Bolívar e Irvine. La naciente política exterior de la tercera República

En este marco  Bolívar decidió el 24 de julio, nombrar a Lino de Clemente como Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Venezuela ante el gobierno de Estados Unidos. De esta manera, Bolívar acepta positivamente los informes de Clemente  respecto de los hechos de la Isla Amelia y obliga a la Cancillería estadounidense, -toda vez que había recibido a su agente diplomático- a aceptar o no tal designación, lo que en los hechos significaba un reconocimiento a la nueva República. (Pividal, Op.Cit). El Libertador entendió erróneamente que el envío de Irvine daba por sentado tal reconocimiento y que el reclamo de las dos goletas era objetivo secundario en la misión del diplomático.  Estados Unidos, rechazó darle el placet a Clemente, negándose incluso a recibirlo.

El mismo 1° de agosto, fecha de la última de carta que Bolívar envía a Páez, se publica el N° 6 del Correo del Orinoco (1998). Un artículo titulado “Relaciones de la América del Norte con la del Sur”, encabeza la primera página. En él se exponen largamente las decisiones del gobierno de Estados Unidos para incrementar sus vínculos con la América meridional. Se reitera la valoración que Bolívar expresara en la misiva a Páez, en el sentido que el objetivo de los nombramientos de diplomáticos a acreditarse tanto en Chile como en Buenos Aires obedecía al interés del Presidente Monroe por conocer de cerca el desarrollo de los acontecimientos en estas repúblicas. Razona que ello se debe a la decisión de Estados Unidos de asumir una posición  de rechazo a España en sus intentos de perpetuar su dominio en las Américas.  Estima que hasta ahora, la nación norteamericana se ha limitado a observar los acontecimientos que ocurren al sur de sus fronteras, sin tener una participación real en el curso de los acontecimientos. El artículo aprecia que esa política es la que está  comenzando a ser modificada. Salto de página

Informa  de la invasión de Estados Unidos en la Florida, los avances obtenidos en las acciones bélicas y las condiciones que está poniendo a España a cambio del cese de hostilidades, evaluando que no tiene capacidad para satisfacer tales demandas, toda vez que no tiene posibilidades de enfrentar simultáneamente una guerra a “todos los Estados Unidos de las dos Américas”.

Izquierda: Henry Clay

A su vez, en Estados Unidos crecía la corriente de apoyo  a la independencia hispanoamericana. Desde 1816, el Presidente de la Cámara de Representantes Henry Clay, favorecía en el Congreso la defensa de la emancipación de la América meridional, lo cual tuvo un efecto positivo en algunos sectores de Estados Unidos. (Böersner, 1996) Por su parte, la legislatura de Kentucky había  dirigido una comunicación al Gobierno Federal en la que manifestaba  “una expresión de sus sentimientos  por la causa de la América del Sur” como lo señala el Correo del Orinoco (1998) en su edición número 12, del 10 de octubre de 1818.

La controversia entre Bolívar e Irvine

Irvine escribió dos notas a Bolívar el 25 y 27  de julio. El Libertador acusa  recibo y le responde el día 29.  Es la primera de diez cartas que va a escribir al diplomático estadounidense entre esta fecha y el 12 de octubre cuando data la última de ellas.  El tenor de la carta de respuesta da cuenta que el tema único de la misiva de Irvine es el de las goletas Tigre y Libertad, es decir uno solo de los objetivos de su misión a Venezuela.

El Jefe Supremo explica a Irvine que la contestación a su mensaje del 25, debe esperar por la consulta del proceso seguido a los dueños de los barcos.  Así mismo, con respecto a su nota del 27, le informa que los mismos recibirán las indemnizaciones del caso, siempre que sea aceptada la justicia con la cual actuaron las armas de Venezuela. Repite su opinión de alta valía respecto de la misión del estadounidense en Venezuela, pero advierte que los barcos norteamericanos “…olvidando lo que se debe a la fraternidad, a la amistad  y a los principios liberales que seguimos, han intentado y ejecutado burlar el bloqueo (…) para dar armas unos verdugos y para alimentar unos tigres que por tres siglos han derramado la mayor parte de la sangre americana…” (Bolívar, Op.cit).