El Tratado de Libre Comercio entre Colombia y Estados Unidos

Opciones y retos

Roberto González Arana

Actualmente, uno de los temas de más controversia en Colombia por la trascendencia de sus alcances es el rumbo y los resultados de las rondas de discusión que sostienen Colombia, Perú y Ecuador con los Estados Unidos de cara al Tratado de Libre Comercio, TLC.

 

Todo esto tiene como antecedentes más inmediatos al año 2003, el cual resultó de particular agitación económica a nivel regional. Los altibajos en el intercambio con Venezuela y la firma del tratado MERCOSUR-CAN fueron los hechos más relevantes en este periodo. Para el caso particular de Colombia, se observa como la caída de sus exportaciones a Venezuela condujo a la reorientación de muchos de sus productos -azúcares, confites, materia plásticas, papel y metales- hacia nuevos mercados. Es así como las ventas de confecciones a Venezuela cayeron en 53 millones de dólares y aumentaron en 128 millones a los países del Nafta, especialmente hacia los Estados Unidos. 1

 

El comienzo de las discusiones entre los Estados Unidos – Colombia, Ecuador y Perú -en mayo de 2004- con miras a la firma de un tratado de libre comercio ocupan hoy la atención de los países andinos, ya que pareciera se presenta una coyuntura de oportunidad para la región debido al alto nivel de entendimiento de estos con los Estados Unidos –a excepción del caso con Venezuela-. Para Washington por su parte, los tratados bilaterales de comercio se constituyen en un mecanismo idóneo para ir avanzando y ganar socios, de cara a las futuras negociaciones con el resto de América Latina, a instancias del ALCA.

 

¿Oportunidades o Riesgos?

    En primer lugar, es claro que para algunos sectores exportadores de Colombia, Ecuador y Perú, la ampliación de los mercados y el afianzamiento de sus vínculos con los Estados Unidos puede resultar una oportunidad para alcanzar importantes metas, como la ampliación en el volumen de sus ventas –al eliminarse las barreras al comercio- y una mayor estabilidad financiera. Asimismo, los gobiernos esperan que haya mayores oportunidades de empleo productivo 2con el incremento de las opciones de inversión en estos países y además, que en virtud del TLC, los miembros de la CAN puedan buscar la aprobación de un tratamiento de naciones más favorecidas en los sectores en los cuales cada país es menos competitivo, para lo cual tienen en el caso de México y su TLC con los Estados Unidos y Canadá, -Nafta- un importante referente.

     

    Por otra parte, un primer factor de riesgo a considerar en el proyecto del TLC con los Estados Unidos, es el apremio del tiempo ya que este último tiene como meta que el proceso de negociación no se prolongue más allá de un año, contado a partir de mayo de 2004, pues sólo hasta junio de 2005, se mantendrán las condiciones excepcionales -Trade Promotion Authority- que le otorga el Congreso norteamericano al presidente de esta nación para firmar acuerdos comerciales con otros países, sin que el mismo legislativo pueda modificar las condiciones de los tratados. No es un secreto que Colombia, Ecuador o Perú se juegan su futuro económico en esta difícil partida y por ello, cada movimiento debería darse sin excesivos afanes ni presiones, y con mucha responsabilidad y realismo, pensando estratégicamente, 3 pues no podríamos suponer ingenuamente que un TLC con Estados Unidos será una meta que traería sólo grandes beneficios sin prever también sus consecuencias negativas en todos los ámbitos. No olvidemos por ejemplo, que el reciente acuerdo de libre comercio entre Chile y los Estados Unidos (diciembre de 2003) ha implicado que el universo arancelario que protegía a los productos chilenos deba reducirse hasta alcanzar un nivel de “cero” desde el primer año de su vigencia, lo cual no será nada fácil. También recordemos que como consecuencia del libre comercio, Colombia dejará de percibir 300 millones de dólares anuales que hoy ingresan al país como resultado de los aranceles a las mercancías provenientes de los Estados Unidos y por supuesto, Ecuador y Perú otro tanto importante.

     

    La experiencia chilena no puede tampoco considerarse como un buen referente dado que este país austral –en contraste a Colombia- mantiene unos fuertes vínculos económicos con la Comunidad Europea y por tanto, tiene un mayor margen de maniobra en las negociaciones. Como lo anotaba recientemente el expresidente Frei de este país es sumamente riesgoso enfocar el intercambio económico hacia un solo país.

