselino Kubitschek en su visita a Brasil. 1962.

 

La victoria del capitalismo imperialista sobre la faz de la tierra recibió un duro embate con la Revolución Bolchevique de 1917. La efervescencia revolucionaria reavivó las llamas de lucha de los trabajadores que flameaban desde hacia tiempo bajo la égida de la hegemonía burguesa en el Viejo Mundo. La lucha de clases tomó nuevas ínfulas, e inspirada por la toma del Palacio de Invierno, azotó el continente dando cimbronazos a la estructura de dominación imperante transformando la visión de los protagonistas… el espectro nacido de la pluma de Marx y Engels recorría Europa. Los imaginarios se trastocaban y no pocos opositores a la recién nacida amenaza clamaban por la fundación de una nueva hegemonía y una nueva estrategia para vencer la roja tempestad centrada en la creación de una nueva ciudadanía enriquecida por los derechos sociales. 5

 

El desarrollo de la ciudadanía tenía su propia historia entrelazada con la instauración triunfante del capitalismo y contaba en su haber numerosas fracturas y retrocesos pues es resultado y objeto de un proceso de lucha de diferentes clases y grupos situados históricamente en el tiempo y el espacio. El enriquecimiento de los derechos de ciudadanía compuesto por las dimensiones civil, política y social, responde a un proceso histórico signado por el conflicto donde los imaginarios sociales y las condiciones materiales de producción se entrelazan en mutuas determinaciones. El nuevo modo de producción requería individuos libres de las ataduras de la servidumbre de la gleba para convertirse en propietarios de la fuerza de trabajo o de los medios de producción. Los derechos civiles de ciudadanía permitieron este cambio histórico que no manaba solamente de los requerimientos del capital sino también de una nueva concepción del hombre, un nuevo imaginario social pregonaba una condición novedosa para la humanidad donde la libertad y el libre albedrío eran esenciales, aún más, eran derechos naturales de los hombres. América Latina, contemporáneamente, es ajena a esta construcción debido a su alejamiento geográfico del Kremlin y la ausencia de un proceso de descolonización plagado de riesgos. En cierto sentido esta región del mundo es excluida de la lógica de la guerra fría.

 

La esbozada concepción del imaginario destaca su faceta negativa sino su arista creadora de sentido. 6Alejándome de la noción tradicional de sentido me acerco a una concepción de la institución imaginaria de lo social. Relegando la idea de un falso conocimiento, de una representación ficticia deformada, una imagen que prolonga la percepción inmediata de los sujetos respecto de las situaciones, rescato la capacidad de la sociedad de crear sus significaciones, donde la ficción y la imagen ceden su lugar a la creación. Un imaginario imaginante y, en consecuencia, instituyente. Las sociedades depositan en un objeto imaginado como trascendente la fuente y el fundamento de sus instituciones. Por lo tanto las significaciones sociales imaginarias son creadas por los individuos, son éstos quienes las instituyen aún si no se asumen la autoría de las mismas. La significación imaginaria de lo social es una modalidad de sentido que deviene un principio de existencia, de acción, de valor y de pensamiento. Un esquema organizador y constituyente. Una sociedad capaz de crear conscientemente su propio sentido en la historia. ¿Acaso la Alianza para el Progreso y su concepción del cambio social no proponen un sentido de la historia el cual organiza no sólo el pasado y el presente sino también el futuro? Sociedades tradicionales que atraviesan el pasaje hacia la modernidad en un tiempo peligroso que las puede desviar hacia el comunismo, y, Estados Unidos como modelo a imitar y alcanzar que a la vez se autoproclama como benévola guía de estos países hacia el espléndido futuro del desarrollo reafirmando su identidad y su rol en el mundo con esta acción. 7 ¿No son los escritos de Rostow, Pye, Parsons y Lipset ideas fuerza, utopías con efectos sobre la esfera de lo real al ser fuente de inspiración de los policy makers? ¿Desde el ámbito de la reflexión, de la política, de lo superestructural, no se construyó una concepción de las sociedades atrasadas en general, y de las latinoamericanas en particular, que modificó los rasgos del modo de producción y el régimen de acumulación del capital por intermedio de una reforma agraria y nuevas instituciones que logró atenuar la conflictividad social y detener el avance de la marea bermellón sobre las tierras al sur del río Grande? 8 ¿No conciben los teóricos americanos un avance progresivo hacia la conquista de la verdadera humanidad y el reino de la libertad a través de un conjunto de reformas que atemperarían las desigualdades para alcanzar una sociedad mejor? En este sentido las reflexiones de los pensadores de las diferentes teorías de la Modernización pueden considerarse bajo la figura de una utopía. 9 Utopía que responde a otra, aquella emanada desde los confines de los antiguos territorios del Zar y apropiada por la Cuba de Castro. Esta apropiación supuso una reformulación de los rasgos de esta utopía para responder a los dilemas latinos donde la movilización campesina bajo la bandera del nacionalismo resonará con ecos en los procesos de liberación nacional.

 

El sueño de la Modernidad llega a América Latina


JFK con el presidente argentino Arturo Frondizi en Buenos Aires. 1961.

