Esclavitud, esclavismo y desarrollo técnico. III

Apéndice

Nicolas Kogan

  • Aproximaciones al marco teórico sobre las cuestiones de ciencia, técnica y sociedad.  Relación entre esclavitud y desarrollo técnico.

 

“Las fuerzas materiales y espirituales aparecen estrechamente entretejidas en cualquier sociedad.”

Robert Forbes[i]

Est-Grec-1-Berlin

Foto Carolina Crisorio

Hay diversos abordajes al problema de la relación entre producción, desarrollo de las técnicas y esclavitud en la antigüedad. A través del amplio repertorio de trabajos realizados al respecto, se puede encontrar un contrapunto importante que ha cobrado fuerza en los últimos años entre dos interpretaciones o visiones opuestas del problema. Me refiero al debate sobre si existió o no un bloqueo en el desarrollo de las técnicas aplicadas a la producción en la época antigua y, si existió, si fue debido a la presencia extendida de relaciones esclavistas o bien a razones de orden cultural e ideológico.

Según Moses Finley[ii], el extendido uso de esclavos en la agricultura y la manufactura restringió fuertemente la esfera del trabajo libre y bloqueó la expansión del mercado (especialmente el de los productos consumidos en masa). También entorpeció e impidió efectivamente la racionalización creciente de la producción. Debido a que el mercado de esclavos generaba incertidumbre por el costo fluctuante de los mismos, el propietario tenía que tener la libertad de disponer de sus esclavos en el acto y explotarlos de una manera particular. En la antigüedad no existió una amplia división del trabajo ni tampoco una fuerte racionalización. El propietario estaba mucho más cerca de ser un rentista que un empresario. Todas estas características explican, en parte, porque si bien “no hubo ningún estancamiento de la técnica…tampoco se dio ninguna conjunción importante de invenciones que potenciara la economía antigua hacia fuerzas cualitativamente nuevas de producción”[iii].

 

Retomando una cuestión ya desarrollada en el acápite sobre las cuestiones teóricas e historiográficas en el abordaje del problema del esclavismo, podemos recordar con Zelin[iv] que la estructura de las sociedades precapitalistas estaba en gran medida basada sobre la dominación directa. La condición de existencia de una estructura tal, generaba para Zelin, la debilidad relativa del desarrollo de las fuerzas productivas. En una economía preindustrial la dominación se ejercía necesariamente a través de diversas modalidades de coerción extraeconómica y la relación esclavista es paradigmática en este sentido.

 

El basamento teórico de esta hipótesis está enmarcada en el cuerpo teórico que el marxismo ha desarrollado para el estudio de la historia de la ciencia y de las técnicas. John Bernal[v] es, probablemente, uno de los máximos impulsores de este enfoque en esta rama de los estudios históricos y sus explicaciones (que probablemente pequen de reduccionistas) están basadas en un planteo muy conciso y articulado. El autorafirma que la forma de la sociedad depende, en último extremo, de las relaciones establecidas entre los hombres en la producción y la distribución de los bienes producidos (relaciones en las que casi siempre tiene indebida ventaja el rico sobre el pobre y, algunas veces, coacción directa, como en el régimen de esclavitud). Estas relaciones de producción dependientes de los medios de producción son las que plantean la necesidad de transformar dichos medios y, de este modo, se impulsa la ciencia. Cuando las relaciones de producción están cambiando con rapidez, como ocurre cuando una nueva clase social se está colocando en posición dominante, existe un incentivo esencial para la realización de adelantos en la producción que acrecienten la riqueza y el poder de esa clase y la ciencia tiene gran demanda. Una vez que dicha clase se ha establecido y fortalecido suficientemente para impedir el crecimiento de un nuevo rival, el interés se dirige al mantenimiento de las cosas tal como están. Las técnicas se hacen tradicionales y la estimación por la ciencia disminuye.