     

    Cabe señalar además, que con la experiencia de la abrupta apertura económica en Colombia, este país ha pasado de importar –a comienzos de los noventa- 500 mil toneladas de alimentos al año, a un poco más de 9 millones de alimentos al año, según cifras oficiales. Ante este adverso escenario, convendría que los países andinos lograsen un acuerdo razonable para que el agro –tema que sólo se discutirá a instancias de la OMC- no pretenda competir sin unas concesiones especiales con un sector que en los Estados Unidos, recibe 1.500 millones de dólares en subsidios anuales de ayuda estatal por lo cual, las exportaciones agrícolas estadounidenses a la región pueden venderse incluso, por debajo del costo de producción.

     

    De manera paralela, sobre el tema agrícola se ha abierto un interesante debate en Colombia pues por un lado, existen respetables posturas como la del ex Ministro Carlos Murgas, quien considera que el campesinado colombiano no debería resistirse a los cambios que suponen las nuevas tecnologías de hoy, las cuales incluyen a los productos transgénicos (genéticamente modificados para lograr nuevas propiedades) y que ha dado enormes resultados en el mundo, especialmente con el algodón, el maíz, la soya, el trigo, la papa. 4Por otro lado y en contraste, hay quienes nos preguntamos si lo más conveniente para los agricultores de esta nación sería aumentar la productividad en el campo, a fin de competir con países más desarrollados en el escenario de los productos genéticamente modificados o mas bien, invertir en este sector con miras a surtir a otro tipo de consumidores y por tanto, amigos de productos cultivados en condiciones más tradicionales. Cabe recordar que los productos transgénicos tienen restricciones para su consumo en algunos países como Suiza, Australia, Nueva Zelanda, Filipinas, Rusia, Corea del Sur y China. 5

     

    Sobre las ventajas de emprender reformas económicas que no sean abruptas y liderar liberaciones de los mercados, distantes de las clásicas recetas del Fondo Monetario Internacional, se tiene en los casos exitosos de China y Polonia, interesantes ejemplos que contrastan con los de Rusia y la república Checa, países que han atravesado por significativas crisis a partir de sus reestructuraciones abruptas. Como bien lo expresara el Nóbel Joseph Stiglitz, “la ironía final es que muchos de los países que adoptaron políticas más graduales pudieron acometer reformas profundas más rápidamente”. 6La gran paradoja es que en 1990 el PIB de China era el 60% del ruso y una vez se dio la apertura en este último país, y su introducción a la economía de mercado, la pirámide con China se invirtió y por tanto, Rusia registró un aumento creciente de la pobreza y China descenso inédito de la misma. 7Aunque en el discurso una nueva apertura aparezca como la mejor solución para América Latina, convendría analizar sin afanes, sus costos y beneficios.

     

    Es preciso tener presente asimismo que tanto en Colombia como en Perú y Ecuador, existen sectores más competitivos y dinámicos que otros y por ende, mejor preparados para el libre comercio. De igual forma, al interior de estos países cada región posee singularidades que la hacen competitiva en algunas áreas y simultáneamente, débil en otras esferas. Por lo tanto, no podemos hacer caso omiso de esta realidad girando un cheque en blanco al libre comercio, a costa de aumentar los desequilibrios regionales en cada país andino. Asimismo, ante las evidentes asimetrías en los niveles de desarrollo de Estados Unidos con respecto a Colombia, Ecuador y Perú, el peso de cada nación en las negociaciones evidentemente será distinto pues el potencial de la economía de Estados Unidos equivale a 150 veces la de estas tres naciones juntas y además, es el principal receptor de nuestras exportaciones (en el 2002 las ventas colombianas a Estados Unidos alcanzaron un 43,3% del total exportado mientras que para Estados Unidos las importaciones de Colombia tan sólo representan el 0,5% de las importaciones totales hacia este país, según informes de Planeación Nacional) y una potencia mundial que, lógicamente buscará beneficios para sus propios intereses. Como bien lo dijera recientemente Condolezza Rice, Consejera de Seguridad del actual gobierno de George Bush “Los Estados Unidos deben partir del suelo firme de sus intereses nacionales y olvidarse de los intereses de una Comunidad internacional ilusoria. 8

     