 

Utopía, ningún lugar y el mejor lugar, será entendida como una de las formas que estructura el imaginario social. De esta perspectiva se deduce un permanente movimiento que incita a relacionar la representación de la alteridad social con la filosofía, las letras, los movimientos sociales, las corrientes ideológicas y el simbolismo. Se perfila, entonces, una dinámica sociocultural que funciona tanto como receptáculo de nuevas ideas como cristalización de sueños difusos. 10

 

Esta actividad imaginativa de los hombres encierra, por lo tanto, la crítica y la alteridad social. En otras palabras la crítica posibilita la existencia de otra realidad desde la cual se cuestiona la contemporaneidad. Los pensadores de las teorías de la Modernización pueden inscribirse bajo esta corriente pues consideran en sus escritos un estadio posterior del desarrollo de estas sociedades latinoamericanas donde imperan la justicia social y la libertad en conjunción con condiciones de vida más placenteras que las actuales ancladas en un profundo humanismo. Se trata de un proyecto libertario que atenúa las desigualdades clasistas y despliega una subjetividad plena en una comunidad democrática. 11La musa inspiradora del programa es el conjunto de las teorías de la Modernización en sus aristas económica, política y social. Subyace a esta concepción un sentido evolucionista de la historia con ribetes estructural funcionalistas que destacan la importancia de un abordaje sistémico de la transición latinoamericana. Estos autores, en concordancia con los funcionarios estatales norteamericanos, imaginan una alteridad posible para criticar el presente y para proponer la construcción de una nueva sociedad más justa. Una América Latina económicamente desarrollada, políticamente dotada de instituciones democráticas, donde reinan la libertad y la justicia social. Un conjunto de pueblos que ha arribado a la Modernidad occidental luego de haber atravesado velozmente, bajo la tutela de Estados Unidos, el riesgoso sendero que dejada detrás el mundo arcaico y tradicional plagado de pobreza, injusticias, descontento y conflictividad social. El tiempo –progreso se encargaría de realizar esta etapa superadora de estadio actual de estos países pero se trata de un momento crítico donde el sendero puede bifurcarse hacia una propuesta comunista. Por este motivo el gran país del Norte, gracias a la nueva ciencia social, es capaz de identificar este difícil instante y ayudar a las sociedades del sur a atravesarlo al colocar a su disposición los instrumentos idóneos para acelerar el pasaje. Esta contribución se materializará en la propuesta de la Alianza que incluye desde el financiamiento económico hasta el apoyo técnico. La promesa, o predicción según como la interpretemos, de la ciencia plasmada en este proyecto de la Carta de Punta del Este consiste en un futuro 12 situado en la historia bajo el mito del progreso, hito de la Modernidad, determinado por leyes… Justamente en este futuro reside la utopía.

 

La articulación en el campo de la pedagogía consiste, primeramente, en develar este proceso y destino histórico; seguidamente, en explicitar la organización social en función de la libertad. En ambos casos prescribir cómo debería ser la vida de los hombres y de las mujeres del continente. La relación, por lo tanto, con la filosofía, la pedagogía, los valores y la política complejizan el análisis. El imaginar un futuro se torna en saber, en conocimiento de ese otro orden posible y, a su vez, en proyecto político sustentado en un conflicto social, en el cual la efervescencia revolucionaria ha encontrado en Cuba su momento cúlmine como faro que atrae hacia la sovietización a los países; y en una determinada visión del mundo, compuesta por la contienda de la civilización occidental contra el comunismo. Los mitos y símbolos brotan reales en el imaginario y movilizan los espíritus, lo soñado se vuelve tangible. 13 La virulencia de las protestas campesinas, la articulación de las guerrillas y la agresiva retórica soviética que declama el liderazgo del tercer mundo en su lucha por la liberación nacional, sustentan la Carta nacida en Uruguay como la respuesta más efectiva 14 al avance de la roja revolución. Este proyecto utópico de una sociedad capitalista con desigualdades atemperadas en virtud de un próspero desarrollo económico y social confronta no sólo a la realidad social de la época potencialmente revolucionaria, sino también a la utopía comunista de una sociedad sin clases. 15 Esta disputa en términos ideológicos ha tenido importantes repercusiones en el plano material. La reformulación de las bases de las sociedades latinoamericanas aparece contradictoriamente como un acto puramente creativo donde todo está por hacerse ligándose a la utopía y su accionar pedagógico. Su instaura la ruptura, la innovación, la política ya no es un mero epifenómeno o reflejo de la estructura económica sino, por el contrario, instancia constituyente. Se proclama el crecimiento económico construido por medio de una diversificación productiva generada por la inversión y la industria, un incremento de la producción y la productividad agrícola, una estabilización de los mercados de bienes primarios, una integración latinoamericana capaz de conformar un mercado común, y, finalmente, estabilidad de los precios. Se denuncian mejoras en la calidad de vida de los ciudadanos por medio de una redistribución del ingreso y nuevas condiciones de salud, vivienda y educación. 16 Auto representaciones vinculadas a un espacio de construcción y ligadas a una utopía. Una voluntad colectiva instituyente de un nuevo orden social que incluye la imaginación. Escritos que cuestionan el presente e impulsan hacia un orden nuevo. La utopía funciona como criterio de evaluación y selección de las acciones, es crítica social y transformación, está dirigida a la realidad social y es a la vez un esquema interpretativo del mundo del cual se nutren las acciones.

Quizás la noción de idea fuerza 17 sea útil para comprender una de las aristas de este fenómeno social. El conjunto de las teorías de la Modernización actuaron como idea fuerza que intentaba transformar en el plazo de una década el subdesarrollo de la región en desarrollo. Gracias a la teoría funcionalista, la Casa Blanca contaba con los elementos para contribuir a la aceleración del pasaje de una sociedad tradicional a una moderna.

 

Ecos del Viejo Mundo


El presidente de República Dominicana Juan Bosch y JFK.

 

¿Pero si los pueblos latinoamericanos desde hacía tiempo yacían en las garras del atraso porque Estados Unidos se preocupa por esta situación recién en los años sesenta? Con anterioridad a esta fecha las tierras al sur del río Grande eran inmunes a la guerra fría y a los avatares de la descolonización 18 de manera que no eran una prioridad en los objetivos de la política exterior norteamericana. La preocupación, por el contrario, estaba centrada en el escenario europeo donde la actividad política se relaciona, allí también, con la utopía. Utopía entendida no sólo como lo soñado sino también como lo factible, ya que lo onírico es fuente de imágenes y guías de acción con consecuencias y efectos materiales. Vástagos de esta actividad creadora son las numerosas y ambiciosas metas planteadas en el estado de bienestar de la Europa occidental, con matices locales propios de cada país, en tanto sostén de una ciudadanía social inaudita en la historia de la humanidad. De esta manera Marshall y un conjunto de pensadores desde el campo político, económico e intelectual exhortaban la reformulación del orden vigente adscribiendo a una postura renovadora como respuesta no comunista a la crisis y problemas de su tiempo. En el plano económico basta tan sólo con citar a Lord Major Keynes y su novedosa concepción de la economía donde el estado se erige como regulador del mercado. Esta nueva concepción de la economía ganó adeptos en el plano político, es decir la superestructura, creando las condiciones requeridas para el cambio.