 

Se sobreentiende que la aplicación de este esquema para la antigüedad implica concebir a los terratenientes tanto griegos como romanos como una clase dominante firmemente establecida y asentada sobre la base de la explotación del trabajo esclavo. El nivel de poder alcanzado habría convertido en innecesaria la búsqueda de mejoras técnicas para alcanzar mayores niveles de desarrollo en la producción.

 

El enfoque marxista de problema no monopoliza la conclusión sobre el estancamiento de las técnicas. Se han desarrollado posturas que afirman la misma idea pero a partir de razones de tipo ideológico o cultural antes que a factores vinculados a las relaciones sociales de producción. Vernant[vi] afirma que las razones por las cuales se trabó en gran medida el desarrollo técnico en la Grecia antigua pueden estar vinculadas a la estructura del pensamiento filosófico de los más grandes pensadores. Platón, por ejemplo, sostiene Vernant, tiene gran parte de la responsabilidad histórica por la difusión del menosprecio al trabajo manual y a toda actividad vinculada con la materialidad. A su influjo se debió en gran parte la formación y propagación de la inhibición intelectual en contra del trabajo y de toda operación o profesión, aun intelectual o científica, vinculada con la materialidad de la vida práctica. Aristóteles, tiene también una responsabilidad en la difusión posterior del desprecio por el trabajo manual ya que lo considera como algo servil propio de esclavos y animales en tanto sea actividad de pura ejecución, carente de luz intelectual.

 

Este deprecio por el trabajo y la técnica habría determinado, luego, un divorcio entre actividad intelectual y manual que resultaría perjudicial para la cultura antigua. El autor encuentra como ejemplos paradigmáticos de esta aseveración a las situaciones de la medicina, la matemática y la física. Esta última habría entrado en decadencia cuando empezó a menospreciar la creación de instrumentos con los que Arquímedes demostraba su genialidad inventiva. También decayó la matemática cuando renegó de toda vinculación con la mecánica. Finalmente cuando la medicina se separó de la cirugía, abandonándola a barberos, masajistas y prácticos incultos la medicina habría perdido el conocimiento de la anatomía y decayó. En síntesis, el divorcio entre ciencia y técnica marcaría la decadencia de la ciencia antigua.

 

Una confirmación de esa hipótesis, precisamente en torno a la cuestión de la medicina, puede encontrarse en B. Farrington[vii] quien profundiza la cuestión que él denomina “prejuicios de los griegos contra el trabajo manual”. Para este autor se produjo una decadencia de la anatomía como disciplina después de Galeno y la razón de la misma estaría en el prejuicio contra los cheirourgos. Se habría producido una invasión de la ciencia médica por los conceptos filosóficos a priori. Dichas especulaciones a priori provenían de aficionados a la medicina que continuaban usando el cerebro pero que habían dejado de utilizar sus manos.

 

Asimismo, examinando el célebre Tratado el Económico de Jenofonte el autor encuentra una cita reveladora: “las llamadas artes mecánicas llevan consigo un estigma social y son deshonrosas en  nuestras ciudades pues tales artes dañan el cuerpo de quienes las ejercen y hasta quienes vigilan al obligar a los operarios a una vida sedentaria y encerrada y al obligarlos ciertamente en algunos casos a pasar el día entero junto al fuego. Esta degeneración física determina también un daño al espíritu. Además los que se ocupan de estos trabajos no disponen de tiempo para cultivar la amistad o la ciudadanía por ello se los considera malos amigos y malos patriotas.” [viii]

 

El análisis de esta cita permite concluir a Farrington que existía un abismo tal en la sociedad que hacía imposible que un mismo individuo fuera a la vez trabajador y ciudadano. Este abismo no pudo dejar de hacer sentir su efecto sobre la ciencia y la práctica. La tesis central sería entonces que los prejuicios de los griegos contra el trabajo manual habrían generado una fortísima barrera para el avance en el desarrollo de los saberes técnicos. Las afinidades con la postura de Perry Anderson son más que notorias.