    Siguiendo sus políticas en respaldo a las grandes multinacionales, Estados Unidos intentará defender la reglamentación que los rige en materia de propiedad intelectual, la cual impide la transferencia de tecnología y avance científico de los países en desarrollado, hecho visible en casos como los software, la música, los agroquímicos y los productos farmacéuticos. En el rubro de los medicamentos, se tratará de obstaculizar la producción de medicinas genéricas que por ejemplo en Colombia, por razones obvias, tienen un menor costo que los de marcas registradas, lo cual puede propiciar un grave problema de salud pública pues se estará negociando en materia tan fundamental como los derechos fundamentales de los ciudadanos y no sobre simples mercancías. 9 Se teme también, que las importaciones norteamericanas (en insumos, productos agrícolas, etc) terminen rebasando a las exportaciones tradicionales de los países de la CAN, como sucedió con México. En este u otro caso, el reto será que cada país escoja en cuales frentes estará dispuesto a perder con el propósito de ganar en otros.

     

    El tema de la propiedad intelectual también implica negociar para que al país no se le cierren las puertas al conocimiento, la tecnología y la información. La propiedad intelectual, “uno de los temas más complejos de las relaciones internacionales actuales, adquiere la mayor importancia en la negociación del TLC, por su efecto directo en la dinámica futura del crecimiento económico y nuestra calidad de vida”. 10Se tendrán que frenar los propósitos de patentar nuevos tipos de plantas u organismos vivos a fin de garantizarle a la sociedad colombiana el control y manejo sobre sus propios recursos.

     

    Hay quienes sostienen que el mayor beneficio que podría traer un TLC con Estados Unidos, será el incremento significativo de la inversión extranjera en la región, basados en que la transformación económica de México a raíz del Nafta, se dio principalmente debido a un gran flujo de inversión extranjera, lo cual es sólo relativamente cierto pues mas bien en contraste “en México la inversión extranjera no desarrolló nuevos proyectos sino que se limitó a adquirir las empresas existentes”. 11 En este punto coincidimos con algunos analistas en que la liberación de mercados propiciará que los sectores de la región se expongan más a la competencia de los sectores externos, y a las crecientes exigencias de los mercados internacionales.

     

    Un informe oficial del TLC entre México, los Estados Unidos y Canadá, realizado por la Comisión Rural de la Cámara de Diputados de México, sobre su impacto en materia agrícola puede ilustrar los costos y beneficios de éste para la nación azteca: “El Tratado de Libre Comercio de América del Norte ha precipitado la dependencia alimentaria de México respecto de los grandes productores estadounidenses y canadienses (…) Para 2000 la dependencia en materia de alimentos había crecido 77 por ciento, con un monto de 23 millones de toneladas de cultivos-producto importadas, a diferencia de los 13 que ingresaban al país en 1993 (…) Desde la aprobación en Estados Unidos de la Ley Agrícola de Seguridad de las Granjas –conocida como la Farm Bill-, la Cámara de Diputados alertó sobre los riesgos de ese programa para México (…) a ese hecho se suma la inminente apertura de la frontera a los productos agrícolas de Estados Unidos y Canadá (…) el 71 por ciento de la población nacional padece pobreza alimentaria y ese fenómeno se manifiesta en un 90 por ciento de los ciudadanos que habitan en zonas rurales…” 12 De igual forma, la caída de los precios de los principales productos agrícolas fue abrupta pues por ejemplo el precio del maíz se redujo en un 35,1 % entre 1995 y 1999 lo cual fue motivado por el cese de las ayudas al productor, aunado a la llegada masiva de importaciones baratas y subsidiadas de maíz originario de los Estados Unidos. También el trigo y el fríjol cayeron drásticamente en su precio, lo cual ha conducido a la “destrucción de la soberanía alimentaria del país”. 13 Para el caso de Colombia, los defensores a ultranza del libre comercio, como el ex ministro de Hacienda Rudolf Hommes dirían al respecto, que este cuadro no es tan negativo pues “el mayor beneficio del comercio proviene de las importaciones y no de las exportaciones como nos han acostumbrado a pensar equivocadamente los mercantilistas criollos”. 14 Esta negativa experiencia por supuesto debe tenerse presente en la región, frente a un acuerdo de libre comercio pues el costo de importar alimentos a menor precio redundará en que a la larga -como en México- se pierda la autosuficiencia alimentaria, a costa de la ruina de los sectores cultivadores nacionales.