La reconstrucción europea bajo los mandatos del Plan Marshall delineó claras pautas de acción que conformaron nuevas reglas para el proceso de acumulación capitalista originando a una era de distribución social del ingreso plasmada en el denominado estado social. Nace así la denominada “Edad de oro” 19caracterizada por un crecimiento económico sin precedentes en la historia occidental fundado en un círculo virtuoso entre la producción en masa y una demanda creciente sostenida por un estado social garante del salario indirecto.

 

La instauración del estado social en Europa occidental es la consagración histórica del proyecto marshalliano de ciudadanía social. Sin embargo el estado de bienestar remite a la compleja relación invocada en el comienzo de estas líneas entre estructura y superestructura. Múltiples abordajes son posibles pero me centraré en las contradicciones que resultan más ricas. En el marco de un mundo bipolar enfrentado en una guerra gélida la reconstrucción europea y su vástago, el citado estado social, se insertan dentro de la lógica de la política exterior norteamericana y de la defensa del capitalismo mundial. En esta constelación histórica los derechos ciudadanos de tercer tipo se alzan como fuente de legitimación posibilitando la unidad del bloque europeo occidental. La disputa entre los dos bloques a su vez se dirime en el plano interno de uno de los contrincantes a través de la fortísima y activa presencia de los partidos comunistas nacionales que disputan, en el marco de la lucha de clases locales y en el escenario mundial de bloques, la lucha por el poder político y las reivindicaciones sociales.

 

El estado social concilia dos lógicas opuestas, la de la igualdad y la de la desigualdad, y, en consecuencia, está signado desde su nacimiento por contradicciones. El estado es a la vez medio y resultado de luchas por la distribución del poder material y social. Es una fórmula de pacificación de las democracias capitalistas que persigue reforzar el principio organizativo de los procesos sociales de intercambio 20 a través de la instauración de un régimen de políticas sociales. Estas no sólo pretenden dar respuesta al problema político de los conflictos clasistas sino también a la cuestión económica del proceso de acumulación y su colapso del año 1929. Con la consolidación de estos dos objetivos contradictorios lograron amalgamarse durante esos dorados años una solución política a los conflictos de clase y un equilibrio en las relaciones entre el trabajo y el capital. Se consagró una nueva génesis del capitalismo 21 donde la planificación se instauró como una alternativa válida a la hegemónica economía de mercado del siglo. Nace la economía mixta. Sin embargo como todo producto histórico sus días de existencia no eran eternos. Las metas aunadas en los amaneceres de la posguerra se escindieron perdiéndose la coalición política que las sustentaba como unidad. Se enfrentaron entonces los requerimientos de la acumulación del capital con la limitante carga económica del estado, los derechos de propiedad con los derechos de ciudadanía, la ética centrada en la relación contractual del mercado y aquella desmercantilizada anclada en el estado, en otras palabras la lógica de la desigualdad y la de la igualdad. La funcionalidad de esa configuración estatal al régimen de acumulación caducó y con ella una nueva forma superestructural cedió su lugar a otra nueva portavoz de concepciones neoliberales…

 

¿Acaso la estructura determina la superestructura? ¿Esta última es mero reflejo de la primera? El somero análisis esbozado en estas páginas insinúa que la relación es más compleja de lo que la pregunta supone. Las utopías teñidas de carmesí tuvieron importantes efectos sobre la vida material de los hombres allí donde la revolución triunfó como donde no lo hizo. Los planteos de Marshall y otros pensadores también tuvieron efectos. Las soluciones políticas del estado social al desafío del conflicto social desataron fuerzas y demandas nunca imaginadas, dieron origen a una nueva dinámica de las sociedades donde la efectividad y concreción de los anhelos ocupó una posición central. Nuevamente la contradicción se presenta y los derechos sociales son testimonio de ella. Son fruto de la conquista de la clase obrera y de la funcionalidad al régimen de acumulación capitalista, del enriquecimiento de la concepción del ciudadano y de su disciplinamiento. 22 Ruptura e integración. Conflicto y pacificación.

 

Desde el norte

 

El presidente de Venezuela Rómulo Betancourt junto al matrimonio Kennedy

 

Mientras el Viejo Mundo atravesaba este proceso y era una preocupación central en la agenda política norteamericana, el Nuevo Mundo era abandonado a su propia suerte y relegado a una posición marginal en las prioridades de Washington debido, como se ha ya señalado, a su lejanía de los escenarios de los soviets y de la descolonización. No obstante existían problemas latentes con perturbadores indicios 23 que se plasmarán en la alianza soviético cubana quien desatará una feroz competencia entre las dos superpotencias por la influencia en el continente cuyo punto cúlmine será la crisis del año 1962. Esta última supone un punto de inflexión en la estrategia de ambos contrincantes al tornarse evidente la insuficiencia de la llamada política de la tolerancia. El gigante rojo se abstendrá de propiciar situaciones tensas como la cubana para evitar el riego de un enfrentamiento nuclear donde un conflicto periférico adquiere escala mundial al retirarse de la zona latina. El abanderado de occidente optará por una política directa y activa de seguimiento e intervención con el objeto de prevenir dificultades económicas y sociales que inciten a estos países a seguir los pasos de la antaño isla azucarera.