 

En la Grecia clásica, como ya señalamos, la agricultura se encontraba en la cima de las actividades valorizadas. El ideal era para casi todos el del terrateniente libre, independiente y capaz de bastarse a si mismo. En los últimos peldaños de la escala se encontraba las demás formas de la actividad económica, el comercio y todas las actividades llamadas banáusticas y que implican trabajo manual como la artesanía.  Todas estas actividades eran consideradas indignas del hombre de bien.

 

Austin y Vidal Naquet[ix] coinciden en lo esencial de esta postura. Afirman que los prejuicios contra el trabajo manual, la ausencia de una ideología de trabajo, la existencia del ideal del ocio y el papel de la guerra en la vida de los estados griegos es la base que permite entender el rol fundamental jugado por el trabajo servil. El estancamiento de las técnicas para estos autores impedía el aumento de la producción a menos que se recurriera a una ampliación del trabajo servil (aquí se invierte el silogismo: es el estancamiento de las técnicas lo que explica el aumento del esclavismo y no a la inversa. A menos que los autores estén pensando en un razonamiento de tipo circular: la limitación de las técnicas conduce a la esclavitud,  relación social que a su vez refuerza la inhibición para el progreso técnico).

 

Los mismos autores señalan que en el siglo IV en la etapa de crisis de las poleis, se produjo una especialización en las tácticas militares. Hasta esa época la actividad militar era una de las funciones del ciudadano pero no era una acción de especialistas (excepción hecha de Esparta en la que los periecos y los ilotas podían llegar a participar de la acción militar como ya fue señalado). Durante siglos predominó la formación política de infantería pesada, poca importancia de la caballería y de la infantería ligera y carencia de una auténtica técnica de asedio. La relación aquí entre estructura social y nivel de las técnicas es muy directa y la mayor parte de los autores coincide en señalar que el combate político refleja las condiciones económicas, sociales y políticas de las ciudades griegas y en torno a él se elabora un sistema de valores que contribuye a perpetuarlo.

 

A partir del siglo IV, los cambios políticos fueron acompañados también por un desarrollo de la infantería ligera a través de las formaciones de peltastas (soldados defendidos por un pequeño escudo redondo, la pele). Aparecieron con fuerza la técnica de asedios y se produjo un desarrollo notable de bibliografía técnica sobre el arte de la guerra. Se generalizaron los ejércitos de mercenarios compuestos por definición por personas ajenas a la ciudad lo que produjo un enorme efecto disruptivo. Estas mutaciones serían, entonces, un reflejo de la crisis que  vivenciaron las ciudades tradicionalmente compuestas por hombres libres que ejercían las magistraturas al tiempo que estaban encargados de la responsabilidad de la defensa militar del territorio.

 

Los enfoques mencionados hasta aquí generalmente se completan con una idea acerca de la difusión de las técnicas. Es decir aun cuando en algunos casos se reconoce que existieron ciertos progresos puntuales en el nivel de las técnicas se afirma que, de todos modos, esas técnicas no se aplicaban en forma generalizada ni se difundían aprovechando las potencialidades que ofrecían. Las razones nuevamente se encuentran en la naturaleza de las relaciones sociales o en aspectos medulares de la mentalidad antigua que inhibían la expansión de los progresos.

 

Robert Forbes[x] dá un ejemplo que es bastante gráfico respecto a esta idea. Los antiguos ingenieros idearon y desarrollaron maquinaria que representaba un ahorro de trabajo pero nunca abordaron el problema de sustituir con maquinaria el trabajo humano. Al aplicar el principio de la palanca y colgar un cubo de un brazo que llevaba un contrapeso en la otra punta facilitaron el trabajo manual pero no llegaron a mecanizarlo. No se experimentaba la necesidad de la mecanización. La ciencia de la Antigüedad nunca descubrió el cuadro del mecanismo detrás de la naturaleza que encontramos en Europa occidental desde el siglo XVI en adelante. No soñaban con un dominio sobre la naturaleza que mejorara las condiciones de vida. Estudiaban la naturaleza para alcanzar una armonía pacífica del pensamiento y una sabiduría mayor. No estaban preocupados por los métodos de producción en masa ni en los artesanos que hacían objetos ni en gran medida por las obras de ingeniería. Sin embargo sabemos que contaban con los conocimientos como para desarrollar mayores progresos.