     

    Crece el Optimismo regional

      Para el embajador de Colombia en Washington, Luis Alberto Moreno, la experiencia de otros países que han firmado un TLC con Estados Unidos ha sido “que sus exportaciones han crecido sustancialmente. En Chile, por ejemplo, han aumentado en más de 12% este año, aun sin que haya entrado en vigencia el TLC. En México, entre tanto, han crecido 176% desde cuando entró en vigencia el Nafta. Con el ATPDEA, hemos visto crecer nuestras exportaciones en 30% este año. Colombia tiene que buscar nuevos mercados dada la volatilidad del comercio con nuestros vecinos. Las exportaciones a Venezuela y Ecuador se redujeron en 54% y 10% entre enero y julio de 2003. La caída en exportaciones a estos países se ha compensado con exportaciones a Estados Unidos, gracias en parte al ATPDEA, razón por la cual estas preferencias tienen que convertirse en permanentes”. 15 No obstante la anterior afirmación, debe recordarse que según cifras oficiales, de los 5,528 productos sobre los cuales Estados Unidos otorga preferencias arancelarias a la región, sólo 14 representaron el 80% de las exportaciones colombianas durante los últimos 5 años. 16 Esta visión excesivamente optimista del gobierno colombiano ha recibido numerosas críticas porque, al igual que en México a comienzos de los noventa, está generando expectativas desmedidas sobre las bondades de los TLC, a tal punto que se llegó a pensar que el país azteca ascendería a la categoría de nación del llamado primer mundo. No obstante, no se le dice al país que un tratado de libre comercio con los Estados Unidos será también algo más que una prolongación indefinida del ATDPEA, pues a futuro tendrá que haber concesiones de doble vía, ya que a cambio de abrir sus mercados a nuestros productos y bienes, los Estados Unidos demandarán políticas recíprocas.

       

      Con el Nafta -suscrito en 1994- México triplicó sus exportaciones, mantiene un superávit comercial con los Estados Unidos y ha recibido un fuerte cúmulo de inversión extranjera, pese a lo cual “su tasa de crecimiento ha sido la menor en 60 años- menos del 1% del PIB anual por habitante en los últimos diez años-, aumentando apenas un 6% en los últimos veinte años y manteniendo una balanza comercial negativa, lo que demuestra que el incremento en las exportaciones no implica un aumento automático del crecimiento y empleo, puesto que la utilización generalizada de insumos importados y la disminución del componente nacional de la producción manufacturera han hecho que el aumento de las exportaciones corresponda a un incremento aún mayor de las importaciones y que los sectores que se desarrollan sean islas desconectadas del resto de la economía, produciéndose una desintegración de las cadenas productivas y una desnacionalización de la industria”. 17

       

      Consenso y disenso regional

       

      En contraste al alto grado de entendimiento regional andino, de cara a las negociaciones de libre comercio con Estados Unidos, hallamos simultáneamente temas álgidos que generan fricciones políticas en la zona. Es el caso de la XVII Cumbre del Grupo de Río – Cuzco, mayo de 2003- en donde se percibieron las crecientes tensiones de los países andinos frente a las estrategias de los E.U. en la región – Plan Colombia, la Iniciativa Regional Andina y el ALCA-. Es así como el presidente de Ecuador, Lucio Gutiérrez, lideró una propuesta para solucionar el conflicto colombiano consistente en demandar a las FARC un cese unilateral del fuego y la negociación de un acuerdo de paz, con el apoyo de las Naciones Unidas. Esta iniciativa fue aprobada y resumida en el documento final de la cumbre denominado Consenso de Cuzco en el cual además se consignaba que esta era la “última oportunidad para la paz” pues si era rechazada por la guerrilla, esta “debería ser derrotada con apoyo internacional”. 18 La mencionada propuesta fue duramente criticada por el mandatario venezolano Hugo Chávez quien señaló al respecto que los mandatarios de la región habían aprobado la opción de “crear una fuerza multinacional para invadir a Colombia”. 19 Lo anterior permite apreciar los contrastes entre las relaciones de Colombia y Ecuador, naciones favorecidas por la ayuda militar norteamericana y de estas últimas con relación a Venezuela, país hostil a los intereses norteamericanos en la región.

