Bolívar e Irvine. La naciente política exterior de la tercera República

En su carta, Bolívar expone con precisión y firmeza que  bloqueo y sitio de las ciudades dominadas por los españoles eran parte de la misma acción, en la cual la segunda se circunscribe a la primera,  despliega rigor jurídico cuando dice que “los sitiadores gozan, por los menos, de los mismos derechos de los bloqueadores”. Así mismo, rechaza y refuta la idea de Irvine en el sentido de que Estados Unidos era neutral en el conflicto que se vivía en Venezuela  al recordarle que “No son neutrales  los que prestan armas y municiones (…) a unas plazas sitiadas y legalmente bloqueadas”.

El 6 de agosto, el Libertador redacta una nueva carta para, una vez hecha las consultas, responder la de Irvine del 25 del mes pasado.  Esta vez,  se toma un tiempo para escribir de forma muy larga y detallada, respecto de la reclamación de Irvine. Le presenta con extraordinaria suma de detalles las circunstancias en la que fueron capturadas las goletas impugnando punto a punto los argumentos del capitán de la Tigre, así como del comerciante que fletó el viaje, lo mismo hace respecto de la Libertad, con la diferencia que en este caso, su capitán Guillermo Hill declaró aceptando los hechos, aunque posteriormente de desdijera de ello.

Simón Bolívar

Izquierda: Simón Bolívar. Quinta de San Pedro Alejandrino. Colombia.

Imagen: Carolina Crisorio



Las evidencias presentadas concurrieron para tipificar la violación del bloqueo y sitio decretado por las autoridades venezolanas, explicando que si bien los dueños de la Tigre no son responsables del delito, si lo es el comerciante que la fletó y concientemente intentó violar las leyes de una república soberana. Expone que si a alguien le deben reclamar los propietarios de la goleta no es a Venezuela sino al señor Lamson, quien contrató la misma. Bolívar le recuerda a Irvine que  “…la prestación de auxilios militares a una potencia beligerante es una declaratoria implícita contra su enemiga, es un principio incontrovertible y que está confirmado por la misma conducta de Estados Unidos , donde no se permite que se hagan armamentos  de ninguna especie por independientes contra los países españoles…” agregando que “La diferencia única que hay es, que cuando es el gobierno quien lo presta, la Nación se declara enemiga  y cuando son los particulares sin conocimiento de él, ellos solos se comprometen, y no se hace responsable la Nación”. (Bolívar, Ib.id). Le  advierte además con sabiduría proverbial que  “Si las naciones neutrales hubiesen obligado a nuestros enemigos a respetar estrictamente el derecho público y de gentes, nuestras ventajas habrán sido infinitas, y menos tendríamos que quejarnos de los neutros”.

Catorce días después,  acusa recibo de la nota de Irvine del 17 de agosto en la que éste anuncia que está preparando respuesta a la de Bolívar del 6 del mismo mes. Sin embargo, el Jefe Supremo se adelanta y decide  “anticipar algunas reflexiones que nacen de los principios admitidos en ella por V.S. “. Con suma habilidad, Bolívar no deja transcurrir el tiempo e intenta transformar las aceptaciones de Irvine en jurisprudencia que sirva a eventuales litigios jurídicos o incluso e orden político y moral.  A pesar de sus múltiples responsabilidades, en momentos en que emite órdenes a los generales Pedro Zaraza, José Tadeo Monagas, José Francisco Bermúdez y al Coronel Justo Briceño para la preparación logística de los combates que se avecinan, no descansa, ni da tregua a Irvine, ni deja pasar oportunidad en sentar, a través de sus escritos, las bases jurídicas de la razón del gobierno de Venezuela en actuar como autoridad política del territorio que controla. Salto de página

En este mensaje de 20 de agosto, retoma los fundamentos para rebatir los criterios de Irvine respecto a neutralidad e imparcialidad. Le dice que “La imparcialidad que es la gran base de la neutralidad desaparece en el acto en que se socorre a una parte contra la voluntad bien expresada de la otra, que se opone justamente y que a además no exige ser ella socorrida”. Elevando, por primera vez, el tono del debate le dice que el derecho de Venezuela de condenar las acciones de las goletas da lugar a recordar hechos que ”desearía ignorar para no verme forzado a lamentarlos”. Se refiere directamente a la conducta de Estados Unidos respecto de la lucha independentista en la América meridional y de la absoluta ausencia de apoyo que han recibido, en situaciones en que se ha llegado incluso a aplicar leyes que castigan con severas penas  a ciudadanos que han querido  sostener y proteger la causa de la justicia y la libertad de los pueblos del sur de América.