 

La respuesta a la pregunta por la falta de difusión de los avances técnicos, Finley[xi] también la encuentra en el plano ideológico o simbólico. El autor asevera que el mundo antiguo estuvo caracterizado por un divorcio claro, casi total, entre ciencia y práctica. El objetivo de la ciencia antigua era conocer, no hacer, comprender la naturaleza, no domesticarla como en la era moderna. Esta distinción entre la modernidad y la antigüedad es palpable a través de un ejemplo muy revelador que elige el autor. “Varias ciudades antiguas reclamaban ser la cuna de Homero y varias ciudades italianas del siglo XVII se pelearon con igual vehemencia  por el honor del invento de las gafas. En la antigüedad solo la lengua recibía la inspiración de los dioses, nunca las mano”[xii]. (F: 206-7)

 

Pasra Finley fondos, mano de obra y habilidades técnicas estaban disponibles (y eran gastados) en cantidades grandes y cada vez más crecientes para caminos, edificios públicos, suministro de agua, drenaje y otras comodidades pero no para la producción. El esfuerzo por incrementar la productividad nunca fue intentado. El capital privado, ciertamente, quizás no habría estado dispuesto para la promoción y utilización de muchas de las posibles innovaciones técnicas. Había bastantes individuos que poseían recursos, pero no entre los que tuvieran interés por la producción (excepto la agrícola). En la industria y el comercio no se tomaban medidas para superar los límites de los recursos efectivos individuales. No había instrumentos de crédito apropiados (ni papel negociable, ni asentamientos contables ni pagos a crédito)

 

En síntesis, la ciencia aplicada era cosa que incumbía a la gran masa de esclavos y artesanos anónimos inserta en la estructura de la sociedad antigua. No se sentía la necesidad de aprovechar los recursos naturales. Parecía como si los esclavos fuesen una fuente suficiente de energía. Se diría que entonces no existían problemas que impulsasen la inteligencia de los griegos por la vía del desarrollo de las máquinas salvo en el dominio de la guerra. Los artesanos antiguos produjeron siempre lo suficiente para satisfacer las demandas imitadas de productos manufacturados en la Antigüedad y por eso nada influía a favor de la industrialización de la sociedad.

 

Las caracterizaciones hasta aquí presentadas están cargadas de una coherencia importante y tienen un fuerte poder explicativo de los procesos históricos. Algunas de las críticas que se han generado sobre las mismas han sido de orden empírico o fáctico a partir de la demostración concreta de situaciones que van en sentido opuesto a los análisis expresados. Otras, más ambiciosas aun, han partido de una caracterización diferente no sólo de las posibilidades culturales para que los hombres de la antigüedad, aplicaran mejoras técnicas en la producción si no de una visión diferente de la estructura social y económica misma de la sociedad griega y ateniense en particular. Los estudios más recientes sobre la polis clásica como remarcábamos en un apartado anterior demuestran que el rol de la esclavitud no habría jugado un papel esencial motivo por el cual se abriría, en estas nuevas miradas, el interrogante sobre el nivel de las técnicas en la antigüedad. En el plano de la agricultura, actividad económica fundamental para el funcionamiento de la sociedad estudiada, es donde se han halado importantes niveles de progresos técnicos aplicados directamente a la producción.[xiii]

 

Siguiendo a Julián Gallego[xiv] la polis griega se montó sobre la base de un importante conjunto de labradores independientes tanto en el ámbito productivo como en el político social. Estos agricultores podían incorporar algunos esclavos pero siempre dentro de granjas basadas en el trabajo familiar. Se trataba de campesinos, propietarios plenos de sus tierras, no sometidos a explotación orientados a la subsistencia pero que en ciertas circunstancias podían producir excedentes vendibles. Los labradores áticos habrían realizado roturaciones a partir de un criterio de cierto igualitarismo agrario frente al acaparamiento de las mejores tierras realizado por la aristocracia.