       

      Ahora bien, como lo dijera recientemente el investigador colombiano Germán Umaña -en el marco de las negociaciones de cara al TLC- preocupa para el caso colombiano, la ausencia relativa de libertad en lo político pues es tan el alto grado de cooperación norteamericana con el actual gobierno presidido por Alvaro Uribe en su estrategia de Seguridad Democrática, que ello hará peso en los negociadores colombianos pues si son muy obstinados en sus posiciones, sus aspiraciones podrían poner “en peligro la Cooperación, el Plan Colombia y la Seguridad Democrática”, 20lo cual también a nuestro juicio, es aplicable para Ecuador. Cabe agregar que en Colombia hay polarización frente al tema del TLC con los Estados Unidos. De una parte está el gobierno y sus asesores, como el ex ministro Rudolf Hommes quienes no toleran los cuestionamientos a las bondades del mismo llegando a calificar a los opositores como “enemigos del progreso” 21 u otros, como el ex ministro del Interior y de Justicia colombiano Fernando Londoño, quien asegura no entender cómo puede haber oposición y protesta ante la “gran oportunidad para el desarrollo tecnológico, la creación de empleo, el crecimiento económico”. 22 Incluso la fuerza pública en Colombia ha reprimido las manifestaciones de protesta al TLC. En el otro extremo, encontramos a los críticos que observan el panorama con lógico escepticismo teniendo en cuenta los antecedentes históricos de los TLC, eventos en los que para América Latina, ha habido más perdedores que ganadores.

       

      El ALCA. ¿Opción o ilusión?

       

      Todos sabemos que la alianza entre Brasil, Argentina y Venezuela y su reticencia para avalar acuerdos que perjudiquen los intereses regionales frente a los Estados Unidos, ha dificultado que se avance en la cristalización del ALCA. Incluso, la reciente suscripción del acuerdo MERCOSUR- Comunidad Andina de Naciones, con miras a favorecer el volumen del intercambio recíproco, ha sido recibida con no pocas reservas en Washington. Esto explica que encontremos una diversidad de criterios sobre las conveniencias de un área de libre comercio para las Américas, sujeto a las orientaciones e intereses de los Estados Unidos. Un ejemplo de ello, se observa en diversos encuentros y seminarios dedicados al tema del Alca. Es así como en el Foro El espejismo del Alca, realizado en Colombia, se llegó a la conclusión de que para el país “la incorporación al ALCA significará la continuación y profundización de las políticas de privatización y liberalización que han llevado al país a la ruina, que la eliminación de los aranceles condenará ramas enteras de la producción a desaparecer, que se perderá definitivamente la soberanía alimentaria, que la salud, la educación y demás servicios sociales serán más inaccesibles para la población al regirse por el afán de lucro, que Colombia se desindustrializará, convirtiéndose en el paraíso de las multinacionales, y que el estado perderá toda posibilidad de influir en el modelo de desarrollo”. 23

       

      Esas mismas voces afirmas que el ALCA puede conducir al sacrificio de la producción nacional “ante un hipotético y no demostrado acceso al mercado estadounidense, más difícil aun si se tiene en cuenta la comprobada falta de competitividad de nuestra economía, que exporta a E.U. solamente bienes primarios, mientras que perdería el mercado de la comunidad Andina, el único en el que han crecido nuestras exportaciones de manufacturas” 24

       

      También hallamos posturas moderadas como las de la Embajadora brasilera en Colombia, María Celina de Acevedo quien manifestó respecto al ingreso de su país al ALCA: “A Brasil le interesa que las negociaciones que llevarán al ALCA avancen por consenso, de manera gradual y equilibrada. El ALCA es una calle de dos vías. El acceso a los mercados de la región implica, simultáneamente, la liberación del acceso al mercado de los E.U. Por eso es importante insistir sobre todo en la necesidad de equilibrio; de respeto a las condiciones diferenciadas de desarrollo económico de los países de la zona, una vez que la integración no es un fin en sí mismo, sino un camino hacia el desarrollo económico y social”. 25

       

      Sobre el mismo tema, Wilson Torres, embajador de Ecuador en Colombia ha manifestado que “El Ecuador ha estado muy abierto en su participación en estos acuerdos regionales. Sin embargo, al igual que para Colombia y Perú, constituye un camino difícil de recorrer dadas las distorsiones y asimetrías existentes por la aplicación de barreras técnicas por los acuerdos preferenciales adoptados con anterioridad”. 26

       

      La controversia sobre las ventajas comparativas

       

       

      Según fuentes oficiales, Colombia goza de ventajas comparativas en los mercados internacionales en sectores como las flores, los textiles y confecciones, derivados del azúcar, hierro y acero, caucho, jabones, plásticos, editorial, productos cerámicos, cuero y metales preciosos, entre otros. Siguiendo estos criterios, el libre comercio propiciado por el ALCA, podría brindarles a estos productos las condiciones más óptimas para que su ventaja comparativa los ubique en un lugar privilegiado en el mercado internacional, lo cual es bastante discutible.