 

La Alianza es, entonces, testimonio de esta modificación de la actitud norteamericana hacia una de sus esferas de influencia tradicional. Esta mutación es asible desde la noción de idea fuerza. 24 En este ambicioso programa se cruzan, pues, dos lógicas diversas, por momentos complementarias, por momentos excluyentes. Una de ellas es la de la contienda fría cuyo objetivo primordial es detener el avance comunista sin importar los medios empleados mientras sean eficaces. La otra, por su parte, es funcional a la primera y se nutre de las teorías de la Modernización que consideran al subdesarrollo y la pobreza como los responsables de una predisposición al comunismo. Desde esta perspectiva por medio de una serie de reformas estructurales se lograría en el plazo de “diez años” conducir estos pueblos desde el arcaico atraso a la modernidad sin desvíos por el sendero bermellón. No obstante la armonía inicial la convivencia de estas dos lógicas encontrará obstáculos en su camino y finalmente primará la primera sobre la segunda de manera que si bien la democracia es el medio preferido se optará por regímenes dictatoriales ante una amenaza comunista. 25 El servicio de inteligencia americana, la CIA, prestará entonces apoyo simultáneo a los gobiernos y partidos democráticos, regímenes militares y movimientos contrarrevolucionarios. Consecuentemente con el citado primado durante el primer lustro de la década de 1960 en la disputa entre al guerrilla y la oligarquía Washington sustentará el status quo. En el año 1964 la victoria de una de las dos lógicas anteriormente expuestas será consagrada por el anuncio de Mann donde se afirma que no es un objetivo de la política norteamericana promover la democracia en la totalidad del escenario latinoamericano colaborando en el ascenso de Branco en Brasil 26 y Onganía en Argentina. 27 Será el preludio de la década siguiente donde los militares formados en academias del Norte, en particular la US Army School of Americas localizada en Panamá, serán claves en la política latina y contarán con el apoyo del propulsor de la Alianza. Podría aventurarse que la democracia era un objetivo subordinado a la lógica de la guerra fría ya que no era prioritaria y al cabo de unos pocos años la mayor parte de los países padecían feroces dictaduras apoyadas por la Casa Blanca. El principal objetivo, la contención del avance comunista, ameritaba el empleo de cualquier medio efectivo con tal de preservar la seguridad de los Estados Unidos… en muchos casos la defensa de las instituciones democráticas sólo fue un recurso retórico y no una prioridad del programa. De esta manera se produjo un retroceso en los procesos democráticos acontecidos entre 1945 y 1959 instaurándose regímenes centrados en la retórica de la seguridad nacional.

 

Al adentrarse en análisis en el proceso constitutivo de la Alianza se encuentra la convergencia de tres desarrollos históricos: la guerra fría, la propia historia de América Latina y la trayectoria de Estados Unidos.

 

La guerra fría es el tópico dominante en el ámbito de las relaciones internacionales durante el siglo XX 28signada por una relación antagonista y preparativos para una beligerancia directa que nunca se concretó. Dos superpotencias enfrentadas establecen las nuevas reglas de la vida internacional donde es necesario contextualizar cada acción en una situación sin olvidar la creciente aceleración e interdependencia de los sucesos internacionales. 29 La disputa gélida, entonces, se impone como una lógica imperante que subordina el funcionamiento del sistema a sus parámetros. América Latina es un claro ejemplo de este fenómeno ya que la Revolución Cubana en sus inicios no detentaba anhelos comunistas pero ante la indiferencia, y luego hostilidad, de la Casa Blanca opta por un sendera bermellón de manera que un acontecimiento nacional se inserta en la contienda global. En épocas precedentes a la alianza Soviético Cubana la región era ajena a la guerra fría. La modalidad de inserción de estas tierras a la fría lógica de las superpotencias nos remite a algunas continuidades en la relación entre Washington y Latinoamérica pese al carácter novedoso de la Carta de Punta del Este. Durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos ejerce un prolijo control sobre dos sectores: las comunidades de inmigrantes alemanes, japoneses e italianos; y, los movimientos radicales izquierdistas de oposición. Ambos considerados campo fértil para el accionar del eje e invocados, superponiéndose el nivel nacional con el internacional, por los gobiernos locales no tanto por el peligro de sus tendencias nazis sino por el peligro que representan para la estabilización de sus regímenes poco populares y autoritarios. Siendo un asunto de seguridad nacional el abastecimiento de insumos estratégicos 30 el líder del bloque occidental incentiva el control de los movimientos de trabajadores. Esta vigilancia es útil a las Fuerzas Armadas locales para perseguir sus propios fines al acaparar y dominar sectores claves de la sociedad. Este patrón desarrollado al calor de la contienda mundial será preservado bajo la frialdad de la disputa bipolar con algunas reformulaciones que olvidarán a los inmigrantes provenientes del eje para centrarse en los paridos comunistas y los movimientos estudiantiles dejando inalterado el énfasis en los grupos de trabajadores. La década de 1960 con sus vientos revolucionarios brindará dos nuevos elementos: una estrategia del desarrollo interno sustentada con cuerpos técnicos de misiones y consejeros provenientes del Norte armados con las teorías de la Modernización, primeramente; y, seguidamente, gobiernos con un mayor grado de sensibilidad hacia la efervescente cuestión social.

 

La lógica bipolar se engarza con otros procesos propios del continente en una red de mutuas resignificaciones. La sindicalización, la reforma agraria y la nacionalización no son temas nuevos en la región 31 pero bajo la luz de la guerra fría adquieren una nueva connotación y se los considera un síntoma del rojo avance. El tradicional empleo del poder en beneficio propio por parte de las elites autoritarias locales para conservar el ejercicio de su primado será ahora concebido como el medio con mayor eficacia para detener la tempestad comunista sin apelar, como en el caso coreano, a una intervención militar directa. Lo nuevo y lo viejo se articulan, el presente resignifica el pasado y éste colorea lo novedoso.