 

Este despegue agrícola, afirma el autor, se produjo junto con un cierto nivel de desarrollo técnico. Basándose en los aportes realizados por Amouretti[xv], Gallego demuestra que el bloqueo de las técnicas no habría sido tan importante como se pensaba o directamente no habría existido. El investigador galo observó a partir de la cronología de los sistemas para moler granos y aceitunas que sí se realizaron innovaciones que se propagaron socialmente como el molino de agua. Por otra parte subraya Gallego, el análisis hecho por otros estudios recientes[xvi] muestra que los griegos conocían métodos para  producir una selección que mejorara la calidad y la productividad de las semillas.

 

El problema de la visión del bloqueo para Gallego[xvii] reside en que parte de una perspectiva etnocéntrica capitalista ya que supone que un aspecto central de los sistemas económicos radica en si propenden o no al progreso de las fuerzas productivas y, en especial, la tecnología. Por otra parte, se presume que los campesinos no serían capaces de introducir mejoras técnicas o tecnológicas en el proceso productivo. Partiendo de un análisis complejo que incluye los tipos de cosechas realizadas, el carácter de los suelos, las técnicas mismas, las posibilidades de acceso a la tierra, el tamaño de las propiedades y las estrategias para el mejor aprovechamiento de los recursos se obtiene una visión del campesinado mucho menos estática e inhibida frente a los cambios que la que existe en las miradas tradicionales.

 

La conclusión es que se empleaba un sistema de labranza mixto basado en el multicosechado y el intercosechado. Los griegos habrían praticado una diversificación de la producción en sus granjas familiares. A la vid y el olivo, cultivos mediterráneos tradicionales que exigían una cuidadosa preparación (en los viñedos la intensidad laboral era mayor que en los olivares), hay que sumar el cuidado de frutales y el huerto que requería una preparación similar con gran provisión de agua, generalmente mediante irrigación y abono. Todos estos elementos dan muestra del cuidado que es preciso tener antes de hacer afirmaciones tan categóricas como la existencia de un bloqueo tecnológico.

 

Jameson[xviii] también se suma a las críticas a las miradas que observan un estancamiento de las técnicas sobre todo en el plano agrícola. Este autor plantea que la agricultura griega comúnmente es pensada como tecnológicamente atrasada y estancada y considera que esta visión está determinada por la idea de que la noción de innovación tecnológica se asocia a una agricultura más eficiente y productiva.

 

Parándose en el contexto real que rodeaba a los agricultores áticos, Jameson considera  apropiada la tesis de Ester Boserup[xix] para quien la innovación en agricultura es el resultado del crecimiento poblacional. La presión demográfica conllevaría una mayor intensificación en la explotación de la tierra con cambios en el uso del trabajo humano y de la tecnología. Las prácticas utilizadas de forma limitada desde tiempo atrás se difundirían más en este nuevo escenario. Un leve crecimiento demográfico haría que los cambios tecnológicos sean más visibles para el observador externo. Los griegos, entonces, no habrían sido tan prisioneros de su conocimiento tecnológico sino que respondieron en función de sus valores existentes seleccionando técnicas y  sistemas de su propio repertorio y el de sus vecinas que le permitían mantener su sistema social y proveer sus necesidades materiales.

 

De los cultivos tradicionales del Mediterráneo (trigo, cebada, olivo, higos, uvas) los cereales eran la base de la subsistencia de la sociedad griega. El cultivo de cereales dependía de la calidad del suelo y de la densidad poblacional. Hay que tener en cuenta que el territorio griego es montañoso y la tierra no era particularmente apta y el cultivo continuado podía afectar la fertilidad de la tierra. Los griegos sabían esto y disponían de un repertorio de opciones. Tenían, según Jameson, tres métodos a su disposición: cultivo anual, quema para recuperar el suelo y barbecho.