       

      Según el analista colombiano Eduardo Sarmiento, “el error se originó en la creencia de que el mundo está regido por el principio de ventaja comparativa. De acuerdo con este principio, el intercambio favorece a todos los países que logran ampliar las exportaciones y la producción de bienes de menor costo relativo y adquirir los restantes a un menor precio en los mercados internacionales. La realidad es muy distinta. En un mundo expuesto a limitaciones de demanda efectiva, las relaciones comerciales están determinadas más por las ventajas absolutas. La elaboración de productos de menores costos no garantiza su colocación en los mercados internacionales. Las mayores posibilidades de exportación está en los productos de mayor complejidad, que gozan de mayor demanda en los mercados internacionales. 27

       

      Asimismo, en el actual escenario, las ofertas productivas de los países con similar desarrollo económico, social y tecnológico se orientan hacia los productos de mayor demanda por lo que, al conformarse un mercado global, estos bienes y capacidades para producirlos se hallan en sobreabundancia. De esta forma, en vez de propiciarse un crecimiento y progreso general de los países latinoamericanos que poseen ventajas comparativas en ciertos áreas, se genera entre ellos una “batalla económica global” en su rol de oferentes. 28 La lógica consecuencia de esto la tenemos en el caso del café colombiano y costarricense pues a partir de la implementación de su libre comercio sin regulaciones -para aprovechar su ventaja comparativa- a principios de los noventa, este ha perdido una significativa participación en el mercado mundial y en su lugar; Vietnam, India, Guatemala y México controlan cerca de un 25% de la producción de este grano. El secreto de este cambio ha radicado en que estas últimas naciones han fundamentado su competencia en bajos precios –fruto de bajos salarios o subsidios extranjeros para el caso de Vietnam-. Igual ha ocurrido en los casos del maíz y las confecciones, en donde la sobreoferta es superior a la demanda y los bajos salarios en China o los millonarios subsidios en los Estados Unidos propician su control progresivo en el los mercados internacionales. 29 En resumen, se observa que el principio de ventaja comparativa no es válido para Colombia ni para la mayoría de los países del continente ya que con el libre comercio, el desmonte arancelario hará posible un ingreso masivo de importaciones que para el caso de los Estados Unidos, están favorecidas por ostensibles subsidios.

       

      Conclusiones

        Son múltiples los retos para Colombia y la región, ante su meta de consolidar un acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos, dadas las evidentes asimetrías en los niveles de desarrollo entre los países andinos y el coloso del norte. Deben tenerse presente de igual forma, múltiples factores que van mucho más allá del tema de los aranceles y subsidios a la producción ya que las barreras no arancelarias también son un tema importante. Es así como las regulaciones y normas ambientales así como las cuotas de importación, inhiben el libre comercio.

         

        De otra parte, aún no están del todo claras las conveniencias o inconveniencias de una negociación andina conjunta pues se presume que no todo lo que convenga a un país, necesariamente debe ser benéfico para todos. Incluso se debería contemplar la posibilidad de no firmar el acuerdo si se considera que sus cláusulas son lesivas para los intereses de Colombia.

         

        Si bien Estados Unidos es el principal destino de las exportaciones colombianas, son relativamente muy pocos los productos que han logrado llegar a este importante mercado. Es así como entre 1998 y 2002 sólo once productos representaron el 80% del total de las exportaciones a este país de los cuales sólo cinco poseen preferencias arancelarias. 30Este cuadro tendría que cambiar drásticamente para propender por un TLC con los Estados Unidos en el que los beneficios pudieran ser más visible, pues no podemos conformarnos con creer que el aumento de nuestras exportaciones supondrá un crecimiento de la economía de por sí.