 

El pensamiento latinoamericano, especialmente el económico, también se ha entrelazado con esta lógica bipolar realizando aportes al sustento teórico de la Alianza. 32 Las reflexiones maduradas bajo la égida de la CEPAL brindan una explicación estructuralista de la inflación capaz de racionalizar la reforma emprendida por los gobiernos de la región o, en su defecto, dar cuenta de la incapacidad de éstos ante el flagelo del alza de precios debido a la ausencia de una reforma. 33 Ideas antiguas 34 azuzadas por el fuego de la Revolución Cubana que harán eco en pensadores como Prebisch llamando a una reforma social al interior del desarrollo capitalista invocando a una reforma agraria, una distribución positiva del ingreso y un impulso a la educación bajo la tutela de la Carta de Punta del Este.

 

Ideas fuerza con efectos sobre el mundo material. Los años de la década de 1960 son testigos del transcurrir de una serie de reformas sobre la tierra de doce países. Cuba bajo la égida bermellón. El Brasil de Goulart y el Chile de Frei bajo la inspiración de la Alianza que promueve reformas progresivas para evitar la tan temida revolución. Ambas visiones opuestas del mundo coinciden en erradicar de los campos las estructuras agrarias precapitalistas ligadas a un pasado colonial; una de ellas para arribar al socialismo, la otra, para alcanzar un capitalismo pleno. Las reformas se abocan a dos objetivos: reducir la pobreza disminuyendo la conflictividad social; y, luego, modernizar el sector agrícola con el fin de aumentar las exportaciones y la provisión de alimentos para las nuevas ciudades a través de un incremento de la productividad.

 

En el plano político se han esbozado algunas relaciones entre la Alianza y los rasgos propios de la región. Retomando este tópico se observa que la dinámica del desarrollo autoritario en América Latina encontrará en este programa, no obstante sus proclamas democráticas, un espacio donde afianzarse. Más de una docena de golpes de estado en el primer lustro de vida de la propuesta de Kennedy son testimonio de esta empatía 35 donde el estamento militar profesional adquiere mayor confianza en sí mismo a la vez que recibe apoyo y capacitación desde el Norte para orientar sus acciones a las amenazas internas en detrimento de las externas. Mientras Estados Unidos considera a los regímenes militares como la opción más eficaz contra el comunismo 36, la milicia latina concibe sus propios regímenes como una institución destinada a modificar el conjunto de sociedad incluso el propio sistema político con un desprecio hacia las instituciones democráticas justificado en el sobredimensionamiento de los movimientos de izquierda. La relevancia del comunismo en el escenario latinoamericano ha sido sistemáticamente exagerada debido a la excesiva atención que le brindaba la derecha potenciada con la perspectiva norteamericana que, con tintes paranoicos, apoyó la represión de cualquier atisbo reformista 37o incluso la instauración de feroces regímenes solamente por precaución dada la debilidad de los gobiernos democráticos para enfrentar la amenaza nacida en el Kremlin.

JFK junto al presidente de Costa Rica Francisco Orlich. San José de Costa Rica. 1963

 

Tras un breve recorrido por la dinámica de la guerra fría y de algunos rasgos particulares de la región es necesario abocarse a la propia historia de la gran potencia de Occidente. El desarrollo de las teorías de la Modernización en el decenio de 1950 superó ampliamente las fronteras de un modelo académico para convertirse en los años de la década de 1960 en una cosmovisión del mundo. Cosmovisión que amalgamó en su seno un diagnóstico, unas acciones para modificar las condiciones que conducen hacia la revolución comunista a los países del Tercer Mundo, y, un sentido de la misión nacional del pueblo norteamericano. Cosmovisión que halló un interlocutor válido en el presidente Kennedy y en tres de sus iniciativas: la Alianza para el Progreso, los Cuerpos de Paz y el Programa Estratégico Hamlet. 38 En un contexto de agresión soviética, de una Revolución Cubana, de una posible cooptación de los movimientos nacionales por las aspiraciones comunistas, la administración del presidente consideró este conjunto de ideas una alternativa válida intentar superar la vulnerabilidad de los países subdesarrollados pertenecientes a la periferia que debía ser controlada. Teóricos como Rostov, Coleman, Pye y Lerner ofrecen una Teoría de la Modernización capaz de contener la expansión revolucionaria explicando las condiciones económicas, políticas y culturales necesarias para abandonar una sociedad tradicional y arribar a una moderna transitando un sendero lineal cuyo recorrido puede acelerarse. Las nociones de las ciencias sociales devienen ideas fuerza capaces de entender el cambio global y dirigirlo. Estas ideas a su vez son hijas del espíritu de la época, vástagos de la disputa fría, cimentadas en una serie de supuestos sobre una sociedad norteamericana superior capaz de transformar a las naciones material y culturalmente deficientes. Estos conceptos se infiltran en los corredores de la Casa Blanca y logran influir las decisiones de Washington, definir el sentido nacional y jerarquizar la importancia de la guerra fría. Son ideas con efectos materiales. Primeramente la academia se vincula con los círculos de poder y de gobierno. Rostov, Stanley, Pye y Gordon serán investidos con cargos públicos bajo la presidencia de Kennedy estableciendo como premisa de los policy makers que la modernización es la clave del éxito en la contienda de la guerra fría. En segundo término la ciencia se encarnará en la política exterior bajo la figura de la Alianza para el Progreso por su carácter científico y la capacidad de sus preceptos de devenir una visión del mundo, con un providencial papel del país en él, ya que cristalizan los presupuestos compartidos por la opinión pública y los funcionarios de gobierno. Se delineó una meta estratégica: detener al comunismo. Se proyectó una identidad norteamericana durante la contienda. Identidad signada por un contexto político de guerra fría en una fase de efervescencia revolucionaria; por sustratos intelectuales con reminiscencias de ideales imperiales y modelos iluministas… una virtud histórica nacional, una superioridad civilizadora, un rol tutelar de intervención benévola sobre los pueblos menos avanzados. Se esboza una identidad en un proceso beligerante resignificando el pasado histórico de grandeza y la proyección de una misión de liderazgo en el centro de una constelación de ideas que se refuerzan mutuamente para establecer un interés nacional, una agenda de las relaciones exteriores y una tradición cultural.