 

El barbecho largo, el cultivo y posterior quema mejoraba mucho la calidad del suelo. El barbecho corto sembrando la tierra cada uno o dos años hacía que la tierra quedara con mucha maleza y rastrojo y demandaba mayor energía humana en el mejoramiento. Si la población crecía y había menos tierra disponible las opciones para un productor eran la intensificación, la diversificación y la especialización. La intensificación implica el uso de todas las tierras posibles incluidas las marginales, remover rocas, construir terrazas, realizar una más cuidadosa preparación de la tierra, quitar las maleza para proteger los cultivos, fertilizar con abono humano o animal, acortar o interrumpir el barbecho. Todas las estrategias mencionadas requieren un incremento en el trabajo empleado.

 

Por su parte en el caso de la diversificación y especialización el uso de más trabajo tal vez no sea tan importante como la influencia de los factores externos. La especialización implica la dependencia de los intercambios o el mercado para obtener los productos que no se elaboran y esto mina el ideal de la autarquía propio de los griegos. Por su parte, la diversificación implica el aprovechamiento pleno de todos los nichos existentes en el medio ambiente y conlleva una distribución de esfuerzo a lo largo de todo el año lo cual redunda en una disminución del tiempo pasible de ser dedicado a las funciones sociales que todo ciudadano ateniense debe cumplimentar. Algunas formas de diversificación y especialización abiertas a los atenienses fueron: el cultivo de cereales de primavera y de invierno, la alternancia entre cereales y legumbres para comida y pienso, la producción de jardines irrigados para vegetales, la construcción de canales y pozos, una mayor inversión en árboles frutales  (particularmente el olivo) y una mayor inversión en viñas.

 

Desde el siglo VI y a lo largo del siglo V a. c. se habrían producido las circunstancias que generaban estas posibilidades. Hubo un crecimiento demográfico en la región ática y se produjo una importante presión sobre la tierra y sobre el mercado urbano. Es cierto que no se produjo una revolución agrícola para afrontar esta situación pero se pusieron en juego estrategias de intensificación que muestran la relatividad de los planteos sobre el supuesto estancamiento de las técnicas en la Grecia antigua.

NOTAS

 

[i] FORBES, R. (1958)

 

[ii] Ibid. p. 50

 

[iii] Ibid. p. 179.

 

[iv] Ibid. p. 60.

 

[v] BERNAL, J. (1954: 63-64)

 

[vi] VERNANT (1973: 58-62)

 

[vii] FARRINGTON, B. (1974)

 

[viii] Ibidemm p. 64.

 

[ix] Ibid. pp. 33.

 

[x] Ibidem

 

[xi] Id .(1982: 211).

 

[xii] Ibidem, pp. 206-207.

 

[xiii] Cabe señalar, como reconoce el propio Forbes, que existen numerosos testimonios del  nivel de los saberes de los antiguos griegos. En el área de la ingeniería, por ejemplo, podemos observar el acueducto de la isla de Samos que constaba de un túnel de 900 pies de altura, un canal de tres pies de ancho que contenía la tubería para el agua construidas con troncos unidos con plomo; el túnel de desagüe del lago Copais en Beocia es otro testimonio material de la técnica griega que recibía las aguas del Cefisos.  Estas dos obras se suman, por supuesto a los rompeolas, canales  y puertos que construyeron. Sin embargo los elementos que se están discutiendo en este debate es la aplicación de los saberes existentes al campo de la producción. En oras palabras si los griegos tenían generalizado el concepto de innovación.

 

[xiv] GALLEGO, J. (2004: 13-24)

 

[xv] AMOURETTI , M.-C. (1986)

 

[xvi] SALLARES, R. (1991)

 

[xvii] Ibidem. Pp. 23-24

 

[xviii] Ibidem.

 

[xix] BOSERUP, E.

 

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CORPORA DOCUMENTALES

HESÍODO: Los trabajos y los días

JENOFONTE: El Económico

PLINIO: Cartas de Plinio

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Ariadna Tucma Revista Latinoamericana. 5. Marzo 2010-Febrero 2011

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