         

        También se debe llamar la atención para que la firma de un TLC entre los países andinos y los Estados Unidos no se convierta en un contrato de adhesión sino mas bien, en un escenario donde se mantenga la unidad regional a favor de los intereses regionales. Asimismo, estamos de acuerdo con quienes opinan que este “no es el milagro que ubicará a Colombia en la modernidad, ni la panacea a nuestro subdesarrollo”. 31Lo cierto es que finalmente los laberintos del libre comercio pueden conducirnos a muchos caminos distintos dependiendo de los intereses que primen y cómo sepamos manejarlos.

         

        NOTAS

        1. Revista de la Asociación Nacional de Industriales, Andi, No 186, enero-febrero 2004, Bogotá, Colombia, p.61
        2. Sin embargo, un reciente estudio de la Universidad de los Andes sostiene que ante el aumento del empleo productivo en la ciudad, el damnificado será el campo colombiano.
        3. El Congreso colombiano ha propuesto la aprobación de una «Ley Espejo» que le de posibilidades a esta rama del poder público para incidir de manera más directa en las negociaciones del TLC pues a su juicio, no es muy sano para el país que únicamente el ejecutivo y los gremios tengan injerencia en acuerdos tan trascendentales para el país.
        4. Periódico El Heraldo, abril 4 de 2004
        5. A propósito del tema, recientemente la ONG Friends of the Earth ha solicitado a la Comisión Europea mantener la moratoria sobre los productos genéticamente modificados pues a su juicio en Europa no hay mercado para ellos porque los ciudadanos los han rechazado. Véase, El Tiempo, mayo 20 de 2004
        6. Joseph Stiglitz, El malestar dela globalización. Taurus, Buenos Aires, 202, p.260
        7. Joseph Stiglitz, Op. cit., p.33
        8. Amilkar Acosta, «ALCA qué? Del proteccionismo al protectorado», Deslinde, No 34, septiembre-octubre 2003, p.27 (subrayado del autor).
        9. Recientemente una modalidad llamada «biopiratería» se ha implementado. Consiste en que los laboratorios farmacéuticos internacionales patentan medicinas tradicionales, con el propósito de asfixiar a las empresas locales que suministran esas medicinas tradicionales.
        10. El Tiempo, Editorial «Sin doblegarnos», julio 26 de 2004.
        11. Conclusiones del Foro «ALCA y TLC, el espejismo del libre comercio», Bogotá, junio de 2003, en: Deslinde, Op cit., p.8
        12. La Jornada, noviembre 28 de 2002. Tomado de: Aurelio Suárez Montoya, Crítica al ALCA. La recolonización, Ediciones Aurora, Bogotá, 2003, pp. 60-61
        13. Ibid
        14. El Tiempo, octubre 18de 2002.
        15. Revista Dinero, noviembre 14 de 2003, p.34
        16. Planeación Nacional, Archivos de Economía, «Efectos de un acuerdo bilateral de libre comercio con Estados Unidos», Documento 229, Santafé de Bogotá, 31 de julio de 2003, p. 6
        17. Conclusiones del foro «ALCA y TLC, el espejismo del libre comercio», No 34, septiembre-octubre, 2003, p.8 (subrayado del autor)
        18. Consuelo Ahumada, «Un escenario de la aplicación de las estrategias de los Estados Unidos para la región», Revista Javeriana, No 701, enero-febrero 2004, p.25
        19. Ibid.
        20. El Tiempo, mayo 17 de 2004
        21. El Tiempo, abril 23 de 2004
        22. El Tiempo, mayo 24 de 2004
        23. Conclusiones del Foro «ALCA y TLC, el espejismo del libre comercio», Op.cit., p.10
        24. Ibid, p.10
        25. Revista Javeriana, «Hablan los embajadores», Op. Cit., p.43
        26. Ibid, pp. 44- 45
        27. Eduardo Sarmiento Palacio, «Incidencia del ALCA en Colombia», Deslinde, Op. Cit., pp. 15-16 (subrayado del autor)
        28. Aurelio Suárez Montoya. Crítica al ALCA. La recolonización, Ediciones Aurora, Bogotá, mayo de 2003, p. 112
        29. Ibid, p. 113 – 115
        30. Informe de Planeación Nacional, Archivos de Economía, «Efectos de un acuerdo bilateral de libre comercio con Estados Unidos», Documento 229, julio 31 de 2003, Santafé de Bogotá, p.5
        31. El Tiempo, Editorial, julio 26 de 2004.

         

        Ariadna Tucma Revista Latinoamericana. Vol. 1 a 4. 2006-2009

         

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