 

Las teorías de la Modernización son simultáneamente instrumento político, justificación de las acciones de gobierno, esquema de diagnóstico e implementación de la policy, y, finalmente, conocimiento y sistema axiomático dador de sentido en un propicio contexto de descolonización conflictiva, nacionalismo y decadencia del imperio occidental. Son una respuesta a un problema político urgente. 39 La administración democrática encontrará, entonces, en sus proposiciones un plan para canalizar las fuerzas nacionales del Tercer Mundo hacia el desarrollo liberal y democrático donde se explicitan las condiciones y los elementos analíticos para el cambio y se afirma una visión norteamericana del mundo con una misión histórica en él. 40 Ecos imperiales que definen una identidad para el país del Norte y una proyección de él en el mundo.

 

Desde esta perspectiva la Alianza bebió del néctar de las Teorías de la Modernización en un contexto cultural de anticomunismo, de interés estratégico y de intereses económicos. La academia brindó una serie de elementos. En primera instancia opciones específicas a sus policy makers con el objeto de maximizar sus programas en una transición hacia la modernidad capitalista. Seguidamente, una ideología, un sendero hacia la modernidad, una misión nacional magnánima y un destino, también nacional, de lucha contra el marxismo. En tercer término, una estrategia de seguridad nacional ante la isla rebelde promoviendo y controlando el pasaje de la sociedad tradicional a la moderna con el fin de evitar interrupciones revolucionarias por medio de un vasto y ambicioso programa que abarcaba todos los aspectos de la vida social: la reforma política, la prosperidad económica y la consagración de nuevos valores culturales. Nociones que brindan argumentos científicos como transición y cambio social, pero también valores como el rol guía de la potencia de Jefferson.

 

Notas finales

El presidente de Chile en Washington


La reflexión sobre la relación existente entre la Carta de Punta del Este y el “fantasma” del comunismo en el escenario de la guerra fría durante la segunda mitad del siglo XX ha guiado este recorrido analítico por numerosos senderos e itinerarios ricos en contradicciones. La vinculación compleja entre estructura y superestructura ha sido particularmente fructífera al resaltar los enlaces entre política y economía, utopía y política, utopía e imaginarios, utopía y ciencia, estado y economía, estado y clases sociales, democracia y libertad, estado y planificación económica, desarrollo y ciencia, modernidad y tradición, identidad y conflicto.

 

Los ecos en el plano material de las voces de las utopías propulsoras del desarrollo en Latinoamérica como respuesta estratégica al avance bermellón encarnado por Cuba han sido especialmente consideradas. No obstante se ha señalado el fracaso de este programa en las metas de libertad, democracia y prosperidad económica. Incluso en ocasiones se observa un reforzamiento de aquellos rasgos que pretendía modificar. Es posible insinuar, entonces, la pertinencia explicativa de la concepción dialéctica, de mutuas determinaciones de esta relación entre el plano ideal y el material. Relación compleja que encierra múltiples aristas signadas por la presencia común de la contradicción.

 

En el recorrido de estas páginas se ha tratado de abordar el programa de la Alianza para el Progreso desde la noción de idea fuerza, de ideología, con el fin de arrojar luz sobre una faceta particular de este fenómeno social. Idea fuerza que alcanza su madurez y se desarrolla en un contexto histórico favorable como el de la guerra fría. De este modo el conjunto de las Teorías de la Modernización fuente de interpretación, de diagnóstico y de solución de los problemas reales de América Latina pero subordinado al objetivo principal de la seguridad norteamericana. Teorías que encuentran en su camino desarrollos históricos con dinámicas propias tales como la formación de la identidad filo imperialista del gran país del Norte; y con rasgos propios del Sur como el autoritarismo, las revoluciones y las revueltas, movimientos conservadores de derecha, movimientos de izquierda, pensadores y teóricos. Encuentros que dan por fruto recíprocas determinaciones y mutuas resignificaciones.

 

En su cruzada modernizadora la Alianza encierra una contradicción entre ruptura y continuidad. Ciertamente se detuvo el avance comunista, se modificó parcialmente la estructura de la tenencia de la tierra, se reformuló la aproximación de Estados Unidos a la región pero a la vez no se logró hallar el sendero del desarrollo económico, se reforzaron las tendencias antidemocráticas y se afianzó el rol tutelar de la potencia occidental en el continente. 41

 

La Teoría de la Modernización no es la única causa de la Carta pero funcionó como una ideología que discernía problemas reales, legitimaba estrategias y proyectaba identidades nacionales. Articulaba, entonces, un discurso imperialista auspiciando la misión humanitaria de tutela hacia el desarrollo capitalista liberal de los pueblos latinoamericanos acorde a los objetivos estratégicos de la política exterior.

 

Ideología con efectos materiales sobre la vida política y la estructura económica de América Latina. Ideología que responde a una roja amenaza del derrumbe del colonialismo europeo promoviendo el liberalismo en países emergentes con el fin de evitar que caigan en manos comunistas perjudicando la seguridad nacional de Estados Unidos. Ideología que declama a la tierra de Jefferson como una nación altruista y anticolonial con la misión de luchar contra el comunismo en el mundo. Ideología que no es una mera estrategia del gobierno de Kennedy pues recoge las aspiraciones y los anhelos latentes en el campo de la administración pública, la academia y la sociedad civil dando vida a una cosmovisión del mundo. Ideología que se materializa en prácticas específicas amalgamando antiguos axiomas sobre el rol en el mundo de Estados Unidos: acelerar el progreso mundial bajo su tutela. Ideología que apela a la objetividad de las ciencias sociales y a la razón del hombre.

 

La Alianza para el Progreso es heredera de esta ideología. Formulada desde el prisma de la guerra fría su destino es confrontar la ideología comunista y el ejemplo de Cuba proponiendo un modelo de desarrollo alternativo, “a la americana”, que alivie de la pobreza y la represión a Latinoamérica y defina la identidad del pueblo de la Unión y su rol en el mundo.

 

Al inicio de este escrito se apeló a la multicausalidad weberiana como justificación del singular recorte analítico trabajado. Invocar otra noción weberiana puede iluminar las conclusiones de estas líneas. Este concepto, inspirado sugestivamente en la obra de Goethe, encrucijada entre ciencia y creación, es el de afinidades electivas que permite enfatizar desde una nueva perspectiva la autonomía de las dos esferas analizadas a la vez que su entrelazamiento histórico en la periferia convulsionada a las puertas de la amenaza roja del siglo XX.

 

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JFK con el presidente F. Chiari de Panamá

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NOTAS

  1. «Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo.» en Marx, C. y Engels, F: Manifiesto del partido comunista, Ediciones Nativa, Uruguay, 1971, página 7. En América Latina el espectro azotó Guatemala en el año 1954 y Cuba un lustro después.
  2. Principalmente en el desarrollo de esta noción expuesto en las páginas del tomo primero de la obra de Marx, Karl: El Capital, Siglo XXI, México, 1996.
  3. Numerosos autores se han preocupado por esta relación dialéctica y compleja desde diversas ópticas entre los cuales podemos citar a Antonio Gramsci con su formulación de la noción de hegemonía y a Louis Althusser con sus reflexiones sobre la materialidad de las ideologías. Ambos pensadores analizan la vinculación entre estructura y superestructura resaltando la importancia de los efectos tangibles de la esfera de la política, la ideología, sobre el ámbito de lo económico, lo material. A los conceptos de AIE del filósofo francés; sentido común, hegemonía y reproducción del consenso rutinario del teórico italiano, se suman las nociones de razón crítica y utopía de la Escuela de Frankfurt que intentan explicar cómo una sociedad se reproduce en el tiempo y la trascendencia de la superestructura en esta perpetuación.
  4. Temática que será abordada en este artículo ya que la Alianza supone una manera de definir, interpretar, diagnosticar y resolver problemas desde una teoría que en una constelación histórica de eventos logra imponerse como política de estado norteamericana y modificar rasgos materiales importantes al sur del río Grande.
  5. Dos ejemplos bastarán: los enardecidos debates sobre esta temática en el Parlamento de la República de Weimar y años más tarde la Constitución Italiana de Moratti que se alza a inicios de la guerra fría contra la expansión soviética.
  6. Los escritos de Castoriadis iluminan esta reflexión sobre la capacidad creadora de los imaginarios que permite construir sentidos y a partir de ellos recrear y modificar las condiciones de vida de los hombres.
  7. Latham, Michael: Modernisation as ideology, USA, North Carolina Press, 2000.
  8. Entre los éxitos y los fracasos del programa se intentará vislumbrar las prioridades de la política exterior norteamericana capaces de explicar el empleo de instrumentos diversos a los sugeridos por los escritos clásicos de las teorías de la Modernización, por un lado, y, por otro, el refuerzo en unos pocos años de los rasgos autoritarios de la región plasmados en la proliferación de dictaduras y democracias manipuladas.
  9. Argumentar una faceta utópica en los escritos de estos teóricos no niega su validez científica. Junto a ésta quiero rescatar la existencia en su interior de esta arista vinculada a la forma de un imaginario imaginante. Detrás de la ciencia y a través de ella emerge el deseo de una nación moderna e ilustre de cambiar el mundo circundante en una misión modernizante que arrebate de las garras del atraso y del comunismo a los pueblos latinoamericanos.
  10. Me permito apelar a la metáfora del escritor francés de Le rouge et le noir.
  11. Uno de los supuestos del programa era la consolidación de instituciones democráticas gracias a la consagración del ethos moderno que arrancara a los pueblos latinos de las manos de las instituciones arcaicas que condenan a la pobreza a amplios sectores sociales.
  12. Futuro al cual Estados Unidos ya ha llegado. En virtud de su propia experiencia, sumada al valioso aporte de sus cientistas sociales, Tío Sam puede devenir, entonces, el espíritu guía por este camino.
  13. No pocos pensadores latinoamericanos, como Presbich y Figueres, abrazan la Carta como la posibilidad de concretar el tan anhelado futuro de estos pueblos, consistente en desarrollo económico y social, frente a la roja amenaza ya que para el primero de ellos la pobreza endémica de la región engendra «demonios» (Presbich, Raúl: «Economic aspects of the alliance» En John Drier (Ed.), The Alliance for Progress: problems and perspectives, The John Hopkins Press, USA, 1962, página 26) y para otro la Alianza es la tercera batalla por la libertad que sucede a la primera y segunda guerra mundial (Figueres, Jose: «The Alliance and political goals» En John Drier (Ed.), The Alliance for Progress: problems and perspectives, The John Hopkins Press, USA, 1962, página 66).
  14. Dados los rotundos fracasos de las políticas precedentes plasmados en Guatemala en el año 1954 y en Cuba bajo la égida de Castro.
  15. Una estrategia de orden supone la reproducción de este mismo orden social a través de la superestructura donde se construye una dirección ideológico cultural funcional a ese orden. Si la construcción de una hegemonía abarca múltiples planos de la vida social la construcción de una contrahegemonía para la ruptura también. En esta multiplicidad de dimensiones la utopía actúa como idea-fuerza en términos de Bloch (Bloch, Ernest: El principio esperanza, Aguilar, Madrid, 1977). La citada concepción puede articularse con los escritos de Adorno y Horkheimer donde se apuesta a una razón crítica capaz de romper con la jerga y el hombre masa que pueda concretar una práctica transformadora basada en la reflexión teórica donde la utopía, en tanto alteridad social, tiene lugar.
  16. John Drier (Ed.): The Alliance for Progress: problems and perspectives, The John Hopkins Press, USA, 1962.
  17. Concepto desarrollado por Bloch, Ernest: El principio esperanza, Aguilar, Madrid, 1977.
  18. Las únicas colonias existentes en el continente en el siglo XX son Guyana, Antillas Francesas y Malvinas.
  19. Eric Hobsbawm: Historia del siglo XX, Crítica, Argentina, 1998. Este período de la historia del siglo XX ha sido conceptualizado en términos similarmente positivos, «Los años gloriosos», por numerosos teóricos.
  20. Principio desalojado de una parte del globo bajo la bandera comunista y amenazado en Europa occidental por los movimientos de izquierda.
  21. Exhortada y anticipada desde el plano teórico por numerosos pensadores como Keynes y Marshall según se ha ya expuesto.
  22. La temática del control ha arrojado luz sobre las experiencias sociales del siglo XX abriendo nuevas instancias a la reflexión. La escuela de Frankfurt ha enriquecido especialmente esta corriente con las exposiciones de Horkheimer, Adorno y Marcase. Particularmente la noción del hombre unidimensional. Desde otra perspectiva analítica Foucault intenta asir este fenómeno con la noción de estrategias de control. Por último cabe mencionar los escritos de Louis Althusser ya invocados en este escrito.
  23. Guatemala en el año 1954.
  24. Concepto ya citado en estas líneas.
  25. Amenaza generalmente sobredimensionada por los grupos de derecha conservadores latinoamericanos que incluía en su seno cualquier movimiento con atisbos reformistas opuestos a su dominio. Este diagnóstico permeará a su vez a los policy makers de la Casa Blanca de manera tal que brindarán su apoyo a estas elites conservadoras que usufructuarán la intervención norteña para la consecución de sus propios fines. Esta particular vinculación remite a su vez al encuentro y mutuas determinaciones de varios procesos históricos en el programa de la Carta de Punta del Este como la propia historia de América Latina, de Estados Unidos y la lógica del enfrentamiento bipolar.
  26. En el año 1964.
  27. Dos años más tarde.
  28. Smith, Joseph: La guerra fredda 1945 1991, Il Mulino, Bologna, 2000.
  29. Di Nolfo, Ennio: Storia delle Relazioni Internazionali 1918 1992, Laterza, Bari, 1994.
  30. A través de la regulación de puertos, ferrocarriles y producciones claves.
  31. A modo ilustrativo puede apelarse a la Revolución Mexicana de 1910.
  32. Love, Joseph: «Economic ideas and ideologies in Latin America since 1930», En Bethell, Leslie (Ed.), Ideas and ideologies in twentieth century Latin America, Cambridge University Press, USA, 1996. También puede hallarse una opinión similar en de la Peña, Guillermo, «Las movilizaciones rurales en América Latina desde 1920», En Bethell, Leslie (Ed.), Historia de América Latina, política y sociedad desde 1930, Cambridge University Press, España, 1997.
  33. El principal argumento para explicar la dinámica inflacionaria ubicaba el origen de ésta en la presión ejercida sobre los precios por los cuellos de botella de los sectores denominados «atrasados» con baja productividad, principalmente la agricultura, con una inelasticidad de la producción ante la demanda de bienes alimenticios provocada por la urbanización. Estas causas internas estructurales se combinan a su vez con otros dos tipos de factores de menor importancia. En primer término aquellos exógenos e imprevistos tales como desastres naturales o modificaciones acontencidas en el mercado mundial. Seguidamente, los que resultan de las acciones de los gobiernos y los actores privados que incitan el alza de precios en un contexto de expectativas inflacionarias. Sin negar las explicaciones de inspiración monetarista, dado que la inelasticidad de la oferta ocasionada por la distorsión en los tipos de cambio repercute en los precios y, consecuentemente, en la inflación, estos autores rescatan elementos keynesiano de la década de 1930 y de las teorías de fallas de mercado de Kalecki para centrar su diagnóstico en la ineslaticidad de la oferta agrícola y las tendencias monopólicas de la industria que conducen a un patrón inflacionario del subdesarrollo. Por consiguiente las causas de la inflación radican en una estructura productiva desequilibrada y requieren soluciones estructurales y no monetaristas. Dado el diagnóstico, dada la solución: erradicar el latifundio. Contra él se alza la reforma agraria adoptada como respuesta por el programa de Punta del Este junto con el esfuerzo por una estabilidad de precios de los commodities y por construir una integración a nivel regional.
  34. Ya las tesis liberales de los años del siglo XIX encontraban en la arcaica estructura de la tenencia de la tierra obstáculos al desarrollo de estas tierras. Por ejemplo los gobiernos liberales de México de los años 1860 y su política de desamortización de las tierras que buscaban instaurar una clase de pequeños propietarios agrícolas que conduciría a la nación mexicana hacia la Modernidad.
  35. Hartlyn, Jonathan y Valenzuela, Arturo: «La democracia en América Latina desde 1930» En Bethell, Leslie (Ed.), Historia de América Latina, política y sociedad desde 1930, Cambridge University Press, España, 1997.
  36. Pero no la más deseada por ser ideal la democracia.
  37. Angell, Alan: «La izquierda en América Latina desde 1920» En Bethell, Leslie (Ed.), Historia de América Latina, política y sociedad desde 1930, Cambridge University Press, España, 1997.
  38. Latham, Michael: Modernisation as ideology, North Carolina Press, USA, 2000.
  39. Laos, Vietnam del Norte, Congo, Ghana, el mundo árabe y especialmente Cuba.
  40. Moscoso, Teodoro: «Social change and the alliance» En John Drier (Ed.), The Alliance for Progress: problems and perspectives, The John Hopkins Press, USA, 1962.
  41. Especialmente en América Central con operaciones militares que recuerdan los años de la década de 1920 y la denominada política del «Big Stick».

 

 

Ariadna Tucma Revista Latinoamericana. 1 a 4. 2006-2009


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